.
viernes, julio 18, 2025
🌻
spot_imgspot_imgspot_imgspot_img
spot_img

El lipedema: la enfermedad silenciosa que va mucho más allá de las piernas hinchadas

Lejos de ser una simple acumulación de grasa en muslos y brazos, el lipedema es una enfermedad crónica que altera la microcirculación, debilita el tejido conectivo y mantiene un estado inflamatorio de bajo grado. Con el tiempo, puede comprometer la movilidad, forzar las articulaciones y desequilibrar tanto el sistema hormonal como el bienestar emocional. Detectar sus primeros indicios —hematomas espontáneos, fatiga persistente o dolor articular sin causa aparente— resulta decisivo para frenar la progresión y exige la mirada experta de profesionales que sepan distinguirlo de otros problemas metabólicos o vasculares. 

Con más de 15 años de dedicación exclusiva a esta patología, Clínicas Simarro aborda esta patología desde un enfoque integral y no quirúrgico que prioriza la detección temprana de incluso los signos más atípicos y diseña planes de tratamiento completamente personalizados. Conocer los signos menos evidentes es el primer paso.

Cuando el cansancio no se explica

“Solo estoy un poco cansada”. Esa frase se repite con demasiada frecuencia entre mujeres con lipedema en fases iniciales. Pero no hablamos de la típica fatiga después de una jornada intensa, sino de una sensación constante de agotamiento que no desaparece tras dormir o descansar. Varios estudios relacionan esta astenia con inflamación sistémica y alteraciones en la microcirculación que reducen la oxigenación de los tejidos. El resultado: menos energía para el músculo y más para el dolor. Ignorar este síntoma prolonga la inactividad física y acelera la pérdida de masa magra, elemento clave para controlar el avance de la enfermedad.

Moratones que cuentan una historia oculta

Los hematomas espontáneos son otro indicador infravalorado. Aparecen tras un roce mínimo o, directamente, sin recordar ningún golpe. La presión anómala sobre los capilares y la fragilidad vascular favorecen microhemorragias cutáneas. A nivel estético pueden parecer un problema menor, pero cada moratón refleja que la piel y el tejido adiposo están sufriendo. Detectarlos a tiempo permite iniciar tratamientos que refuercen la pared venosa y reduzcan la inflamación local.

La huella de las hormonas

Menarquia, embarazo, postparto, premenopausia… Las grandes etapas hormonales femeninas coinciden con picos de evolución del lipedema. No es casualidad. El tejido lipedémico alberga más receptores de estrógenos y progesterona que la grasa “normal”, de modo que cada cambio hormonal se traduce en retención de líquidos, dolor y mayor volumen. Además, muchas pacientes reportan ciclos menstruales más dolorosos o irregulares, un efecto que a menudo se achaca solo al estrés o a la edad. Valorar conjuntamente síntomas ginecológicos y adiposos ahorra años de peregrinaje entre consultas.

Un intestino que también habla

La relación entre lipedema y sistema digestivo es un terreno en expansión. Un número creciente de investigaciones vincula esta patología con disbiosis intestinal e hiperpermeabilidad. Dicho de otro modo: un microbioma alterado favorece la entrada de toxinas al torrente sanguíneo, alimenta la inflamación crónica y empeora el edema. No es raro que las pacientes describan episodios de síndrome del intestino irritable, gases o hinchazón abdominal que fluctúan con el estado de sus piernas. Incorporar pautas nutricionales antiinflamatorias y probióticas puede aliviar tanto la sintomatología digestiva como la adiposa.

Articulaciones en alerta

Otra queja habitual en la consulta es el dolor articular “sin causa”. Rodillas, caderas y zona lumbar soportan una biomecánica alterada por el reparto irregular de la grasa; incluso mujeres con normopeso acusan sobrecarga. Con el paso del tiempo, la desviación del eje corporal provoca microlesiones y favorece artrosis precoz. Escuchar estas molestias, en lugar de atribuirlas a la edad o la falta de entrenamiento, permite diseñar planes de fortalecimiento muscular y fisioterapia que corrijan la postura y prolonguen la movilidad.

Detectar antes para vivir mejor

En la Región de Murcia, la prevalencia del lipedema se estima en torno al 11 % de la población femenina. Sin embargo, los diagnósticos confirmados son muchos menos. La razón principal es la ausencia de signos “clásicos” en fases tempranas: ni sobrepeso evidente ni celulitis pronunciada. Por eso resulta crucial prestar atención a las señales silenciosas descritas: cansancio injustificado, moratones recurrentes, alteraciones menstruales, problemas digestivos y dolor articular atípico.

Un abordaje integral —que combine análisis vascular, control hormonal, reeducación alimentaria, ejercicio adaptado y soporte psicológico— logra ralentizar la progresión e incluso revertir parte del edema.

La importancia de una valoración especializada

Si te reconoces en varios de estos síntomas o conoces a alguien que los sufra, pide una valoración especializada cuanto antes. Una exploración clínica completa ―incluyendo ecografía subcutánea, análisis hormonal y estudio postural― descarta falsos diagnósticos y traza un plan a tu medida. Actuar a tiempo no solo mejora la estética: protege articulaciones, energía y bienestar emocional, alivia la carga sobre el sistema linfático y evita intervenciones quirúrgicas más invasivas en el futuro.

Recuerda: el lipedema no es un destino inevitable, sino un reto que se vence con información, constancia y acompañamiento profesional. Dar el paso hoy es regalarte calidad de vida para mañana.

epy.com
epy.com
Redactores de elperiodicodeyecla.com escriben con este nombre de autor para otra serie de artículos.

Lejos de ser una simple acumulación de grasa en muslos y brazos, el lipedema es una enfermedad crónica que altera la microcirculación, debilita el tejido conectivo y mantiene un estado inflamatorio de bajo grado. Con el tiempo, puede comprometer la movilidad, forzar las articulaciones y desequilibrar tanto el sistema hormonal como el bienestar emocional. Detectar sus primeros indicios —hematomas espontáneos, fatiga persistente o dolor articular sin causa aparente— resulta decisivo para frenar la progresión y exige la mirada experta de profesionales que sepan distinguirlo de otros problemas metabólicos o vasculares. 

Con más de 15 años de dedicación exclusiva a esta patología, Clínicas Simarro aborda esta patología desde un enfoque integral y no quirúrgico que prioriza la detección temprana de incluso los signos más atípicos y diseña planes de tratamiento completamente personalizados. Conocer los signos menos evidentes es el primer paso.

Cuando el cansancio no se explica

“Solo estoy un poco cansada”. Esa frase se repite con demasiada frecuencia entre mujeres con lipedema en fases iniciales. Pero no hablamos de la típica fatiga después de una jornada intensa, sino de una sensación constante de agotamiento que no desaparece tras dormir o descansar. Varios estudios relacionan esta astenia con inflamación sistémica y alteraciones en la microcirculación que reducen la oxigenación de los tejidos. El resultado: menos energía para el músculo y más para el dolor. Ignorar este síntoma prolonga la inactividad física y acelera la pérdida de masa magra, elemento clave para controlar el avance de la enfermedad.

Moratones que cuentan una historia oculta

Los hematomas espontáneos son otro indicador infravalorado. Aparecen tras un roce mínimo o, directamente, sin recordar ningún golpe. La presión anómala sobre los capilares y la fragilidad vascular favorecen microhemorragias cutáneas. A nivel estético pueden parecer un problema menor, pero cada moratón refleja que la piel y el tejido adiposo están sufriendo. Detectarlos a tiempo permite iniciar tratamientos que refuercen la pared venosa y reduzcan la inflamación local.

La huella de las hormonas

Menarquia, embarazo, postparto, premenopausia… Las grandes etapas hormonales femeninas coinciden con picos de evolución del lipedema. No es casualidad. El tejido lipedémico alberga más receptores de estrógenos y progesterona que la grasa “normal”, de modo que cada cambio hormonal se traduce en retención de líquidos, dolor y mayor volumen. Además, muchas pacientes reportan ciclos menstruales más dolorosos o irregulares, un efecto que a menudo se achaca solo al estrés o a la edad. Valorar conjuntamente síntomas ginecológicos y adiposos ahorra años de peregrinaje entre consultas.

Un intestino que también habla

La relación entre lipedema y sistema digestivo es un terreno en expansión. Un número creciente de investigaciones vincula esta patología con disbiosis intestinal e hiperpermeabilidad. Dicho de otro modo: un microbioma alterado favorece la entrada de toxinas al torrente sanguíneo, alimenta la inflamación crónica y empeora el edema. No es raro que las pacientes describan episodios de síndrome del intestino irritable, gases o hinchazón abdominal que fluctúan con el estado de sus piernas. Incorporar pautas nutricionales antiinflamatorias y probióticas puede aliviar tanto la sintomatología digestiva como la adiposa.

Articulaciones en alerta

Otra queja habitual en la consulta es el dolor articular “sin causa”. Rodillas, caderas y zona lumbar soportan una biomecánica alterada por el reparto irregular de la grasa; incluso mujeres con normopeso acusan sobrecarga. Con el paso del tiempo, la desviación del eje corporal provoca microlesiones y favorece artrosis precoz. Escuchar estas molestias, en lugar de atribuirlas a la edad o la falta de entrenamiento, permite diseñar planes de fortalecimiento muscular y fisioterapia que corrijan la postura y prolonguen la movilidad.

Detectar antes para vivir mejor

En la Región de Murcia, la prevalencia del lipedema se estima en torno al 11 % de la población femenina. Sin embargo, los diagnósticos confirmados son muchos menos. La razón principal es la ausencia de signos “clásicos” en fases tempranas: ni sobrepeso evidente ni celulitis pronunciada. Por eso resulta crucial prestar atención a las señales silenciosas descritas: cansancio injustificado, moratones recurrentes, alteraciones menstruales, problemas digestivos y dolor articular atípico.

Un abordaje integral —que combine análisis vascular, control hormonal, reeducación alimentaria, ejercicio adaptado y soporte psicológico— logra ralentizar la progresión e incluso revertir parte del edema.

La importancia de una valoración especializada

Si te reconoces en varios de estos síntomas o conoces a alguien que los sufra, pide una valoración especializada cuanto antes. Una exploración clínica completa ―incluyendo ecografía subcutánea, análisis hormonal y estudio postural― descarta falsos diagnósticos y traza un plan a tu medida. Actuar a tiempo no solo mejora la estética: protege articulaciones, energía y bienestar emocional, alivia la carga sobre el sistema linfático y evita intervenciones quirúrgicas más invasivas en el futuro.

Recuerda: el lipedema no es un destino inevitable, sino un reto que se vence con información, constancia y acompañamiento profesional. Dar el paso hoy es regalarte calidad de vida para mañana.

epy.com
epy.com
Redactores de elperiodicodeyecla.com escriben con este nombre de autor para otra serie de artículos.
uscríbete EPY

¿Quieres añadir un nuevo comentario?

Hazte EPY Premium, es gratuito.

Hazte Premium

1 COMENTARIO

epy.com
epy.com
Redactores de elperiodicodeyecla.com escriben con este nombre de autor para otra serie de artículos.
- Publicidad -spot_imgspot_imgspot_imgspot_img
- Publicidad -spot_img

Servicios

Demanda empleo Oferta empleo
Compra Venta
Canal inmobiliario Farmacia
Teléfono interes Autobuses
- Publicidad -spot_imgspot_imgspot_imgspot_img