Vamos camino de arrancar la última hoja del calendario de un año demasiado aciago, en el cual la salud se ha visto mermada en muchísimas personas, y en demasiados miles la situación provocada por la pandemia les ha costado la vida.
Estoy convencido de que la mayoría tenemos poco ánimo festivo, ya sean fiestas patronales o la celebración navideña. El virus no se rinde y continúa su curso, agotando como puede gran parte de nuestras maniobras. Estamos cansados, desanimados y malhumorados, con la esperanza de que en la ventana los Reyes Magos nos dejen una vacuna que pueda hacer de herramienta a nuestra debilidad.
La perspectiva aún tiene un horizonte gris, y esto impide que no haya alegría como para estar alegres, sin embargo los niños tienen que disfrutar de las luces navideñas creo que de una forma sencilla, para que no merme su moral. No sabemos cuándo ni cómo la ciencia podrá vencer esta pandemia. Los avances no son tantos como para estar todos los días hablando de lo mismo.
A todos nos gustaría celebrar la navidad, con la alegría de los niños junto a los abuelos, siempre cariñosos y compasivos, seguramente los que reciben el mayor calor humano de todos cuantos nos rodean.
En este tiempo, a pesar de los desajustes, los niños siguen aprendiendo y desarrollando su inteligencia. Unas personitas que cuando sean mayores le podrán decir a sus hijos que conocieron un virus que limitó cosas de su infancia y experimentó su inocente vida, y que con su responsabilidad honesta cumplieron las normas y se comportaron como jabatos bastante mejor que algunos jóvenes y adultos para detenerlo.
Pensar en algo bueno ya es un paso para conseguirlo. Ahora que de alguna manera estamos interiorizando el miedo, hay muchos niños que han visto por primera vez a sus padres temer por algo, ellos se dan cuenta y se fijan en lo que ocurre.
A lo largo de nuestra vida encontrarnos en situaciones difíciles es lo normal. En esta encrucijada este año que nos hemos privado de tantas cosas y perdido muchísima gente, seguramente como los dulces en navidad, estamos por las fechas tan entrañables que se aproximan en el momento más complicado de este proceso.
En la primera fase hubo falta de previsión, después confiados en la segunda oleada, nos mataron los errores, ahora no podemos tropezar dos veces, hay cosas que no se pueden repetir.
En profundidad, ya tenemos demasiadas sillas vacías, no es tiempo de programar nada, valoremos las consecuencias de cualquier alternativa, no aceleremos, no merece la pena el riesgo.
a la responsabilidad.
Artículos de José Antonio Ortega
Que mania !! Tu tienes que ser un funcionario de estos rojos que tienen el salario ya fijo y sin preocupaciones. Deja al mundo vivir y seguir.
En febrero volveremos a decir lo mismo cuando estemos en plena tercera ola por culpa de la gente irresponsable que va a los sitios donde más gente se reúne; sobre todo en terrazas, bares y comercios.. nunca aprenderemos de los errores