El consumo de alimentos con gluten se ha multiplicado exponencialmente en las últimas décadas. Está presente por todas partes en forma de panes, pizzas, pastas y pasteles, principalmente. Lo encontramos entre los ingredientes de gran variedad de productos, o también en forma de trazas, por contaminación cruzada.
Al mismo tiempo, aumenta cada día la cantidad de personas diagnosticadas de celiaquía o intolerancia al gluten. A todo esto se suma el gran desconocimiento que hay en la comunidad médica sobre los síntomas de esta enfermedad y cómo detectarla a tiempo.
El doctor Luis Rodrigo es médico especialista en Aparato Digestivo y Nutrición. Desde hace veinticinco años dedica atención prioritaria y prácticamente exclusiva, al diagnóstico y seguimiento de la enfermedad celíaca. Además, ha trabajado como Catedrático de Medicina en la Universidad de Oviedo, en los últimos 40 años.
En esta amplia entrevista, el doctor Luis Rodrigo nos informa sobre el mundo del gluten y la celiaquía, así como de los principales síntomas y enfermedades que pueden aparecer en las personas que no lo toleran bien. Destacan especialmente los trastornos neurológicos y del sistema nervioso, que se engloban dentro del término Neurogluten.
¿Por qué decidió especializarse en la enfermedad celíaca?
Uno de los motivos principales fue el encontrar muy a menudo en la consulta médica diaria, un amplio colectivo de pacientes adultos que llevaban padeciendo durante muchos años una serie de molestias digestiva de forma crónica y recurrente.
Eran etiquetados de diversos diagnósticos, tales como gastritis crónica, hernia de hiato, enfermedad por reflujo gastro-esofágico, síndrome de intestino irritable, etc… Los pacientes no lograban una mejoría completa con las diversas medicaciones que les prescribían y por lo general, no les hacían ninguna recomendación dietética al respecto.
¿Qué tipo de diagnósticos previos tenían sus pacientes?
Ciertamente, se encuentran una variedad y amplitud de problemas un tanto “variopintos” entre los que además se incluyen por supuesto molestias funcionales del tipo de la dispepsia funcional y el síndrome del intestino irritable, pero también otros identificados simplemente como que padecen gases, hinchazón abdominal, diarrea crónica, “malas digestiones”, estreñimiento crónico, diarreas crónicas y otras…
Resultó que dentro de ellas se incluyen muchos pacientes celíacos y otros que sin serlo de una forma estricta, presentan la denominada “sensibilidad al gluten no-celíaca”, que es una variante menor de la intolerancia al gluten, que no cumple unos criterios diagnósticos tan estrictos como los de la enfermedad celíaca, pero al igual que aquélla, mejoran notablemente con el seguimiento estricto y prolongado de una dieta sin gluten.
¿Qué es el gluten?
Es una proteína de pequeño tamaño, constituida por un total de 33 aminoácidos, que se encuentra presente en la harina de diversos cereales, fundamentalmente el trigo que es el más rico en ella, pero también en otros como el centeno, la cebada, la avena (por contaminación cruzada), la espelta y la escanda.
Los alimentos que lo contienen son muy variados y se engloban en tres grandes grupos, como son los panes, los pasteles y la pasta italiana, en todas sus múltiples formas y variedades de presentación y consumo.
¿En qué consiste la celiaquía?
Es la presencia de una intolerancia permanente al gluten, que aparece en personas genéticamente predispuestas y que, además, es de naturaleza autoinmune.
Esta definición es la esencia de la celiaquía, que separamos claramente de las denominadas “alergias alimentarias”. En el caso de las alergias, ocurren de forma esporádica y aparecen ocasionalmente, tienen un carácter transitorio y pasajero. Son fenómenos de hipersensibilidad que carecen de base genética conocida.
La enfermedad celíaca puede aparecer a cualquier edad, pero es más frecuente en adultos y hasta un 20% de los casos se diagnostican en pacientes mayores de 60 años.
¿Y qué significa ser intolerante al gluten?
Las intolerancias son permanentes, tienen una base genética y por tanto, no desaparecen nunca y hay que aprender a vivir con ellas. La diferencia con la celiaquía es que ésta, además, es una enfermedad autoinmune.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes que aparecen ante esta enfermedad?
Al tratarse de una enfermedad autoinmune, no sólo produce manifestaciones digestivas, sino que también se acompaña frecuentemente de una serie de síntomas extra-digestivos a diversos niveles, que hacen que sus formas de expresión clínica sean muy variadas.
-Síntomas digestivos
Los síntomas digestivos son muy frecuentes por lo general y consisten en la existencia de digestiones lentas y pesadas, acompañadas de hinchazón abdominal fluctuante con acúmulo llamativo de gases, dolor y molestias abdominales frecuentes (incluso cólicos), ardores de estómago acompañados de reflujo gastro-esofágico y alteración del hábito intestinal con predominio diarrea, pero también puede cursar con estreñimiento acentuado. Dichos síntomas son, por lo general, de larga evolución (generalmente varios años) porque el retraso diagnóstico de la celiaquía es muy llamativo.
Síntomas extra-digestivos:
Junto con ellos, son muy frecuentes la presencia de catarros repetidos de vías respiratorias altas (rinitis, faringitis, bronquitis, asma) así como de cafaleas y/o jaquecas, las dermatitis de diversos tipos (eczemas, psoriasis, urticarias, herpetiforme, etc), la anemia y/o ferropénica crónica, los trastornos menstruales y la infertilidad en ambos sexos, la osteoporosis con dolores intensos mantenidos, las poliartritis, el cansancio exagerado manifestado como fibromialgia o síndrome de fatiga crónica, los trastornos del sueño y del carácter (ansiedad, depresión) y de forma muy relevante, la presencia de diversas enfermedades neurológicas asociadas que se engloban bajo el término de neurogluten.
En los niños son frecuentes los retrasos del crecimiento y desarrollo (talla corta y bajo peso), así como retrasos en el lenguaje que se encuadran algunos dentro del espectro autista.
¿Cuáles son los pasos a seguir para realizar un diagnóstico fiable y acertado?
Hay que hacer una historia clínica detallada, incluyendo sus hábitos alimenticios. Además, es necesario realizar una analítica general, para ver si el paciente presenta anemia o deficiencia de hierro y de otros nutrientes y oligoelementos.
Por supuesto, hay que hacer una serología. También conviene determinar los marcadores genéticos de susceptibilidad para la enfermedad celiaca como son el HLA-DQ2 y el HLA-DQ8, cuya presencia es bastante orientativa.
Finalmente, hay que realizar una gastroscopia con toma de múltiples biopsias duodenales. Constituyen éstas la “prueba de oro” para llevar a cabo el diagnóstico de una enfermedad celíaca.
Finalmente, una prueba importante para confirmar el diagnóstico, especialmente en casos dudosos, es la realización de una dieta sin gluten de forma estricta, al menos durante 6 meses consecutivos y, posteriormente, realizar una revisión al paciente, para comprobar los cambios clínicos y analíticos ocurridos tras su implantación.
¿Son fiables las pruebas que se realizan para diagnosticar la celiaquía?
Hay mucho que matizar y aclarar al respecto, especialmente en lo referente al valor relativo de la serología para el diagnóstico de la enfermedad celíaca.
Lo que se ha ido comprobando con el paso de los años es que su capacidad diagnóstica es muy baja, en ausencia de atrofia de las vellosidades, que es lo que ocurre habitualmente en celíacos infantiles (a partir de los 3 años), en una gran proporción de celíacos juveniles y en la gran mayoría de celiacos adultos. Por ello, podemos afirmar con toda seguridad, que una serología negativa, no descarte en absoluto, la presencia de una enfermedad celíaca.
Neurogluten es un concepto todavía muy poco conocido. Usted desde hace años lo investiga y difunde por su gran importancia, ¿en qué consiste?
Se trata de la relación que existe entre diversas enfermedades neurológicas y la presencia de una intolerancia al gluten, que influye de forma directa en su aparición y mantenimiento. Este concepto no es nuevo, sino que data de mediados de los años 60 del pasado siglo; es decir, algo más de 50 años.
Su mecanismo fundamental consiste en que el propio gluten, que es una proteína de pequeño tamaño, al existir un aumento en la permeabilidad intestinal en personas celíacas y/o con sensibilidad al gluten no celíaca, es capaz de atravesar la barrera hemato-encefálica y llegar al Sistema Nervioso Central.
Entonces, se localiza en cualquiera de sus diferentes regiones anatómicas y produce una inflamación localizada, pero reversible, que es capaz de originar diversas enfermedades diferentes, según la zona donde asiente.
Lo importante del caso, es que si se coge a tiempo, lo antes posible después del diagnóstico de la enfermedad neurológica que origina, y se instaura una dieta sin gluten estricta, por si sola es capaz de revertir la enfermedad así producida.
De acuerdo a su experiencia profesional de tantos años, ¿qué enfermedades neurológicas o del sistema nervioso ha comprobado que mejoran al eliminar el gluten de la dieta?
Existen muchas y muy variadas.
Una de las primeras que se describió fue la Ataxia Cerebelosa, que consiste en la presencia de alteraciones del equilibrio, junto con trastornos del lenguaje.
Otra muy frecuente son las Polineuritis, que como su nombre indica se debe a la inflamación de los nervios periféricos y se manifiesta por la debilidad muscular y hormigueos a nivel de la parte distal de brazos y piernas, generalmente de carácter simétrico.
Una asociación muy frecuente es con las Cefaleas (dolores de cabeza) de repetición y con las Migrañas o jaquecas, que son las más intensas y se acompañan de fotopsias (luces brillantes) y acúfenos (ruidos acompañantes). Resulta muy gratificante comprobar cómo la mayor parte de pacientes asisten asombrados a la disminución o desaparición de tan molestos trastornos, tras el seguimiento de una dieta sin gluten.
Las Esclerosis Múltiples por lo general, se ven muy beneficiadas en su evolución. La lista no termina aquí, sino que se va ampliando de forma continuada, a medida que se van conociendo mejor las relaciones existentes entre la presencia de intolerancias alimentarias y la aparición de trastornos tanto a nivel sistema Nervioso Central, como del Periférico.
En los niños hay muchos casos de Autismo que se benefician del seguimiento de una dieta sin gluten. Lo mismo ocurre en pacientes con síndrome de Tourette, que consiste en la presencia de Tics motores y fónicos manifestados en forma de movimientos incordinados de diversos grupos musculares.
Además, estos pacientes frecuentemente se acompañan de Tocs (trastornos obsesivo-compulsivos) y TDAH (trastornos relacionados con déficit de atención e hiperactividad) que mejoran de una forma notable con el seguimiento estricto y mantenido de una dieta sin gluten, lo que les permite disminuir y llegar a no necesitar la toma de medicación que reciben para su adecuado control, mejorando notablemente la calidad de vida de estos pacientes.
¿Existe alguna relación entre la celiaquía, quizás no detectada a tiempo, y el cáncer?
Sí, por supuesto, siendo la más conocida la relacionada con la presencia de tumores malignos del intestino delgado (tanto del tipo de Linfoma, como de Adenocarcinoma), pero también se piensa, y se está investigando, que puede ser un co-factor importante en el desarrollo de tumores malignos de orofaringe, esófago y colon, entre otros.
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De donde es el médico?