De todas las cosas que los yeclanos jamás pensamos que perderíamos en una catástrofe (natural, artificial, mágica u conspiranoica) que afectase al pueblo, un río no estaba entre ellas. Más que nada porque no solíamos tener uno. O así fue hasta un año antes del día en que el pueblo echó a volar.
Los dos años previos a la marcha del pueblo hubo señales, o así las consideramos ahora. El viento racheaba raro, como hacia arriba en vez de seguir algún eje cardinal. Ahorró mucha laca y gomina, lo que tuvo sus efectos positivos sobre el cambio climático; cada vez había menos animales salvajes, y no por la autovía a Murcia; abrieron un centro comercial gigante junto al vertedero, quizá lo más extravagante de todo; los ancianos del hogar del jubilado empezaron a ganar años, rejuveneciendo.
Solo les duró lo que los cimientos de Yecla en el suelo, pero, por un momento, se creyeron con una nueva vida y dejaron de señalar con el dedo por si sus hijos los adelantaban en años; los caracoles en los gazpachos no se morían, sino que después de cocinados, salían por su propio… Bueno, que se arrastraban por el platico y volvían a la tierra seca para sembrar alicornio.
Todos esos fenómenos sucedieron. Si miento, que Yecla regrese sobre sus raíces. Sin embargo, el que interesa ahora es el de la lluvia que duró veinte días y diecisiete noches y media. Como sucedía desde que se remodelaran los primeros tramos de la carretera de Villena junto al Polígono de las Teresas, se formó un río que obligó a sacar los kayaks.
Si bien estábamos acostumbrados al falso estanque en que se convertía la carretera de Villena, dio la casualidad de que pilló a un funcionario estatal de un organismo de ríos y afluentes en el pueblo, y al tratar de marcharse por la ciudad vecina, se dio cuenta de que jamás saldría del pueblo con su reluciente coche eléctrico sin electrocutarse. “El tema necesita de un buen barco”, dijo confiado en que pagaban los contribuyentes.
Escribió varios telegramas en el convencimiento de que Yecla no estaría tan adelantada como para recibir emails y pronto se plantó una comitiva a bordo de una fragata de la Armada Española para rescatarlo y, de paso, declarar la carretera de Villena como un nuevo río: el Valleno. Dado que el caudal permitía el paso de semejante navío, no tuvieron otra. No importó que muchos trabajadores del polígono les explicaran que eso era lo habitual cada año (y que apenas duraba). Acostumbrados, algunos yeclanos habían instalado flotadores en los bajos de sus coches que se hinchaban al toque de un solo botón; y algunas empresas habían contratado a medallistas en natación para formar a sus empleados y evitar bajas por ahogamiento o tirones de gemelo.
El nombre de Valleno no gustó mucho. Todos estuvimos de acuerdo (y eso era ya un hito) en que no les había pillado en la cima de su originalidad, y viendo que no lo recibimos de buen gusto, tampoco dieron muchas explicaciones antes de irse. Hubo quien se quejó del chiste malo, pero a la mayoría no le agradó que se pareciera tanto al nombre de la ciudad vecina. Es por eso por lo que acabó adoptando otro: el Moñigo, nacido como respuesta a lo que pensábamos de esos funcionarios en su fragata viniendo a imponer ríos y nombres.
Las aguas del Moñigo tuvieron una vida corta, unos cinco días pasadas las lluvias, lo justo para que los funcionaros aquellos se hubieran marchado sin ver cómo se evaporaban, pero las consecuencias ya habían cristalizado: la carretera de Villena pasó a llamarse la carretera del Moñigo, declarada corriente fluvial nacional. No tardaron en surgir los oportunistas en los badenes que alquilaban kayaks y canoas, o que vendían colchonetas hinchables. Los domingueros montaban picnics para tomar el sol en las orillas de la carretera, y el olor de los gases de la gasolina provocó más de una hospitalización (y muchas alucinaciones premonitorias que ignoramos).
Por suerte, solo fueron atropellados cuatro sándwiches, unas gachasmigas y un tupper de marineras en el año que duró la locura fluvial. Ese año, Yecla recibió multas mensuales porque, al parecer, habíamos contaminado el río con asfalto hasta el punto de morirse todos los peces que debían recalar en el Moñigo; y la mayoría de los yeclanos tuvimos que sacarnos el carné de patrón de barco para recorrerlo.
Cuando el viento vino para llevarse todo, la carretera del Moñigo fue de las primeras cosas que se desprendió de la tierra y desapareció entre los nubarrones.
El vacío que dejó el Moñigo nos sorprendió a todos, nos pilló a pie cambiao, como se diría, pero asumimos que nuestros abuelos debían tener razón (por una vez) en eso de que “lo que fácil viene, fácil se va”, y cada año los yeclanos huérfanos nos reunimos a lo largo de la carretera del Moñigo formando una cadena hermanada para recordarnos dos grandes lecciones: la primera, la de nuestros abuelos; la segunda, que nadie conoce mejor nuestro pueblo como nosotros mismos.
Visto que el «valleno» es un río navegable el próximo año el buque escuela Juan Sebastián El Cano no cruzará el atlántico, la travesía con los «aprendices a marineros/as» se hará en el «moñiga» esperando las lluvias de abril y el sol de mayo, que diría el poeta D. Antonio Machado, sean generosas y la carretera río siga siendo navegable.
Lo podían haber dicho antes, hay rumores que la cadete nieta del Emérito se pasa el día en el camarote ya que el barco se mueve mucho y aparece el mareo. Lo mismo dicen esto para vender revistas.
Bien es cierto que no es lo mismo que ir en el yate «Azor». Embarcación de recreo del Dictador. Memoria histórica.
Feijooo, lo llevaría mejor el estar en alta mar ya que está estrenado en el yare del narco (Ver Fariñas) gallego. Si hace mal tiempo él lo arregla, le echa la culpa a los de la AEMT.
A lo que vamos, antes que el pueblo salga volando… digo volando? El AMAS ha salido «volando» para desgracia de todos. Todos volando hacia los hospitales de Murcia.
Tampoco veo que el personal esté muy indignado.
Ya ni siquiera se indignan por la marcha del Yeclano C.D. Que dicho sea de paso es algo que se esperaba. Una categoría difícil, casi por encima de nuestras posibilidades. Tengo fe en el entrenador.
Peor está el Valladolid. Al Español de Barcelona le robaron el partido? No solo vamos a protestar cuando los del Madrid se quejan, algunas veces con razón, muchas sin ella.
Feliz domingo a todas y todos.