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✝️ viernes 29 marzo 2024
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¡Ya ha nacido El Niño!

Paseando voy por la calle España, restringido por el horario y la mascarilla. Lo hago desde la calle San Isidro, en sentido hacia la calle San Francisco.

He contado que en Yecla hay 27 calles de santos, sobre 270 calles que, aproximadamente, tenemos, no suponen más que el 10% del total. Sin embargo, como son las calles más largas y del centro, tengo la sensación de estar siempre caminando entre santos.

Nada más empezar, y en misma la esquina, cuento un nuevo derribo, un nuevo solar. Recién tapado con ese modelo estándar de chapa metálica, fría, sólida y plegada con el mismo diseño geométrico de siempre, y que todavía se muestra lustrosa y brillante. Es reciente.

Dos metros más, en la misma acera, la de la umbría o acera de abajo, otro solar más. Misma valla, menos lustrosa. Menos reciente.

Los muros medianeros de las casas vecinas, que sí siguen en pie, quedan a la vista. En algunos casos aparecen papeles pintados, en otros, azulejos de las cocinas y baños, o paredes blancas, o también amarillas, si han sido impermeabilizas con el ungüento de ese color.

Sigo adelante, justo en la acera de arriba, otro nuevo solar. Este tiene más solera. Es de muro de bloque gris, aunque hace años que se volvió marrón oscuro. Se vende.

Alcanzo ya la puerta del MAYE, la nueva casa de Adriano. Creo que es uno de los escasos rincones pintorescos que nos van quedando en Yecla, formado por un conjunto de casas destacables como El Palacio de los Ortega, La Casa de los Mergelina y el pequeño ensanche de la Placeta Ortega. Debería ser un espacio a preservar y engrandecer con el tiempo.

Sigo adelante, y cruzando la calle Numancia, de nuevo, aparecen los terribles carteles “Se vende”. Esta vez se lo han puesto a una gran casa de fachada amarilla, y que, a pesar de que tiene en su línea principal un gran escudo de piedra, ahora muestra solo decadencia.

A esta le sigue otra gran casa con su cartelico correspondiente, y algún solar más. Este último es de los históricos, de los de toda la vida, puesto que pasa casi desapercibido.

Qué alegría, y es que me encuentro a la altura del edificio de la Caja de Ahorros de Yecla, obra modernista y singular, de principios del siglo XX, además, acompañado, pared con pared, con su pareja perfecta, el edificio de El Casino Primitivo.

La alegría acaba pronto, y es justo frente al atrio de la parroquia de La Purísima, donde veo otra casa, de las más grandes, y deshabitada ya décadas, y que, aunque mantiene todavía pequeños reflejos de un posible esplendor pasado, no parece que vaya a poder ser por mucho más tiempo. Lástima, otra más en estado terminal.

¿No es sorprendente que, en esta zona, y también en la calle San José, San Antonio, San Pascual, San Francisco, haya tal concentración de casas y edificios en estado de ruina? Estoy paseando justo por el centro de la ciudad, “la milla de oro” de Yecla.

¿Qué puede estar ocurriendo? Estas son mis deducciones.

La primera, el PGOU que tenemos. Demasiado laxo en unos entornos, excesivamente rígido en otros, y que ha hecho que Yecla, su caso urbano, se despueble. Mientras existen cientos de casas en ruinas y solares por cualquier parte (hay uno gigante, el que era cuartel de la Guardia Civil, que aunque no es residencial, da pena verlo así años y años ya), en cambio, se están construyendo casas por todos los campos de Yecla. Vamos ya por 4.000. Es más sencillo (menos regulación, estilo libre), y más barato, hacerse una casa fuera, que en el propio casco urbano. Sostenibilidad aparte.

Otra causa es la especulación sufrida a principio de los años 2000. Elevó el valor de las casas y solares hasta puntos increíbles, lo que hizo inviable para muchos, la construcción o rehabilitación, y animó, todavía más, a tirarnos al campo.

Tercera. La tenencia sin límite de solares. Promotores inmobiliarios o simples propietarios, mantienen, por años y años, y sin obligación de promover o construir en ellos, simplemente, esperando. Exentos de pagar impuestos, y de otras obligaciones, como podría ser el mantenimiento de las fachadas, o del vallado (véase lo que se hace en otras poblaciones en sus centros urbanos, donde se decoran con grandes lonas impresas, fotografías, etc), no molestan en sus carteras. No salen al mercado.

Una cuarta, la paralización “consentida” de planes privados de urbanización como es la de Los Rosales. Funcionó a toda marcha hasta el año 2007, pero de nuevo, otros intereses distintos a los de necesidad de vivienda, han dado al traste con el proyecto. En quince años se ha asfaltado una sola calle.

La quinta, la falta de ayudas a la rehabilitación y construcción de viviendas en el casco urbano, por parte de las administraciones: exenciones fiscales, ya sea de licencia de construcción o, por qué no de IBI, subvenciones y/o préstamos a la rehabilitación, nuevas finalidades (alquiler social, pequeños hoteles, …), más flexibilidad en la ejecución, todo aquello que anime y atraiga y retenga inversión.

La sexta, la más reciente, el coronavirus. Todos al campo, a confinarnos en libertad. Esto ya va a ser la guinda, el remate definitivo.

Abandono la calle España. Ya estoy por la de Juan Ortuño. ¡Cuidado!, la casa, que era la Ferretería de José María “el de los hierros”, se cae a pedazos. Una malla, tipo red de pescar, hace de frugal andamiaje.

Mejor cruzar por Modas Virginia, y subir hacia la calle de El Niño.

Menuda agradable sorpresa. ¡Qué bonita la iglesia de El Niño!

Toda blanca y limpia, merengue con ligeros toques de caramelo azul. Sillares de piedra, como si los acabaran de poner, en su parte inferior; y en sus tejados, tejas dispuestas con orden, arte y delicadeza.

Mis felicitaciones al párroco, a sus feligreses, a la parroquia en su conjunto, al barrio cercano, y en suma, a todos aquellos yeclanos que han demostrado cómo es posible enriquecer su pueblo, incluso contracorriente, cuando se aúnan voluntades.

Han conseguido que la Iglesia de El Niño vuelva a nacer.


 

Conrado Padilla Marco
Conrado Padilla Marco
“Mi Rincón de Pensar”. Donde con pasión y determinación, mente abierta y creatividad, abrazo las ideas de cambio que, humildemente, creo que pueden ayudar a trasformar mi pueblo, Yecla. Contacta conmigo en conrado.padillam@gmail.com

Paseando voy por la calle España, restringido por el horario y la mascarilla. Lo hago desde la calle San Isidro, en sentido hacia la calle San Francisco.

He contado que en Yecla hay 27 calles de santos, sobre 270 calles que, aproximadamente, tenemos, no suponen más que el 10% del total. Sin embargo, como son las calles más largas y del centro, tengo la sensación de estar siempre caminando entre santos.

Nada más empezar, y en misma la esquina, cuento un nuevo derribo, un nuevo solar. Recién tapado con ese modelo estándar de chapa metálica, fría, sólida y plegada con el mismo diseño geométrico de siempre, y que todavía se muestra lustrosa y brillante. Es reciente.

Dos metros más, en la misma acera, la de la umbría o acera de abajo, otro solar más. Misma valla, menos lustrosa. Menos reciente.

Los muros medianeros de las casas vecinas, que sí siguen en pie, quedan a la vista. En algunos casos aparecen papeles pintados, en otros, azulejos de las cocinas y baños, o paredes blancas, o también amarillas, si han sido impermeabilizas con el ungüento de ese color.

Sigo adelante, justo en la acera de arriba, otro nuevo solar. Este tiene más solera. Es de muro de bloque gris, aunque hace años que se volvió marrón oscuro. Se vende.

Alcanzo ya la puerta del MAYE, la nueva casa de Adriano. Creo que es uno de los escasos rincones pintorescos que nos van quedando en Yecla, formado por un conjunto de casas destacables como El Palacio de los Ortega, La Casa de los Mergelina y el pequeño ensanche de la Placeta Ortega. Debería ser un espacio a preservar y engrandecer con el tiempo.

Sigo adelante, y cruzando la calle Numancia, de nuevo, aparecen los terribles carteles “Se vende”. Esta vez se lo han puesto a una gran casa de fachada amarilla, y que, a pesar de que tiene en su línea principal un gran escudo de piedra, ahora muestra solo decadencia.

A esta le sigue otra gran casa con su cartelico correspondiente, y algún solar más. Este último es de los históricos, de los de toda la vida, puesto que pasa casi desapercibido.

Qué alegría, y es que me encuentro a la altura del edificio de la Caja de Ahorros de Yecla, obra modernista y singular, de principios del siglo XX, además, acompañado, pared con pared, con su pareja perfecta, el edificio de El Casino Primitivo.

La alegría acaba pronto, y es justo frente al atrio de la parroquia de La Purísima, donde veo otra casa, de las más grandes, y deshabitada ya décadas, y que, aunque mantiene todavía pequeños reflejos de un posible esplendor pasado, no parece que vaya a poder ser por mucho más tiempo. Lástima, otra más en estado terminal.

¿No es sorprendente que, en esta zona, y también en la calle San José, San Antonio, San Pascual, San Francisco, haya tal concentración de casas y edificios en estado de ruina? Estoy paseando justo por el centro de la ciudad, “la milla de oro” de Yecla.

¿Qué puede estar ocurriendo? Estas son mis deducciones.

La primera, el PGOU que tenemos. Demasiado laxo en unos entornos, excesivamente rígido en otros, y que ha hecho que Yecla, su caso urbano, se despueble. Mientras existen cientos de casas en ruinas y solares por cualquier parte (hay uno gigante, el que era cuartel de la Guardia Civil, que aunque no es residencial, da pena verlo así años y años ya), en cambio, se están construyendo casas por todos los campos de Yecla. Vamos ya por 4.000. Es más sencillo (menos regulación, estilo libre), y más barato, hacerse una casa fuera, que en el propio casco urbano. Sostenibilidad aparte.

Otra causa es la especulación sufrida a principio de los años 2000. Elevó el valor de las casas y solares hasta puntos increíbles, lo que hizo inviable para muchos, la construcción o rehabilitación, y animó, todavía más, a tirarnos al campo.

Tercera. La tenencia sin límite de solares. Promotores inmobiliarios o simples propietarios, mantienen, por años y años, y sin obligación de promover o construir en ellos, simplemente, esperando. Exentos de pagar impuestos, y de otras obligaciones, como podría ser el mantenimiento de las fachadas, o del vallado (véase lo que se hace en otras poblaciones en sus centros urbanos, donde se decoran con grandes lonas impresas, fotografías, etc), no molestan en sus carteras. No salen al mercado.

Una cuarta, la paralización “consentida” de planes privados de urbanización como es la de Los Rosales. Funcionó a toda marcha hasta el año 2007, pero de nuevo, otros intereses distintos a los de necesidad de vivienda, han dado al traste con el proyecto. En quince años se ha asfaltado una sola calle.

La quinta, la falta de ayudas a la rehabilitación y construcción de viviendas en el casco urbano, por parte de las administraciones: exenciones fiscales, ya sea de licencia de construcción o, por qué no de IBI, subvenciones y/o préstamos a la rehabilitación, nuevas finalidades (alquiler social, pequeños hoteles, …), más flexibilidad en la ejecución, todo aquello que anime y atraiga y retenga inversión.

La sexta, la más reciente, el coronavirus. Todos al campo, a confinarnos en libertad. Esto ya va a ser la guinda, el remate definitivo.

Abandono la calle España. Ya estoy por la de Juan Ortuño. ¡Cuidado!, la casa, que era la Ferretería de José María “el de los hierros”, se cae a pedazos. Una malla, tipo red de pescar, hace de frugal andamiaje.

Mejor cruzar por Modas Virginia, y subir hacia la calle de El Niño.

Menuda agradable sorpresa. ¡Qué bonita la iglesia de El Niño!

Toda blanca y limpia, merengue con ligeros toques de caramelo azul. Sillares de piedra, como si los acabaran de poner, en su parte inferior; y en sus tejados, tejas dispuestas con orden, arte y delicadeza.

Mis felicitaciones al párroco, a sus feligreses, a la parroquia en su conjunto, al barrio cercano, y en suma, a todos aquellos yeclanos que han demostrado cómo es posible enriquecer su pueblo, incluso contracorriente, cuando se aúnan voluntades.

Han conseguido que la Iglesia de El Niño vuelva a nacer.


 

Conrado Padilla Marco
Conrado Padilla Marco
“Mi Rincón de Pensar”. Donde con pasión y determinación, mente abierta y creatividad, abrazo las ideas de cambio que, humildemente, creo que pueden ayudar a trasformar mi pueblo, Yecla. Contacta conmigo en conrado.padillam@gmail.com
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5 COMENTARIOS

  1. IGNORANTE pero a ti que mas te da que la gente tenga campos?envidia quizas?yo tengo un campo bastante grande y soy mileurista como tu..hay que saber ahorrar y hacer las cosas poco a poco.a ver si ahora la culpa de los derribos y solares dr Yecla vamos a ser la gente que tenemos campo…

  2. A lo de los «campos» en Yecla deberían ponerle límites. Si uno echa un vistazo a Yecla desde Google Maps, es apabullante el número de chalets, chaletazos y casoplones construidos. Con su piscina, la mayoría cubierta, tipo revista decoración… No sabía que Yecla era un remedo de Marbella, pero desde luego que hay gustos de jetset.
    Eso ni es sostenible medioambientalmente ni económicamente, pues los impuestos nos lo repartimos entre todos.
    Y mientras, una piscina municipal de verano que se queda bien pequeña para los menos pudientes, o que no supieron invertir el dinerito en negro.
    Y además de campito, la mayoría apartamento en la playita también…
    Y coche para cada miembro de la familia….
    A mí no me salen las cuentas…claro que con mi sueldecillo mileurista todo declarado, no puedo hacer milagros.

  3. Enhorabuena a Conrado por su artículo. Describe el estado del pueblo a la perfección y aunque nos duela, Yecla está cada vez más fea y depauperada. La degradación del centro produce bochorno a cualquier visitante pero aquí no nos damos por aludidos.Absurdas ordenanzas que obligan a respetar fachadas sin valor (tipo Jose Mª de los hierros) y hacen que el pueblo envejezca y sobre todo que produzca sensación de abandono.
    Lamentablemente esto no ha hecho más que empezar pues la tendencia natural es perder habitantes pues la economía dependiente del mueble genera muy poco valor añadido y concentra la riqueza en cuatro señores que acaparan los solares para verlos morir. En fin cada día más pueblo……»con la muerte al hombro».

Conrado Padilla Marco
Conrado Padilla Marco
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