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✝️ jueves 28 marzo 2024
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«Para saber qué comemos hay que aprender a leer etiquetas», Rosa Gil, nutricionista

Hay que dejar de contar calorías para empezar a fijarse en la calidad nutricional del alimento

La asignatura de nutrición tendría que ser obligatoria en los colegios. ¿Por qué? Según Rosa Gil, dietista y nutricionista, porque “podemos prevenir muchas enfermedades si enseñamos a los niños y jóvenes a llevar una alimentación saludable”.

Hoy es más necesario que nunca porque, ante la abundancia de alimentos industrializados, resulta misión imposible conocer con exactitud la procedencia o el significado de cada uno de los ingredientes que contiene el producto que nos estamos llevando a la boca.

Si a esto le sumamos el extenso listado de ingredientes, muchas veces impronunciables, o los códigos de números que “esconden” una larga lista de aditivos, “aprender a leer una etiqueta deja de ser un juego para convertirse en una necesidad”, asegura Rosa Gil.

La nutricionista ha realizado una charla informativa de gran utilidad y muy práctica, en la tienda Sin Intolerancias de Yecla, títulada: “Si no sabe lo que compra, ¿cómo sabe lo que come?” El objetivo ha sido enseñar a los asistentes a leer etiquetas y aprender a seleccionar los alimentos de mayor calidad nutricional.

dortegas

INDICACIONES PARA APRENDER A LEER UNA ETIQUETA

Durante la charla, Rosa Gil expuso una serie de consejos que sirven de guía a la hora de elegir alimentos de mayor calidad nutricional. Estos son algunos de ellos:

-El listado de ingredientes siempre viene en orden, de mayor a menor cantidad.

-El azúcar industrial: Hay que fijarse muy bien, y empezar a sospechar de aquellos productos que tengan más de 7 gramos de azúcar por ración.

-Las grasas: un componente demonizado por la población. En un producto hay que fijarse en la calidad de la grasa y no tanto en la cantidad. Si aporta grasas saludables (frutos secos o pescado azul) es una buena fuente de energía y ayuda a absorber algunas vitaminas.

Hay que diferenciar las grasas puramente industriales de mala calidad, como son el aceite de palma y las grasas hidrogenadas o trans, presentes en bollería industrial. El consumo de estas grasas está relacionado con enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad.

La sal añadida: puede pasar desapercibida en productos que consumimos a diario. Esto supone un problema, pues la recomendación es de 5 gramos al día, y se suelen consumir más de 10 gr diarios. La podemos encontrar en exceso en galletas, patatas fritas, embutidos, frutos secos salados…Además, inhibe la sensación de saciedad de tal manera que empiezas a comer y no puedes parar. La hipertensión es una enfermedad crónica asociada al consumo de sal que cada vez padecen más personas.

bioconstrucciones

Las calorías no son lo más importante: hay que dejar de contar calorías, y fijarse en la calidad nutritiva. Las nueces y aguacate son alimentos muy calóricos y, a su vez, muy nutritivos. Una mousse de chocolate puede indicar que tiene la misma cantidad de calorías, pero si el 90% provienen del azúcar blanco, lo que vamos a provocar es que el cuerpo lo convierta en grasa.

Los productos considerados “LIGHT”: para llevar esa denominación deben reducir sus calorías en un 30%, pero eso no significa que su calidad nutricional sea mejor. Pensamos que son productos mejores y los comemos sin contención, pero siguen siendo ricos en sal y azúcares.

Publicidad que puede confundir: en los envases de productos industriales, sobre todo en bollería industrial, halagan la cantidad de hierro, fósforo y otras vitaminas que aporten. Sin embargo, son productos con una cantidad brutal de azúcar y grasas hidrogenadas. Hay que prestar atención a esto.

El semáforo nutricional: nos ayuda a determinar la calidad de los productos según su consumición. Simulando a un semáforo, se dividen tres colores: el verde para aquellos productos nutricionalmente buenos, el ámbar para aquellos regulares y el rojo para aquellos considerados “malos” por su exceso de calorías, azúcar y grasas.

CUIDADO CON EL GLUTAMATO MONOSÓDICO Y EL ÁCIDO ORTOFOSFÓRICO

El glutamato monosódico es un potenciador del sabor que inhibe la sensación de saciedad. Lo encontramos en una larga lista de productos alimentarios, también con el código E-621: sopas instantáneas, gusanitos, patatas fritas, etc. Según Rosa Gil, «su consumo prolongado provoca alternaciones a nivel neuronal porque inhibe ciertos neurotransmisores que están desembocando en un aumento de las enfermedades mentales».

El ácido ortofosfórico (E-338) está presente en bebidas comerciales en grandes cantidades y, con el paso del tiempo, sustrae el calcio de los huesos. «Se han ido haciendo estudios y se están observando casos de osteoporosis tempranas en niños pequeños. Esto es un grave problema porque los niños son una población de riesgo a los que les deberíamos aumentar su ingesta de calcio. Sin embargo, aditivos alimentarios como éste les provoca un déficit de este mineral, entre otras consecuencias», asegura la dietista.

Y recuerda que: «la moraleja de comer es que sirva para nutrirnos, esa es la función que cumple. El cuerpo no entiende que es el glutamato, al igual que el alcohol, son calorías vacías que el organismo no sabe qué hacer con ellas porque no se utilizan para ningún proceso biológico o metabólico. Se acumulan como reservas de energías y a la larga provocan enfermedades crónicas».

“Los alimentos procesados como los embutidos son un problema porque al estar envasados contienen gran cantidad de aditivos: estabilizantes, colorantes, acidulantes, etc. Se emplean para que el alimento se conserve por más tiempo, entre otras funciones, pues por obra de la naturaleza esto no va a suceder. En la medida de lo posible, hay que evitar los aditivos. En su lugar, comprar jamón recién cortado es una buena alternativa”.

«A través de una alimentación saludable podemos prevenir gran parte de las enfermedades crónicas más extendidas en la sociedad actual, como son la diabetes, obesidad, osteoporosis, hipertensión, cáncer de colon o colesterol alto», asegura Rosa Gil y añade: «comer mal nos está matando. Sin embargo, si incorporamos alimentos nutritivos en nuestra vida evitaremos muchas visitas al médico y gozaremos de una mejor salud y calidad de vida. Aprender a leer las etiquetas es un buen comienzo para elegir alimentos de calidad».

miel de chinchilla

 

Bienvenida Morales
Bienvenida Morales
Periodista licenciada por la Universidad Complutense de Madrid es especialista en tema de vida sana y propiedades sobre el agua de mar

La asignatura de nutrición tendría que ser obligatoria en los colegios. ¿Por qué? Según Rosa Gil, dietista y nutricionista, porque “podemos prevenir muchas enfermedades si enseñamos a los niños y jóvenes a llevar una alimentación saludable”.

Hoy es más necesario que nunca porque, ante la abundancia de alimentos industrializados, resulta misión imposible conocer con exactitud la procedencia o el significado de cada uno de los ingredientes que contiene el producto que nos estamos llevando a la boca.

Si a esto le sumamos el extenso listado de ingredientes, muchas veces impronunciables, o los códigos de números que “esconden” una larga lista de aditivos, “aprender a leer una etiqueta deja de ser un juego para convertirse en una necesidad”, asegura Rosa Gil.

La nutricionista ha realizado una charla informativa de gran utilidad y muy práctica, en la tienda Sin Intolerancias de Yecla, títulada: “Si no sabe lo que compra, ¿cómo sabe lo que come?” El objetivo ha sido enseñar a los asistentes a leer etiquetas y aprender a seleccionar los alimentos de mayor calidad nutricional.

dortegas

INDICACIONES PARA APRENDER A LEER UNA ETIQUETA

Durante la charla, Rosa Gil expuso una serie de consejos que sirven de guía a la hora de elegir alimentos de mayor calidad nutricional. Estos son algunos de ellos:

-El listado de ingredientes siempre viene en orden, de mayor a menor cantidad.

-El azúcar industrial: Hay que fijarse muy bien, y empezar a sospechar de aquellos productos que tengan más de 7 gramos de azúcar por ración.

-Las grasas: un componente demonizado por la población. En un producto hay que fijarse en la calidad de la grasa y no tanto en la cantidad. Si aporta grasas saludables (frutos secos o pescado azul) es una buena fuente de energía y ayuda a absorber algunas vitaminas.

Hay que diferenciar las grasas puramente industriales de mala calidad, como son el aceite de palma y las grasas hidrogenadas o trans, presentes en bollería industrial. El consumo de estas grasas está relacionado con enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad.

La sal añadida: puede pasar desapercibida en productos que consumimos a diario. Esto supone un problema, pues la recomendación es de 5 gramos al día, y se suelen consumir más de 10 gr diarios. La podemos encontrar en exceso en galletas, patatas fritas, embutidos, frutos secos salados…Además, inhibe la sensación de saciedad de tal manera que empiezas a comer y no puedes parar. La hipertensión es una enfermedad crónica asociada al consumo de sal que cada vez padecen más personas.

bioconstrucciones

Las calorías no son lo más importante: hay que dejar de contar calorías, y fijarse en la calidad nutritiva. Las nueces y aguacate son alimentos muy calóricos y, a su vez, muy nutritivos. Una mousse de chocolate puede indicar que tiene la misma cantidad de calorías, pero si el 90% provienen del azúcar blanco, lo que vamos a provocar es que el cuerpo lo convierta en grasa.

Los productos considerados “LIGHT”: para llevar esa denominación deben reducir sus calorías en un 30%, pero eso no significa que su calidad nutricional sea mejor. Pensamos que son productos mejores y los comemos sin contención, pero siguen siendo ricos en sal y azúcares.

Publicidad que puede confundir: en los envases de productos industriales, sobre todo en bollería industrial, halagan la cantidad de hierro, fósforo y otras vitaminas que aporten. Sin embargo, son productos con una cantidad brutal de azúcar y grasas hidrogenadas. Hay que prestar atención a esto.

El semáforo nutricional: nos ayuda a determinar la calidad de los productos según su consumición. Simulando a un semáforo, se dividen tres colores: el verde para aquellos productos nutricionalmente buenos, el ámbar para aquellos regulares y el rojo para aquellos considerados “malos” por su exceso de calorías, azúcar y grasas.

CUIDADO CON EL GLUTAMATO MONOSÓDICO Y EL ÁCIDO ORTOFOSFÓRICO

El glutamato monosódico es un potenciador del sabor que inhibe la sensación de saciedad. Lo encontramos en una larga lista de productos alimentarios, también con el código E-621: sopas instantáneas, gusanitos, patatas fritas, etc. Según Rosa Gil, «su consumo prolongado provoca alternaciones a nivel neuronal porque inhibe ciertos neurotransmisores que están desembocando en un aumento de las enfermedades mentales».

El ácido ortofosfórico (E-338) está presente en bebidas comerciales en grandes cantidades y, con el paso del tiempo, sustrae el calcio de los huesos. «Se han ido haciendo estudios y se están observando casos de osteoporosis tempranas en niños pequeños. Esto es un grave problema porque los niños son una población de riesgo a los que les deberíamos aumentar su ingesta de calcio. Sin embargo, aditivos alimentarios como éste les provoca un déficit de este mineral, entre otras consecuencias», asegura la dietista.

Y recuerda que: «la moraleja de comer es que sirva para nutrirnos, esa es la función que cumple. El cuerpo no entiende que es el glutamato, al igual que el alcohol, son calorías vacías que el organismo no sabe qué hacer con ellas porque no se utilizan para ningún proceso biológico o metabólico. Se acumulan como reservas de energías y a la larga provocan enfermedades crónicas».

“Los alimentos procesados como los embutidos son un problema porque al estar envasados contienen gran cantidad de aditivos: estabilizantes, colorantes, acidulantes, etc. Se emplean para que el alimento se conserve por más tiempo, entre otras funciones, pues por obra de la naturaleza esto no va a suceder. En la medida de lo posible, hay que evitar los aditivos. En su lugar, comprar jamón recién cortado es una buena alternativa”.

«A través de una alimentación saludable podemos prevenir gran parte de las enfermedades crónicas más extendidas en la sociedad actual, como son la diabetes, obesidad, osteoporosis, hipertensión, cáncer de colon o colesterol alto», asegura Rosa Gil y añade: «comer mal nos está matando. Sin embargo, si incorporamos alimentos nutritivos en nuestra vida evitaremos muchas visitas al médico y gozaremos de una mejor salud y calidad de vida. Aprender a leer las etiquetas es un buen comienzo para elegir alimentos de calidad».

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Bienvenida Morales
Bienvenida Morales
Periodista licenciada por la Universidad Complutense de Madrid es especialista en tema de vida sana y propiedades sobre el agua de mar
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1 COMENTARIO

  1. La única forma de saber hoy día lo que comemos es tener nuestra propia granja y cultivando nuestros propios alimentos. Quien sabe de los sistemas de engorde y toda la porquería que hacen comer a todos los animales comestibles y la cantidad de productos perjudiciales que se utilizan para el cultivo intensivo de frutas, verduras, hortalizas etc… ???????
    Estamos sumidos en una sociedad y cultura consumista y de beneficio económico donde no importan las personas ni su salud, todo ello permitido por nuestros mandatarios.

Bienvenida Morales
Bienvenida Morales
Periodista licenciada por la Universidad Complutense de Madrid es especialista en tema de vida sana y propiedades sobre el agua de mar
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