Cuando se entremezclan la fotografía, la música y la poesía, no cabe la menor duda que con ese maridaje se puede obtener un perfecto retrato sobre un tema.
En una tarde de sábado cuando el sol bajaba la persiana, en la Plaza Mayor de nuestro pueblo, tuvimos la oportunidad de asistir a una gran representación de arte y cultura, y una nueva demostración muy trabajada en defensa del Arabí, “La belleza infinita”.
José Luis Navarro y Conchi Muñoz Navarro, pusieron el dedo en la llaga sobre el drama que nos acecha.
Mirando fijamente la exposición de fotografías de JL Navarro, sabes que todas las tiene memorizadas. Él dice que una fotografía tiene diferentes fases, “la primera es crearla en su cabeza, y después cuando llega el segundo paso, ya tiene las cosas claras, y solo queda aplicar la técnica que más interesa”.
Su tarea merece el reconocimiento, no es fácil explicar el sentimiento de una fotografía, y posiblemente por todo ello, José Luis, sea una de las personas que con sus miles de fotografías dedicadas a nuestro monte mágico, mejor conoce el Arabí.
El arte que siempre es creación, como una “telaraña en cielo azul” se dejó atrapar, y por tanto Conchi Muna, en una especie de medida cautelar y con su particular virtud, nos obligó con su piano al que la poesía puso voz, para hacer un alto en el camino, mirar hacia atrás y ponernos en el lugar del Arabí.
“Arabí no llores”, “Arabí no temas”, y así como fuente de inspiración, un pequeño recital para su defensa ante una temeridad que se pretende construir en los aledaños de aquel maravilloso de lugar.
Un rato magnífico, sentado en la fuente de forja. Miraba con atención entrada la noche, el Castillo, la Iglesia Vieja, la Torre del Reloj y el Ayuntamiento. El epicentro de Yecla que tanto alberga y el sitio donde se debaten las ideas y propuestas, y se toman las decisiones.
El Arabí seduce. Una hermosa exposición cuidadosamente planeada, una carta de amor con imágenes, con esmero e imaginación, donde se aprecian los detalles y demuestra que el rechazo social a lo que allí se pretende debe continuar siendo una alerta contundente.
Todo esto sigue ayudando a romper el propio silencio del Arabí. El asunto tiene miga, ahora que se continúan proyectando muchas dudas. Desde allí el monte sabe que hay mucha gente unida arrimando el hombro, poniendo el alma y siguiendo adelante.
Entre el numeroso público, contemplar el inventariado de fotos, cerrar los ojos y respirar profundo, es lo que hice embobado durante largos minutos. No entiendo de volúmenes, proporciones y superficies, ni lo de un lado ni de otro, pero me gusta imaginar lo que hay detrás. Tampoco entiendo de música, pero sí sé que la música analiza la realidad de cada tiempo. Me encantó este montaje y ese piano que esa tarde tomó el pulso a una parte de nuestra realidad. Se deslizaron las manos, se mezclaron las teclas con el sonido de las campanas mediante un eco de advertencia para darnos prisa, no dar el más mínimo tambaleo y aprovechar sin ninguna muestra de debilidad el tiempo que resta en defensa de nuestro patrimonio.
Alcanzar nuestro objetivo en los términos formulados con retratos del Arabí, conjugados con la dulzura de los mensajes de Conchi, pianista, compositora, afincada en algún rincón de Alemania y que ahora está unos días en la tierra que la vio nacer, y dedicó un tiempo del suyo bien empleado para evitar el posible dolor por un daño irreparable en un punto que ni elegido a propósito.
Seguramente todavía nos queda un largo trecho. Ambos han aportado lo suyo, y ahí están esas notas para marcar la agenda, sirviendo de nutrientes a su paso para dispersar una terrible amenaza en uno de los pulmones de nuestra comarca.
Estuve el sábado en la Plaza Mayor. Fotografías del Monte Arabí de gran tamaño de ese monumento natural que nos quiere destrozar el Grupo El Pozo. El piano, en frente la puerta principal de nuestro ayuntamiento y todo eso.
Oyendo la música me vino a la mente que tiempo atrás, guardando las distancias, el recordar cuando estuve en la Plaza de Mayo, en frente la Casa Rosada de Buenos Aires. Las fotografías eran reivindicativas, como las madres de la plazas de mayo con sus pañuelos blanco en el pelo, pidiendo conocer donde estaban sus hijos desaparecidos por la dictadura Argentina. La distancia entre la Casa Rosada y nuestro Ayuntamiento ya tuve que echarle más imaginación.
Lo principal, TODO SUMA. Una exposición de fotografía del Monte Arabí, más la música, abunda en la toma de conciencia del pueblo. Todos los yeclanos/as deben tener grabado en sus mentes que es imposible transigir con el proyecto de una macro-granja.
Detendrá en seco nuestro incipiente turismo, y pondrá en peligro nuestros acuíferos con riesgo de contaminación por purines de miles de marranos. Los trasvases no pueden llegar a Yecla.
El agua es un bien que Yecla debe de conservar a toda costa. Ojo con el agro-negocio devorador de agua.
¿Esto lo sabe nuestro equipo municipal de gobierno?
«Dejaremos que alguien se ponga la medalla, pero que acaben ya con esta encrucijada. El Pozo diga por segunda y última vez que abandona el proyecto de la maldita granja» ¡¡BASTA YA!!
No sobre-explotar nuestros acuíferos es el otro gran desafío que tiene esta Ciudad.