Lástima que ya no están, eternos Berlanga y Buñuel, que se hubieran puesto las botas con los acontecimientos actuales, ellos que tan bien narraron con su cine toda una época.
Bienvenido Mister Marshall se queda en mantillas, siendo como es un retrato fiel, agudo e ingenioso. Una perfecta caricatura de aquel tiempo. Lo mismo con la escopeta nacional, o la mismísima Viridiana de Buñuel, interrumpiendo las labores para rezar el ángelus; ave María purísima, y amén, para acabar jugando al tute con el primo y la criada, y allá se queden el ángelus y otros rezos.
En estos tiempos harían una muy buena parodia con uno que se peina mucho y quiere estar por encima del resto, no sea que al estar a la misma altura quede mermada su autoridad. Berlanga o Buñuel harían algo con esto, porque si a una tarima de madera te lo fías, en poca estima te tienes.
Pero no está solo. Ya hemos visto otras veces que alguien exija a otro alguien que le llamen por el cargo que ostenta. El propio apellido, ¡Oh que vulgaridad por favor! llámeme señora diputada, señora alcaldesa, señor consejero. En fin por el cargo, que da más lustre. Y allende los mares otro diciendo que ahora subo y después bajo, que como todos sabemos, andar con esos vaivenes es peligroso. Y como es el señorito, se ríe y ridiculiza a otro sencillo y atacado jefe, que le parece al patrón que no sabe vestirse, pero, además de reírse de él, quiere quedarse con unas piedrecitas muy valiosas que tiene en su “casa” el que no sabe de modas.
Pero no quedan ahí las exigencias del padrino. Ahora las universidades. Harvard con sus más de ciento cincuenta premios nobeles salidos de sus aulas, de sus institutos de investigación. Y el de los corretajes también pretende ni más ni menos, que mandar en las universidades, como si jugara al patio de su casa. Que nadie se salga del mate.
El patrón dictamina lo que hay que estudiar y lo que no, y quiere poner vigilancia, no lo vayan a enredar con tanto libro, que como son estudiantes, son listos. Harvard se ha plantado, pero no así Columbia que ha tenido miedo al señorito. Pero el padrino tampoco está solo: Por estos mares de aquí, uno se armó de valor y se fue a la Oblicua, (¿o era la china en el zapato del amo?), que ya tenía el billete comprado de hacía tiempo, pero los que se quedaron dijeron que a ver si el jefe de allende los mares se va a enfadar, y nos castiga por vasallos tan díscolos, plebeyos y gamberros, que hasta con el capataz se atreven.
Y aún después fue otra jefa de la bota mediterránea, fue a hablar con el gran patriarca y se hicieron muy amigos, pero a ver en que queda tan intima amistad, porque ella tiene una familia y las familias de bien van todos a una. Todos vendrán a mí, dice muy ufano el amo, porque sabe que por ahí hay mucho miedo al señorito. Bonasera frente al padrino.
Charo Cutillas