Una vez más, el pregón marcó el inicio oficial de las Fiestas de la Virgen de Yecla, y esta edición será recordada por la intensidad con la que se vivió en un Teatro Concha Segura con una notable asistencia de público. El encargado de pronunciarlo fue Juan Antonio de Heras, director general de Radiotelevisión de la Región de Murcia, que ofreció un relato emotivo, histórico y profundamente conectado con el alma yeclana.
Su intervención no fue un simple discurso. Fue un viaje narrativo cargado de imágenes, memoria, música y emoción. Con apoyo audiovisual y una cuidada puesta en escena, el pregonero trasladó a los presentes al siglo XVII, a los días oscuros de la rebelión de Cataluña de 1640, cuando Yecla vivía también sus propios miedos y sacrificios.
1642: el origen de una devoción
De Heras narró con fuerza y sensibilidad los hechos históricos que dieron lugar a la devoción a la Purísima Concepción. Cuando la orden de reclutar milicias para la guerra sacudió a la ciudad, se vivió con angustia. Ya habían caído muchos en el frente, y la calle Cruz de Piedra, escenario de despedidas silenciosas, se convirtió en un símbolo de temor y pérdida.
Fue entonces cuando surgió la figura de Martín Soriano Zaplana, el capitán humilde elegido para comandar una nueva compañía. El pueblo entero salió a despedir a los 62 hombres que partían con él. Según relató De Heras, fue junto a la Cruz de Piedra donde Soriano imploró la protección de la Virgen del Castillo. Y el milagro se produjo: todos regresaron con vida. Así nació la promesa, la devoción y las fiestas que hoy celebramos.
El público conectó profundamente con este momento fundacional, que fue recordado con solemnidad y gratitud. Como apuntó el pregonero, “Yecla fue escogida por la Virgen, mucho antes de que naciéramos”.
Una tradición que trasciende generaciones
Juan Antonio de Heras se dirigió también a las generaciones más jóvenes, a los nuevos pajes, a las familias que sostienen la tradición y a las mujeres que han formado parte de la Corte de Honor de la Purísima. Recordó que el verdadero legado de Yecla no está solo en sus calles ni en sus símbolos, sino “en la memoria compartida que se transmite con orgullo de padres a hijos”.
Sus palabras, respaldadas por música y vídeos que reforzaron cada escena, lograron emocionar a los asistentes. El público se mantuvo en un respetuoso silencio durante gran parte del acto, roto solo por los aplausos.
Un cierre entre música y emoción
Yecla ha vuelto a mirar a su pasado con orgullo. Lo ha hecho de la mano de un pregonero que no solo conoce la historia, sino que la siente y la honra. Y lo ha hecho para reafirmar, una vez más, que la devoción a la Purísima no es una costumbre, sino una identidad compartida.
El actual presidente, José Luis Soriano, subió al escenario para hacer entrega de una distinción al pregonero, como agradecimiento por un discurso tan impactante. La ovación del público cerró ese momento con calidez.
Estas fiestas, recientemente reconocidas de Interés Turístico Internacional, se sitúan ya como uno de los eventos más representativos de la Región de Murcia.
Reconocimientos a la labor constante
El acto, presentado por la periodista Carmen Vilches, comenzó con el desfile de los Mayordomos, acompañados por los pajes y sus esposas. Luego subieron al escenario los cabos de las escuadras de arcabuceros y la retaguardia, en uno de los momentos más solemnes de la noche.
Otro de los momentos más aplaudidos fue la entrega de una distinción a José Francisco Puche, presidente de la Asociación de Mayordomos desde 2014, durante 9 años. En su discurso, Puche agradeció el apoyo de su familia y su equipo. “Todo lo conseguido ha sido gracias a un equipo”, afirmó emocionado. Durante su mandato se aprobaron los nuevos estatutos de la Asociación, se renovó el Museo Mariano, se recuperaron actos como la misa de pajes en San Francisco y se iniciaron nuevas tradiciones como las gachasmigas populares, entre otros méritos.
El broche final lo puso la actuación del cantante Paul Alone, que llenó de ritmo y juventud el teatro, tras una noche profundamente emocional. El público, aún conmovido por el pregón, disfrutó de un concierto cercano que sirvió como contraste perfecto a la solemnidad del acto previo.
