Conversar con Héctor Alejandro Altamirano Sandroni, con nombre de actor de novela; significa entre otras cosas, aceptar la humildad de las personas.
El entrenador del Yeclano Deportivo, argentino de nacimiento en una cuna de Córdoba, llegó a Yecla muy jovencito y siempre se ha sentido como pueblo acogedor que somos, eternamente agradecido por el buen recibimiento que en su día tuvieron tanto él, como buena parte de su familia que fue recalando aquí, allá por 1986.
En lo deportivo, asume como propia la modestia del club que dirige, con la misma fortaleza y las buenas vibraciones que en la actualidad existe en la calle con una afición ilusionada de camisetas azulgranas que ha vuelto a resurgir como los girasoles.
Un ambiente excepcional en la grada y las reducidas dimensiones del terreno de juego, a buen seguro favorece el factor campo. Con la idea inequívoca de seguir surtiendo al equipo con jóvenes de la cantera, y jugadores más experimentados de fuera, lo cual a tenor del presupuesto y el mercado de fichajes no es tarea fácil. La dinámica del fútbol moderno exige nuevos planteamientos que este año han llegado al organigrama del equipo.
En lo humano, hemos hablado del elixir de la juventud, y de la importancia de una vida sana, ante el peligro de las adicciones, porque todas dañan la salud y algunas deterioran mucho físicamente. En esta vida con tantos colores grises y contrastes de un futuro incierto para todos, me cuenta que tiene un hijo que marcha a estudiar a Valencia, compromiso y aprendizaje dice que le desea.
Un café que da para mucho…
Un café con Sandroni da para mucho. Es un ejercicio terapéutico, sus argumentos en la formación, información y educación son las mejores herramientas y un cometido para afrontar el deporte y por consiguiente la vida.Le digo que en la fase de ascenso saludé a su madre, al tiempo que ella me decía que en los partidos sufre tanto como pueda hacerlo la madre de un torero. La temporada es larga; el frío invierno de Yecla necesitará el calor de la afición para mantener la temperatura de la categoría.Escuchando a Sandroni se hidrata la mente, y parece que vuelves a coger el ritmo, combina su acento y lo conjuga con mesura, mientras sonríe como un niño grande, con la paciencia de un adulto que se cuida y evita las alteraciones cardíacas.Ha sido una receta motivadora, con las pautas para aumentar las dosis por el esfuerzo, a la vez que me decía, si acompañaré al equipo alguna jornada fuera, le respondo que sí, pero que no sea muy lejos.