Pensando en quienes no tienen nada, me puedo considerar un privilegiado y eso me preocupa todavía más cuando llega la Navidad.
La Navidad invita a la reflexión por diferentes motivos, sobre todo en las personas creyentes. Se adora al niño que nació en Belén en el pesebre de un establo dentro de la mayor humildad, cuando después de veinte siglos, todavía hay miles de personas que viven y duermen en la calle por infinidad de circunstancia al no disponer de un techo donde resguardarse. La vida es una lucha diaria de la que al final cuando nos toque, de alguna manera todos saldremos ilesos.
La verdad es que el mundo da pena, si nos fijamos en la abundancia del consumo, los regalos envolventes y agobios que tuvimos años atrás, debido a las circunstancias, ahora mucho menos, pero todavía se originan fiestas privadas y aglomeraciones, aunque resulte increíble.
Las cosas de un día para otro se complican y aparecen circunstancias o cepas nuevas. El dolor, la tristeza y la impotencia, parece que no me afecta, me convierto en un “asintomático” más, pero se apaga cualquier ilusión que pueda aparecer una semilla de alegría.
Tendremos que restar crédito a muchas de las cosas que se han dicho, porque de lo contrario podríamos volvernos locos. Vivimos rodeados de problemas en una etapa larga en la que nadie sabe cómo vamos a salir de esta. Para mantener la cordura, la reflexión en navidad debería ser un termómetro para medir como sana costumbre nuestra conciencia y buscar la mejor solución yendo juntos en el mismo barco.
Nunca más va a ser hoy, cada momento es distinto y por tanto irrepetible. Atravesamos una situación muy difícil con demasiado desconcierto en un mismo país. Estamos a punto de finalizar un año donde tendríamos como referencia, haber visto más imágenes de la desesperación de los sanitarios al principio ante el pánico por la falta equipamiento y de material de todo tipo, así como de personas ingresadas en las UCI, que seguramente no habrían impactado sirviendo para llevarnos las manos a la cabeza, respetar y tomar conciencia, y algunos para mirarse al espejo por aprovechar la situación para especular y acaparar más de lo que debía.
Una sociedad considerada próspera, pero con escasez de decisiones propias, con exceso de protagonismo de quienes nos representan, que se entretiene culpando a los demás y todavía con más fuerza si no piensan igual que nosotros.
Demos gracias por seguir estando vivos -de momento- a pesar de los errores y falta de previsión, y ante ciertas dudas, cautelas y recelos que despierten las diferentes vacunas.
Haciendo balance y recordando a los que ya no están o se encuentran entubados, somos personas con suerte. Vamos a felicitarnos como un detalle de amor y gesto de apoyo en este momento tan necesario, que sigue yendo para muy largo. Vamos a arroparnos igual que cuando hace frío, con la ternura de animar a esa persona que está sola, algún llanto y tal vez aquella llamada inesperada casi de sorpresa de una persona olvidada con un aliento sincero de esperanza.
En su justa medida, recuperemos esa manera nuestra de ser y sentir. Cuidemos lo que más nos importa. En este mundo andante en nuestra mano está el cumplimiento de las normativas, por una actitud de civismo, no porque puedan sancionarnos. Todos sufrimos las consecuencias, hagamos lo posible para dar lo mejor de nosotros.
Feliz Navidad.
Artículos de José Antonio Ortega
De acuerdo José Antonio la navidad es momento para la reflexión. Atravesamos unos momentos que nadie pensaba que esto puediera pasar. Estoy pesimista al pensar de que no sabremos sacar las conclusiones acertadas para el futuro. Dicen que un pesimista es un optimista informado.
Ya no pensamos por nosotros mismos, nos fabrican lo que tenemos que pensar, el abuso de noticias falsas… un bucle tóxico que contamina nuestra capacidad de análisis.
En política se impone el insulto a las soluciones. Dardos ideológicos, en vez de alternativas, llamando al gobierno «socialcomunista» (me encanta este nombre) una manipulación grosera con desconocimiento del termino utilizado.
En el confinamiento la tierra ha respirado sin nosotros, hemos visto y oido los pájaros más que nunca ante la drástica reducción de emisiones de CO2. No es sostenible este modelo económico del derroche.
Sin respeto a los derechos humanos. Las personas son numeros o «gentes» que se ahogan en el Mediterráneo por el solo hecho de bucar donde vivir en paz. La gestión del Covid en paises como EEUU, Brasil.. el aliento, de algunos partidos, a negacionistas para manifestarse… El ataque a las democracias de la nueva «peste» (fascismo) aprovechando la pandemia.
José Antonio, son muchos retos que poner encima de la mesa y junto a la ciudadania ir revertiendo lo mal que gestionamos este mundo. El jesucristo por el que celebramos la navidad sería uno más de los que se pondrían al frente de un cambio más necesario que nunca , no tenemos un planeta B… y que de volver a la normalidad de antes seguiremos como si nada hubiese ocurrido. ¡Pesimismo!