La misma crónica del partido de hace quince días frente al Pinatar valdría para contar lo visto ayer en La Constitución. La diferencia es que entonces Borja Mir metió el gol que salvó la mediocridad y ayer el Yeclano no era capaz de marcar un gol ni al arcoiris. Nada es imposible en el fútbol, pero parece difícil ganar un partido sin centro del campo y con el empeño del entrenador en meter delanteros al grito de “más madera”. Resultado final entre el Yeclano y el Nueva Vanguardia, nada a cero goles.
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De nuevo hasta cinco delanteros en el campo, pero sin nadie que ponga orden en el centro de campo. El Yeclano así corre por el terreno de juego como “pollo sin cabeza”. El balón de la defensa a los delanteros, una y otra vez. Esto no funciona por mucho que juegues con once goleadores.
En esas líneas se puede explicar lo que pasó en La Constitución ante una afición que ya se ha dado cuenta de lo que apuntaba el Yeclano desde hace dos o tres meses, aunque entonces la pelotita entraba en la red y tapaba que “al pollo” le habían quitado la cabeza.
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El rival, el Nueva Vanguardia, con sus limitaciones, demostró ser un equipo que sabía a lo que jugaba y sacó un merecido empate pese al árbitro.El colegiado Navarro Quiñonero fue, junto al Yeclano, lo peor de la tarde. Una especie de metralleta de tarjetas a diestro y siniestro sin criterio.
En la crónica también se podría contar algunas pseudo-ocasiones del Yeclano, pero sería desviar la atención de un problema de fondo que tiene este equipo que sigue tercero en la clasificación aunque acosado por los rivales que vienen por atrás.
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La afición terminó haciendo música de viento y el entrenador, García Sanjuán, asegurando que el partido del Yeclano no fue malo. Sin haber hecho una encuesta, la opinión del entrenador parece que se sitúa en la que suele calificarse como “margen de error” en todo muestreo.
A dos meses de terminar la liga, lo que queda claro que así no se llega a la meta.