.
🌼 jueves 25 abril 2024
spot_imgspot_imgspot_imgspot_img
spot_img

Querida Piedad

Querida Piedad, ahora que te has marchado para siempre, quiero recordarte que has sido lo mejor que he tenido en mi vida y por tanto te doy las gracias por los veintitrés años que hemos estado juntos.

Aun teniendo nuestras cosas, porque nada es de color de rosa, ha sido un tiempo donde juntos hemos afrontado varias adversidades. Superaste un Linfoma muy agresivo hace doce años, cuando todos creíamos que te ibas, entre la medicina, la esperanza y tus ganas de vivir, surgió poco menos que un milagro. Al principio íbamos a revisión cada tres meses, luego cada seis, y después cada año cuando pasaste a la lista que en el argot de los médicos la llaman supervivientes.

Fueron pasando los años satisfechos por los tratamientos recibidos sin ninguna complicación extraña. Ninguno de los dos sufrimos el Covid a Dios gracias, y así llegamos hasta el pasado noviembre donde te detectaron otro tipo cáncer con metástasis, el cual tú sabes y yo no digo el nombre para no preocupar más de los debido a quien pueda tener el mismo.

Querida Piedad, cada vez con menos fuerza has llegado hasta este miércoles. Con un hilo de voz apenas perceptible te escuchábamos los últimos días y con el ansia en decirnos las cosas te pudo la tos y la fatiga.

Los dos sabíamos que no íbamos a poder tocar la campana de la salud que veíamos en la Arrixaca, aun así quise mencionarlo hace unos días, para darle ilusión y esperanza a quienes tengan posibilidades de hacerlo.

Querida Piedad, la vida ha sido así de cruel contigo, y por tanto conmigo y las chiquillas también, porque la vida es así de dura, y seguramente porque en la vida no hay rosas sin espinas.

Nos han quedado muchas cosas por hacer juntos. Entre la aceptación y la adaptación, el día después de tu ausencia, viendo tu ropa y objetos personales, está siendo muy duro. Los días que vengan detrás no sé ni cómo serán, ni cuántos, aunque previsiblemente serán todos porque es una pérdida irreparable.

Los compañeros de Salvemos el Arabí, te han dedicado unas palabras que como curiosa forma de premiar tu autenticidad transcribo de manera literal:

“Se fueron acumulando episodios donde Piedad Muñoz aparecía, en medida de su tiempo y circunstancias sin fisuras, en la defensa del territorio. Muchos apenas la conocíamos en otros ámbitos, pero tenemos que mostrarle todo el agradecimiento porque el rostro que mostraba era humano y solidario. Creemos que diferenciaba claramente, qué estaba bien y qué no, y elegía con cortesía, con buenas palabras y con su presencia impagable.

Que la tierra te sea leve, que descanses en Paz”.

Querida Piedad, ya no te voy a preparar las pastillas como cada noche para el día siguiente y como evidencia sólida de la dureza de estos momentos, llevo tu anillo en mi dedo meñique siempre, así me lo ha dicho María.

Querida Piedad, en tu nombre y en el mío, doy las gracias al equipo de los cuidados paliativos que durante un par de semanas ha venido a casa. Unas personas maravillosas que viven probablemente como nadie cada episodio y la realidad del tramo final de cada paciente y le ayudan y motivan para agarrarse hasta su último aliento. Así como Juan Pablo Palao, este joven párroco yeclano que de manera accidental durante esta última semana ha oficiado en San José Obrero, por su visita, estímulo y palabras, y que el domingo por cierto se marcha a Roma.

Querida Piedad, escuchando de fondo la música de Cinema Paradiso, yo estoy en la salita donde me pongo a escribir y tú ya no estás en el salón, y con todo mi amor, has sido un regalo de la vida, la persona que más cariño me ha dado, quien más ha hecho por mí, y con tu trato cercano y llano, lo hemos compartido todo siempre, pero esto es un trago demasiado amargo, el cual nadie debería pasar por ello.

Querida Piedad, en una armonía que ahora no existe, cuando nos invade una amargura profunda y hasta el Lápiz está triste, sabes que nos quedamos con la conciencia tranquila de que hemos hecho todo lo posible para vencer al cáncer, y su guadaña nos ha derrotado, pero no tenemos remordimiento alguno de pensar si podríamos haber hecho algo más. Alguien me dijo y tú no lo sabes, aunque por dentro lo sabías, que esto era como ponerse frente al mar y pretender parar su oleaje, un reto imposible. 

Querida Piedad, el primo Pepito de Francia falleció el pasado lunes por lo mismo que tú, y sabiendo lo mucho que le querías no quisimos decírtelo, en algún rincón de la otra vida os veréis juntos.

Querida Piedad, en esta reflexión muy sentida dentro de un silencio crudo, donde no hay palabras de consuelo y cada uno llevaremos nuestro propio duelo, me despido para decirte que durante cinco meses muchísima gente me ha dicho: si necesitas algo aquí estoy, y yo siendo agradecido, porque sé que lo hacen de corazón, les doy gracias, pero yo no necesito nada, solo te necesito a ti, siempre viajábamos juntos y te has marchado sin mí.

Querida Piedad, se han agotado las pilas de tu vida, como las de ese reloj que aparece en el fondo de esta foto muy reciente. Te has ido en silencio, rodeada de los tuyos, y mirando con los ojos cerrados al cielo sin poder decir nada y sin derramar una lágrima.

a Rocío y María. 

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Querida Piedad, ahora que te has marchado para siempre, quiero recordarte que has sido lo mejor que he tenido en mi vida y por tanto te doy las gracias por los veintitrés años que hemos estado juntos.

Aun teniendo nuestras cosas, porque nada es de color de rosa, ha sido un tiempo donde juntos hemos afrontado varias adversidades. Superaste un Linfoma muy agresivo hace doce años, cuando todos creíamos que te ibas, entre la medicina, la esperanza y tus ganas de vivir, surgió poco menos que un milagro. Al principio íbamos a revisión cada tres meses, luego cada seis, y después cada año cuando pasaste a la lista que en el argot de los médicos la llaman supervivientes.

Fueron pasando los años satisfechos por los tratamientos recibidos sin ninguna complicación extraña. Ninguno de los dos sufrimos el Covid a Dios gracias, y así llegamos hasta el pasado noviembre donde te detectaron otro tipo cáncer con metástasis, el cual tú sabes y yo no digo el nombre para no preocupar más de los debido a quien pueda tener el mismo.

Querida Piedad, cada vez con menos fuerza has llegado hasta este miércoles. Con un hilo de voz apenas perceptible te escuchábamos los últimos días y con el ansia en decirnos las cosas te pudo la tos y la fatiga.

Los dos sabíamos que no íbamos a poder tocar la campana de la salud que veíamos en la Arrixaca, aun así quise mencionarlo hace unos días, para darle ilusión y esperanza a quienes tengan posibilidades de hacerlo.

Querida Piedad, la vida ha sido así de cruel contigo, y por tanto conmigo y las chiquillas también, porque la vida es así de dura, y seguramente porque en la vida no hay rosas sin espinas.

Nos han quedado muchas cosas por hacer juntos. Entre la aceptación y la adaptación, el día después de tu ausencia, viendo tu ropa y objetos personales, está siendo muy duro. Los días que vengan detrás no sé ni cómo serán, ni cuántos, aunque previsiblemente serán todos porque es una pérdida irreparable.

Los compañeros de Salvemos el Arabí, te han dedicado unas palabras que como curiosa forma de premiar tu autenticidad transcribo de manera literal:

“Se fueron acumulando episodios donde Piedad Muñoz aparecía, en medida de su tiempo y circunstancias sin fisuras, en la defensa del territorio. Muchos apenas la conocíamos en otros ámbitos, pero tenemos que mostrarle todo el agradecimiento porque el rostro que mostraba era humano y solidario. Creemos que diferenciaba claramente, qué estaba bien y qué no, y elegía con cortesía, con buenas palabras y con su presencia impagable.

Que la tierra te sea leve, que descanses en Paz”.

Querida Piedad, ya no te voy a preparar las pastillas como cada noche para el día siguiente y como evidencia sólida de la dureza de estos momentos, llevo tu anillo en mi dedo meñique siempre, así me lo ha dicho María.

Querida Piedad, en tu nombre y en el mío, doy las gracias al equipo de los cuidados paliativos que durante un par de semanas ha venido a casa. Unas personas maravillosas que viven probablemente como nadie cada episodio y la realidad del tramo final de cada paciente y le ayudan y motivan para agarrarse hasta su último aliento. Así como Juan Pablo Palao, este joven párroco yeclano que de manera accidental durante esta última semana ha oficiado en San José Obrero, por su visita, estímulo y palabras, y que el domingo por cierto se marcha a Roma.

Querida Piedad, escuchando de fondo la música de Cinema Paradiso, yo estoy en la salita donde me pongo a escribir y tú ya no estás en el salón, y con todo mi amor, has sido un regalo de la vida, la persona que más cariño me ha dado, quien más ha hecho por mí, y con tu trato cercano y llano, lo hemos compartido todo siempre, pero esto es un trago demasiado amargo, el cual nadie debería pasar por ello.

Querida Piedad, en una armonía que ahora no existe, cuando nos invade una amargura profunda y hasta el Lápiz está triste, sabes que nos quedamos con la conciencia tranquila de que hemos hecho todo lo posible para vencer al cáncer, y su guadaña nos ha derrotado, pero no tenemos remordimiento alguno de pensar si podríamos haber hecho algo más. Alguien me dijo y tú no lo sabes, aunque por dentro lo sabías, que esto era como ponerse frente al mar y pretender parar su oleaje, un reto imposible. 

Querida Piedad, el primo Pepito de Francia falleció el pasado lunes por lo mismo que tú, y sabiendo lo mucho que le querías no quisimos decírtelo, en algún rincón de la otra vida os veréis juntos.

Querida Piedad, en esta reflexión muy sentida dentro de un silencio crudo, donde no hay palabras de consuelo y cada uno llevaremos nuestro propio duelo, me despido para decirte que durante cinco meses muchísima gente me ha dicho: si necesitas algo aquí estoy, y yo siendo agradecido, porque sé que lo hacen de corazón, les doy gracias, pero yo no necesito nada, solo te necesito a ti, siempre viajábamos juntos y te has marchado sin mí.

Querida Piedad, se han agotado las pilas de tu vida, como las de ese reloj que aparece en el fondo de esta foto muy reciente. Te has ido en silencio, rodeada de los tuyos, y mirando con los ojos cerrados al cielo sin poder decir nada y sin derramar una lágrima.

a Rocío y María. 

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.
uscríbete EPY

¿Quieres añadir un nuevo comentario?

Hazte EPY Premium, es gratuito.

Hazte Premium

3 COMENTARIOS

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.
- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img

Servicios

Demanda empleo Oferta empleo
Compra Venta
Canal inmobiliario Farmacia
Teléfono interes Autobuses