«Miradas del recuerdo» es el título de la exposición fotográfica organizada por la Asociación de Amigos y Familiares de Enfermos de Alzheimer de Yecla (AFAY) y el círculo fotográfico Clic-Clac, que podremos visitar del 25 de septiembre al 13 de octubre en la Sala de Exposiciones de la Casa Municipal de Cultura de Yecla. El objetivo principal de esta muestra es dar visibilidad a la enfermedad.
AFAY fue creada en 1998, impulsada por varios familiares y personas interesadas para dar respuesta a las necesidades del colectivo ante la administración y orientar a los afectados. El grupo Clic-Clac, por su parte, es más reciente, formado por un grupo de aficionados que, tanto de manera individual como colectiva, participan en el noble arte de la fotografía.
La ciencia y el alzheimer
Los científicos que investigan el Alzheimer y otras demencias son como detectives, explorando el cerebro en todas sus disciplinas. En la mayoría de los casos, la enfermedad no está genéticamente determinada. Cada científico, en su propia línea de investigación, estudia la complejidad del cerebro. Aunque no hay cura para el Alzheimer, se han producido avances que permiten frenar en parte su progresión una vez detectada.
Cuando fallan los recuerdos, también falla nuestra identidad, y la capacidad de autonomía se ve afectada, lo que lleva a la persona a depender de los demás. Las familias que conviven con un enfermo de Alzheimer viven una realidad volcada en cuidar de ellos, con la paciencia y empatía como pilares fundamentales.
El proyecto fotográfico
En este proyecto han participado once fotógrafos, quienes han logrado capturar el sentir del alma, el olvido y la tristeza, reflejados en esas miradas ausentes que nos calan profundamente. Cada fotografía, con su propio estilo, se convierte en un reclamo visual, una ventana al mundo interior de las personas afectadas.
La exposición, con más de sesenta piezas, ofrece un testimonio humano de cada paciente, retratando de manera delicada la dura realidad de la enfermedad. Las imágenes, aunque fuertes, están matizadas por el cariño, mezclando nostalgia y recuerdos en un mundo donde deberíamos criticar menos y agradecer más.
La mirada de las manos
Al observar todas las fotografías, además de las miradas del recuerdo, también veo manos: manos de madres que cuidaron de sus hijos y de hijos que ahora cuidan de sus padres; manos trabajadoras, desgastadas y arrugadas como tierra seca, sedientas de afecto. Veo manos que, en su día, se estrechaban con firmeza para cerrar tratos con solo la palabra, y hoy buscan el consuelo de una caricia.
Conexión emocional
Para comprender el Alzheimer desde dentro, estudiar la imagen de una persona afectada es quizá el mejor método. Incluso la persona más insensible encontrará alguna conexión con estas imágenes. Desconocemos la otra cara de la luna, solo podemos imaginarla. Esta exposición fotográfica nos muestra un refugio no elegido por los enfermos, con rostros que expresan ausencia y, en algunos casos, momentos de cálida sonrisa.
El Alzheimer lo transforma todo. Aunque la mente sigue siendo un enigma, es importante vivir el presente sin adelantarse a los acontecimientos. Sigamos luchando por no olvidar a nuestros seres queridos, ya que esta enfermedad nos puede afectar a cualquiera.
El cerebro, encargado de procesar la información almacenada para convertirla en acciones, llega un día en el que, sin aviso, se detiene. A pesar de ser una «carga» psicológica y social considerable, los enfermos de Alzheimer no buscan atención médica, pues no son conscientes de su condición.
Cada foto, un fragmento del olvido
Cada foto de esta exposición es una prueba, una huella de la mente que poco a poco cede al olvido. Es como una ventana cerrada en la penumbra del silencio, un retrato de la mente en su fragilidad, una especie de tensión creativa de la naturaleza. Cada imagen captura un instante, y cada vida se convierte en una fuga persistente, una vida ajena sin decisión consciente.
Un día viniendo de S. Pola a Yecla llevaba la radio del coche puesta, un programa sobre esta enfermedad y entrevistaron al hijo de una persona que en su día había padecido de Alzheimer y que ya no estaba entre ellos.
Dijo algo que me llamó mucho la atención. El hijo manifestó que muy posiblemente le había afectado más cuando su padre muere por «primera vez». Hasta que no se explicó me quedé pensando, cuantas veces se muere una persona.
El hijo aclaró que «murió por primera vez» cuando su padre, por el Alzheimer, pierde todo conocimiento de las cosas, no conoce ni a sus familiares más cercanos y como bien de José Antonio…cuando fallan los recuerdos, también falla la identidad.
Ahí es cuando el hijo dice que había muerto por primera vez. La segunda cuando llega al termino de su vida.
Esta terrible enfermedad te lleva a lo que expresaba el hijo, llega un momento que aún viviendo ya no saben si están en este mundo.
Ojalá la ciencia avance, que avanza pero no con la rapidez que quisiéramos.
Las familias de estas personas afectadas son las que de verdad saben el sufrimiento que llevan.
Hay casos más llevaderos otros más difíciles.
Iremos a ver la exposición de fotografías.