Al deseo le conquista siempre la imaginación de un buen regalo. Cuanto podamos imaginar se convierte fácilmente en motivo de deseo. Lo imaginamos, lo deseamos y lo tratamos de conseguir. Satisfecho el deseo descubrimos que la imaginación vuelve a tejer los hilos del deseo y de nuevo se inicia el ascendente recorrido de conquista, deseo y satisfacción. Sin embargo, solo la sorpresa es capaz de intervenir sin alterar al deseo ni a la imaginación, porque unas veces se muestra como una fastuosa dama; otras como la poderosa señora y la mayoría de las ocasiones, la sorpresa es alegre, inesperada y maravillosa.El mejor regalo, el regalo ideal, el regalo especial es aquel que hemos deseado tanto en nuestra imaginación que llegaron a ser tan extraordinarios como inalcanzables. Recibir uno de esos obsequios es saber que hay alguien capaz de conocer nuestros deseos, de imaginar para nosotros algo extraordinario, de generar un momento asombroso en nuestra vida.La vida es así: sorprendente, creativa, ilusionante. Y lo es la vida recordada, relatada, narrada e impresa de una autobiografía. Escribir la autobiografía puede ser uno de nuestros anhelos más íntimos, de nuestras decisiones más firmes o de nuestras ocurrencias más peregrinas, porque la autobiografía es un regalo ideal. Un regalo dispuesto a sorprender en cualquier momento de un día sin fecha ni motivo aparente. Aunque si hay una fecha para celebrar o un motivo que certifique nuestras intenciones, la autobiografía se reafirma como admirable, conveniente, ideal.Regalar es siempre un acto de generosidad. Somos generosos cuando pensamos en hacer un regalo. Expresamos generosidad cuando nuestro regalo tiene el propósito de agradar, sorprender, colaborar, honrar o agradecer. Nos sentimos generosos cuando nos aseguramos haber acertado con el regalo que hacemos. Por todo ello, la generosidad es parte de la esencia misma del regalo.Hay veces que los obsequios se esconden en brillantes y ostentosos envoltorios, como anticipo del valor del regalo. En ocasiones, el envoltorio es una prolongación de la magia que ofrece el regalo. Otras veces, nos maravilla más el envoltorio que el propio detalle. Y la mayoría de los obsequios se entregan con tanta ilusión que parece que sobre el envoltorio.También el envoltorio de un presente es indicativo de generosidad por parte de quien regala. Idear cómo proteger el obsequio, de qué manera hacerlo más atractivo o suntuoso o pensar en cómo prolongar el efecto sorpresa del regalo se fundamenta en un acto de generosidad.
La sociedad y el detalle
Se dice con frecuencia que la sociedad actual está cada vez más alterada en lo referente a las relaciones sociales. Se oye a menudo que el individualismo ejerce una fuerte presión sobre el pensamiento colectivo. Si ambas afirmaciones fuesen tan firmes como ciertas, el habría presente sido desterrado a una página olvidada de la historia de la humanidad y esto no ha ocurrido, porque sea cual sea el motivo, la razón o la condición del obsequio, este siempre favorece una medida de respuesta y facilita el establecimiento de una postrera correspondencia. Con estas premisas, hacer un regalo nos llena de identidad y nos hace avanzar y progresar para que no se pierda la capacidad de ser generosos en nuestra sociedad. Así que cuando un tengamos la necesidad, el compromiso, la obligación o el gusto de hacer un regalo, tengamos en cuenta que el regalo ideal es aquel que rebosa generosidad.