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🍁 miércoles 20 noviembre 2024
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Las monjas “encerrás” se van

La falta de vocaciones religiosas en la orden contemplativa de las Concepcionistas Franciscanas ha motivado el cierre de su convento en la ciudad de Yecla. Una meditada decisión que llega tras 141 años de presencia de las monjas encerradas en el monasterio yeclano del Camino Real.

La madre abadesa, Sor Concepción Gómez Fernández, natural de la pedanía de Ribera de Molina, lleva toda su vida contemplativa en Yecla y tiene una idea muy clara de lo que ocurre: “únicamente pasa que las chicas no se deciden por consagrarse a Dios para siempre, porque no saben lo que es eso. Hemos quedado cuatro hermanas solo y para que la comunidad pueda tener su vida de consagración a Dios hemos decidido, con mucho dolor, trasladarnos a otro monasterio de hermanas concepcionistas”.

Sor Concepción y las hermanas de la congregación, María Catalina Mendiola, Maribel Acuña y Marisol Hernández (que hace unos días que ya se marchó), tomaron la decisión después de unos tres años de rezar por esta causa, sufrir mucho y resistirse a abandonar el monasterio, “no queríamos dar el paso, pero tampoco queríamos ser testarudas y no aceptar la voluntad de Dios. Lo dijimos a nuestra madre presidenta, que ahora reside en el convento fundacional en Toledo, para saber por dónde teníamos que empezar este traslado”.

Entonces vino la comunicación al señor obispo de la diócesis de Cartagena y después, una serie de trámites para enviarlos al Vaticano. Cumplidas estas gestiones conforme a la normativa establecida, ha llegado el permiso firmado por monseñor Lorca Planes y las monjas han empezado “a empaquetar todo”.

Ya hay fecha para su despedida, porque “el 1 de febrero, el obispo viene a concelebrar una eucaristía de acción de gracias por todos los años que hemos vivido en este monasterio de Yecla”, dice Sor Concepción, quien lleva 70 años entre los muros del convento yeclano y asegura que si tuviera que volver a elegir una vida religiosa “volvería a vivir en la clausura monástica y contemplativa”.

La madre abadesa recuerda que “al principio era muy distinto y el Concilio Vaticano II dio mucha luz para cumplir con el carisma fundacional de dedicación a la oración contemplativa y al servicio de Jesucristo, imitando su humildad y su amor a los hermanos”.

En la época que Sor Concepción llegó a Yecla, las monjas se dedicaban a bordar, trabajos magníficos en casullas y ropa litúrgica, preciosos ajuares, mantelerías y juegos de cama, refajos de labradora para las Fiestas de San Isidro… “después fuimos aparadoras de zapatos, cosimos vestidos de muñecas y durante diez años, hicimos la comida para los niños de la guardería que estaba anexa al convento… han sido tantos años que hemos hecho casi de todo”.

[ot-caption title=»» url=»https://elperiodicodeyecla.com/wp-content/uploads/2016/01/monjas.jpg»]

Tan afamados como sus bordados son los exquisitos trabajos de encuadernación que realizaron las monjas encerradas, como se las conoce en Yecla, así como la elaboración de las formas eucarísticas de las que se proveían las iglesias de la localidad. “Las hacíamos a media noche, cuando nos levantábamos a las dos de la madrugada para rezar Maitines, porque no le tenía que dar la luz”.

Sor Concepción ha sido testigo de la desaparición del torno y las rejas de la clausura que separaba a las religiosas de la vida mundana; para ella, estas rejas “no me tenían encerrada, pero a los demás esto le entorpecía, por eso, cuando desaparecieron lo viví muy bien, porque nos acercaba a la gente, como personas que queríamos a la gente y nos preocupábamos por sus problemas, de corazón a corazón”.

Desde muy jovencita, Sor Concepción sintió su vocación religiosa de forma clara; una hermana de su madre ya era monja y a ella le atraía mucho esa vida, hasta que consiguió que sus padres le dieran permiso para irse al convento. La formación inicial le reafirmó en su vocación, “cada vez estaba más contenta, aunque sin falta de dificultades, porque dentro o fuera, en la vida siempre hay dificultades, pero yo veía que aquello era para mí, era lo que yo quería”.


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El convento en «La Voluntad» de Azorín

La noticia del traslado de las concepcionistas ha sorprendido mucho en la población, pero lo cierto es que solo cuatro monjas habitan actualmente en el convento, un edificio de grandes dimensiones, con una gran historia y una gran carga espiritual, que incluso es uno de los espacios literarios de la insigne novela La Voluntad, escrita en 1902 por José Martínez Ruiz.

Tal es la trascendencia de las monjas encerradas de Yecla que varios capítulos de la primera parte de la novela transcurren entre los muros de este convento, y de manera especial, en la celda que ocupa Sor Justina, una monja procedente de una conocida familia noble de Yecla. Los críticos literarios coinciden en reconocer en Justina el trasunto de un personaje real, de quien se dice pudo estar enamorado el propio escritor.

Así pues, el convento de concepcionistas franciscanas es uno de los puntos de la ruta literaria azoriniana que puede recorrerse en el municipio de Yecla. Son muchos los especialistas y estudiosos que han visitado el monasterio, entre ellos el prestigioso azorinista norteamericano Inman Fox, acompañados de Miguel Ortuño, cronista de la ciudad, interesándose por el patio y el huerto, y la balsa que ya no existe, pero que es el lugar donde Justina se sentaba en los recreos para hacer sus lecturas y tener sus momentos de soledad.

Yo me admiraba de que ellos se admiraran tanto de todo esto”, dice la madre abadesa, recordando a la hermana Carmen Cano-Manuel, fallecida en el convento en 1930. Ella no la conoció, pero dice que se hablaban proezas de la sencillez, la humildad y la pobreza de esta hermana, procediendo de una familia noble como era la suya, “una religiosa ejemplar y muy inteligente”.

A pocos días de su obligado traslado, Sor Concepción, madre abadesa del monasterio de monjas Concepcionistas Franciscanas de Yecla, se emociona y “siente profundamente que se tengan que ir por la falta de vocaciones”. Sin embargo, se van con el respeto y el cariño del pueblo de Yecla y sabiendo que las monjas encerradas forman parte ya de la historia de nuestra ciudad.

[ot-caption title=»» url=»https://elperiodicodeyecla.com/wp-content/uploads/2016/01/monjas1.jpg»]

Carmen Ortín
Carmen Ortín
Carmen Ortín Juan es redactora de elperiodicodeyecla.com. Fue la primera directora de este medio de comunicación en su fundación. Ha trabajado en la cadena Ser, Onda Regional de Murcia y La Verdad.

La falta de vocaciones religiosas en la orden contemplativa de las Concepcionistas Franciscanas ha motivado el cierre de su convento en la ciudad de Yecla. Una meditada decisión que llega tras 141 años de presencia de las monjas encerradas en el monasterio yeclano del Camino Real.

La madre abadesa, Sor Concepción Gómez Fernández, natural de la pedanía de Ribera de Molina, lleva toda su vida contemplativa en Yecla y tiene una idea muy clara de lo que ocurre: “únicamente pasa que las chicas no se deciden por consagrarse a Dios para siempre, porque no saben lo que es eso. Hemos quedado cuatro hermanas solo y para que la comunidad pueda tener su vida de consagración a Dios hemos decidido, con mucho dolor, trasladarnos a otro monasterio de hermanas concepcionistas”.

Sor Concepción y las hermanas de la congregación, María Catalina Mendiola, Maribel Acuña y Marisol Hernández (que hace unos días que ya se marchó), tomaron la decisión después de unos tres años de rezar por esta causa, sufrir mucho y resistirse a abandonar el monasterio, “no queríamos dar el paso, pero tampoco queríamos ser testarudas y no aceptar la voluntad de Dios. Lo dijimos a nuestra madre presidenta, que ahora reside en el convento fundacional en Toledo, para saber por dónde teníamos que empezar este traslado”.

Entonces vino la comunicación al señor obispo de la diócesis de Cartagena y después, una serie de trámites para enviarlos al Vaticano. Cumplidas estas gestiones conforme a la normativa establecida, ha llegado el permiso firmado por monseñor Lorca Planes y las monjas han empezado “a empaquetar todo”.

Ya hay fecha para su despedida, porque “el 1 de febrero, el obispo viene a concelebrar una eucaristía de acción de gracias por todos los años que hemos vivido en este monasterio de Yecla”, dice Sor Concepción, quien lleva 70 años entre los muros del convento yeclano y asegura que si tuviera que volver a elegir una vida religiosa “volvería a vivir en la clausura monástica y contemplativa”.

La madre abadesa recuerda que “al principio era muy distinto y el Concilio Vaticano II dio mucha luz para cumplir con el carisma fundacional de dedicación a la oración contemplativa y al servicio de Jesucristo, imitando su humildad y su amor a los hermanos”.

En la época que Sor Concepción llegó a Yecla, las monjas se dedicaban a bordar, trabajos magníficos en casullas y ropa litúrgica, preciosos ajuares, mantelerías y juegos de cama, refajos de labradora para las Fiestas de San Isidro… “después fuimos aparadoras de zapatos, cosimos vestidos de muñecas y durante diez años, hicimos la comida para los niños de la guardería que estaba anexa al convento… han sido tantos años que hemos hecho casi de todo”.

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Tan afamados como sus bordados son los exquisitos trabajos de encuadernación que realizaron las monjas encerradas, como se las conoce en Yecla, así como la elaboración de las formas eucarísticas de las que se proveían las iglesias de la localidad. “Las hacíamos a media noche, cuando nos levantábamos a las dos de la madrugada para rezar Maitines, porque no le tenía que dar la luz”.

Sor Concepción ha sido testigo de la desaparición del torno y las rejas de la clausura que separaba a las religiosas de la vida mundana; para ella, estas rejas “no me tenían encerrada, pero a los demás esto le entorpecía, por eso, cuando desaparecieron lo viví muy bien, porque nos acercaba a la gente, como personas que queríamos a la gente y nos preocupábamos por sus problemas, de corazón a corazón”.

Desde muy jovencita, Sor Concepción sintió su vocación religiosa de forma clara; una hermana de su madre ya era monja y a ella le atraía mucho esa vida, hasta que consiguió que sus padres le dieran permiso para irse al convento. La formación inicial le reafirmó en su vocación, “cada vez estaba más contenta, aunque sin falta de dificultades, porque dentro o fuera, en la vida siempre hay dificultades, pero yo veía que aquello era para mí, era lo que yo quería”.


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El convento en «La Voluntad» de Azorín

La noticia del traslado de las concepcionistas ha sorprendido mucho en la población, pero lo cierto es que solo cuatro monjas habitan actualmente en el convento, un edificio de grandes dimensiones, con una gran historia y una gran carga espiritual, que incluso es uno de los espacios literarios de la insigne novela La Voluntad, escrita en 1902 por José Martínez Ruiz.

Tal es la trascendencia de las monjas encerradas de Yecla que varios capítulos de la primera parte de la novela transcurren entre los muros de este convento, y de manera especial, en la celda que ocupa Sor Justina, una monja procedente de una conocida familia noble de Yecla. Los críticos literarios coinciden en reconocer en Justina el trasunto de un personaje real, de quien se dice pudo estar enamorado el propio escritor.

Así pues, el convento de concepcionistas franciscanas es uno de los puntos de la ruta literaria azoriniana que puede recorrerse en el municipio de Yecla. Son muchos los especialistas y estudiosos que han visitado el monasterio, entre ellos el prestigioso azorinista norteamericano Inman Fox, acompañados de Miguel Ortuño, cronista de la ciudad, interesándose por el patio y el huerto, y la balsa que ya no existe, pero que es el lugar donde Justina se sentaba en los recreos para hacer sus lecturas y tener sus momentos de soledad.

Yo me admiraba de que ellos se admiraran tanto de todo esto”, dice la madre abadesa, recordando a la hermana Carmen Cano-Manuel, fallecida en el convento en 1930. Ella no la conoció, pero dice que se hablaban proezas de la sencillez, la humildad y la pobreza de esta hermana, procediendo de una familia noble como era la suya, “una religiosa ejemplar y muy inteligente”.

A pocos días de su obligado traslado, Sor Concepción, madre abadesa del monasterio de monjas Concepcionistas Franciscanas de Yecla, se emociona y “siente profundamente que se tengan que ir por la falta de vocaciones”. Sin embargo, se van con el respeto y el cariño del pueblo de Yecla y sabiendo que las monjas encerradas forman parte ya de la historia de nuestra ciudad.

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Carmen Ortín
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Carmen Ortín Juan es redactora de elperiodicodeyecla.com. Fue la primera directora de este medio de comunicación en su fundación. Ha trabajado en la cadena Ser, Onda Regional de Murcia y La Verdad.
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Carmen Ortín Juan es redactora de elperiodicodeyecla.com. Fue la primera directora de este medio de comunicación en su fundación. Ha trabajado en la cadena Ser, Onda Regional de Murcia y La Verdad.
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