La diversidad es un reto que necesita del cariño y apoyo de los demás en una sociedad normalizada, para que ésta pueda ser definida como avanzada.
En la rutina de esta vida de salvar el día a día, me sigo encontrando gente en el camino que siempre tiene algo que decir. Todo el mundo lleva consigo una experiencia que contar y por tanto algo que compartir.
José Martín es una persona con diversidad funcional. Con una infancia nada fácil, comenzó siendo un alumno más en el aula del Colegio Méndez Núñez. Al cumplir los 9 años, los profesores y la familia observaron que no adelantaba nada, momento en que el centro informó a los padres de la necesidad de inscribirlo en un colegio de educación especial, cuestión que tras andar los pasos como se dice en el lenguaje de nuestros mayores, hicieron.
Hecha esta introducción, quiero poner de relieve una vez más la necesidad de seguir contando con un centro como AMPY, la Asociación de Personas con Discapacidad Intelectual de Yecla.
Fina Ortuño y Martín Soriano son los padres de José Martín. Ambos son unas personas extraordinarias, de esas que han vivido mucho y se han forjado entre otras cosas a través de las vivencias, las angustias y preocupaciones, mediante esa debilidad especial y curtida que tienen hacia las personas con discapacidad los padres y familiares que han pasado y están pasando por una misma interrogante: ¿Qué va a ser de este hijo con diversidad?
Al igual que crecía José Martín, crecían las necesidades y en ese tiempo de evocación de niñez y adolescencia, estuvo en el Colegio Virgen de la Esperanza hasta los 21 años, después pasó al Centro de Día, y finalmente a la Residencia, con lo cual en estas tres décadas ha sido usuario de los tres edificios que allí se levantan.
Martín Soriano, el padre, junto a su cara de bondad une un ictus sufrido hace veintidós años, cuando tenía 57, y desde entonces para desarrollar su vida diaria depende totalmente de Fina, su esposa.
La historia de estos padres es muy amplia. Como Martín (al cual saludo cuando le veo alguna vez en su paseo) apenas puede mover los labios, es Fina y su destacada memoria la que me cuenta las cosas, los pensamientos, los recuerdos y me evoca ciertos detalles, mientras él habla con la mirada.
Ambos están satisfechos de que su hijo esté en AMPY, y sobre todo porque allí José Martín, que en junio cumplirá 40 años, está contento. Están seguros de que en el centro se encuentra bien, ahora que cada vez más, por razones ineludibles de la naturaleza la edad les hace mella.
Los padres sobre todo los mayores con hijos con diversidad de toda la vida tienen una honda preocupación por sus hijos. Con esa mentalidad incluso “frágil” de verlos no del todo bastarse por sí mismos, como si estuvieran siempre expuestos a miles de peligros y de una u otra manera en definitiva nos hicieron como somos.
En la importancia del conocimiento de acercarse al otro, a buen seguro además de los profesionales del centro, la clave está en el resto de compañeros y usuarios, si él o ella lo hace, también yo puedo hacerlo, ¿y si somos capaces de hacerlo en compañía?.
Algunas noches cuando Fina se queda a oscuras en su habitación y cierra los ojos se acuerda de su hijo. Sabe que los miércoles sobre mediodía, él llamará a sus padres por teléfono y conversarán un ratito con el estímulo de cómo está yendo la semana.
A José Martín le gusta mucho el deporte y el Real Madrid. Él tiene dos hermanas. Los viernes por la tarde una de ellas va a recogerlo para traerlo a casa, y los domingos por la tarde, después de pasar juntos el fin de semana, la otra hermana lo lleva de regreso al centro
Ahora que este residente lleva instalado allí sobre dos años, su madre está feliz, después de las primeras dudas sobre su adaptación. A primeros de cada mes, tienen peluquería y allí les arreglan el pelo, mediante una pequeña colaboración de 3 euros.
José Martín y su familia, llevan treinta años vinculados a AMPY. El papel de la familia es muy importante en todas las etapas de la vida, y el poder estar cerca de casa, una herramienta fundamental. De un total de 37 plazas, José Martín comparte habitación con otros dos compañeros.
De acuerdo con un procedimiento perfeccionado y pedagógico, como asunto de fondo, es innegable que AMPY es un espacio acogedor dentro de un modelo práctico y atractivo, donde entre otras cosas en sus instalaciones predomina la falta de plazas, proveniente de la falta de espacio.
Para que estos padres y otros muchos como ellos, cuyos hijos están en lista de espera puedan optar a una plaza en la residencia, todos somos tripulantes de un mismo navío llamado AMPY.
Un relato muy humano de estas personas necesitadas de un centro especial. Es lamentable que un centro como AMPY no tenga un apoyo unánime, todo por unos «cochinos terrenos». Los mismo es otra cosa.
En cualquier caso. Que mal ejemplo están dando algunos con este asunto.