El mundo de las abejas es increíble, difícil de imaginar. Pedro Chinchilla es apicultor desde hace más de treinta años y todavía se maravilla al observar a estos insectos extraordinarios y de incalculable valor para la vida: “las abejas no tienen nada de gandulas, si por ellas fuera trabajarían de sol a sol”.
La miel es uno de los alimentos que elaboran las abejas, con propiedades muy beneficiosas para la salud, pero la industria de la alimentación también ha intervenido en este proceso, alterando su composición. No es tarea sencilla aprender a elegir una miel de calidad, pero tampoco es misión imposible.
MIEL PURA VS MIEL PASTEURIZADA
Al proceso de calentar la miel entre 78º y 82º y volver a enfriarla nuevamente, se le llama pasteurización. “El problema es que con las altas temperaturas se pierden, además de los aromas naturales, sus propiedades antioxidantes, enzimas y bacterias benignas. Comer esta miel es lo mismo que comer azúcar, no sirve para nada. No se puede comparar con la miel pura porque no tiene nada que ver”, asegura Pedro Chinchilla.
Existe la creencia popular de que la miel natural se endurece o cristaliza, pero esto no siempre es así. Por ejemplo, explica Pedro, “la miel de azahar es una excepción, porque debido a sus características, se va a mantener más bien espesa tirando a líquida, a diferencia de una de romero o castaño que se endurecerá”.
Cuando no se realiza ningún tipo de transformación, simplemente se filtra de forma artesanal para evitar las impurezas, tenemos una miel cruda tal y como está en la naturaleza; un alimento vivo listo para disfrutar tanto por su sabor como por sus propiedades nutritivas.
De las abejas obtenemos, además de la miel, la jalea real, el polen y el propóleo. Cuando todos estos ingredientes se combinan de forma adecuada en un preparado especial da como resultado un producto que su nombre lo dice todo: Super Bomba.
Desde hace más de dos décadas es el producto estrella de Mieles Chinchilla: “el aporte de aminóacidos esenciales, minerales, vitaminas y enzimas contribuyen a mejorar el estado de salud general, aumenta la capacidad intelectual, estimula el apetito y es un magnífico reforzador del sistema inmunológico sin contraindicaciones, salvo para personas alérgicas a alguno de los componentes”.
LAS ABEJAS Y LAS FLORES: INSEPARABLES
Las lluvias, o más bien la escasez de las mismas, repercuten de forma negativa en las abejas, porque hay menos días de floración. Sin embargo, explica el apicultor, «para que las abejas se reproduzcan y estén lo más activas posibles, necesitan de este proceso natural típico de la primavera. Por eso, durante el resto del año somos trashumantes porque trasladamos las colmenas buscando floraciones por varias provincias de España. Vamos a Córdoba, a la Serranía de Cuenca o a Albacete, entre otros sitios».
En su mejor momento, una colmena puede llegar a tener unas 80.000 abejas. “Me gusta pasar cerca de ellas y escuchar el sonido que hacen todas juntas cuando están trabajando”, destaca Pedro Chinchilla. Y añade: “mi labor como apicultor es facilitar al máximo un contexto saludable, respetando su equilibrio por encima de todo. Es verdad que este es un oficio muy duro, que sólo puedes hacer si te gusta mucho, pero a la vez es muy gratificante”.
“En los últimos años venimos observando movimientos extraños en las abejas. Encontramos colmenas vacías y abejas que mueren en gran cantidad por causas desconocidas. Por este motivo, están en el centro de atención y se está investigando mucho sobre este problema. Se cree que los plaguicidas utilizados en la agricultura les pueden estar perjudicando”, advierte el apicultor.
Hay un sinfín de anécdotas y curiosidades sobre estos insectos que son un ejemplo de vida en muchos sentidos, porque son seres muy inteligentes y colaboran entre ellos para sobrevivir. Por ejemplo, comenta Pedro: “en verano la temperatura del nido de crías no puede subir de los 32º, entonces las abejas llevan agua a la colmena y batiendo alas hacen un circuito de aire, así ayudan a enfriar la colmena”.
Pedro Chinchilla ha asistido a centros educativos de Yecla para compartir con niños y jóvenes el mundo de las abejas y cómo se elaboran la miel, el propoleo, la cera o la jalea real. De esta manera, realiza una labor divulgativa para acercar a la sociedad una realidad que suele pasar desapercibida al vivir en la ciudad. Transmite su sabiduría para que todo este conocimiento trascienda y tengamos presente el inmenso valor de las abejas para el equilibrio de la vida.
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