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🍁 viernes 22 noviembre 2024
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Joteros y melómanos, por Teo Carpena

Vengo de una familia de melómanos. Mi abuelo decía que media España era judía y aragonesa, y la otra mitad, gitana y mora. En las reuniones familiares, se encargaba de abrir las sesiones cantando unas jotas muy divertidas e irreverentes. Decía mi abuelo que el flamenco era de la España mora y gitana; no le gustaba nada ni esa España ni ese cantar. Cada vez que decía esas cosas nos echábamos las manos a la cabeza. Mi padre, con ironía, porque sabía la respuesta, le preguntaba:

— ¿Y la España católica?

—Esa canta el ángelus en las iglesias y las avemarías en los conventos.

—¡Abuelo! —le recriminaba mi madre, que con solo una mirada severa hacía encogerse al viejo Teodoro.

—Hija, a cada uno le gusta lo que le gusta, y a mí el flamenco me pone de mala leche, con esos quejíos y esos ay tan largos.

—Bueno, pero deje usted en paz a los católicos. —Y así cerraba el debate la jefa, como la llamábamos cuando estábamos de broma.

—Las jotas son alegres  —insistía mi abuelo—. ¿Os canto el fandanguillo de Yecla?

—Nooooo!!! —contestábamos todos a coro. Pero él lo cantaba, y con letra picante. Se divertía provocándonos.

A mi madre le gustaba la copla. Se ponía de pie y con una mano en el pecho y la otra en la cintura como si estuviese ante numeroso publico, cantaba cosas de la Piquer; su preferida era aquella de “Ojos verdes”. Ahora mismo, si cierro los ojos la puedo ver cantando en la cocina de nuestra casa. A veces, escucho esta canción solo por emularla. Hay canciones que están unidas a algunas personas, y esta canción siempre la trae a mi memoria.

Mi padre y yo éramos los más sosos; él se arrancaba de vez en cuando con alguna coplilla zarzuelera breve, no más de tres frases y le gustaban mucho los tangos. “Ahí sí hay chicha”, decía.

A mis hermanas les gustaba la música francesa. Podían pasar horas cantando y saltando.

Yo soy más de escuchar; como ya os dije, me gustaba mucho Françoise Hardy y soñaba con sus ojos y sus labios. Los besos soñados siempre han sido más dulces y más húmedos que los reales.

Un amigo mío, también hijo de españoles, me hablaba de Marisol. A mí no me interesaba la española, me parecía simpática y graciosa; la francesa, sin embargo, me resultaba sensual y erótica. Fue mi primer amor platónico.

Pero volvamos a la música.    

Mi hermana mayor siempre ha tenido la cualidad de persuadirme y la he acompañado en casi todos sus proyectos. Cantaba en un coro de gente joven en Carcassonne y me convenció para acompañarla. Jeanne ha cantado siempre bien; yo, sin embargo, era torpe, con voz quebrada y poco interés por el canto. A las pocas semanas abandoné.

Mi hermana pequeña, por su parte, estudió en el conservatorio de Montpellier y ahora es profesional, toca el violonchelo en la Orchestre National de France.

Cuando nos juntamos para las Navidades, el encuentro en Pepieux se convierte en una fiesta musical. Mi sobrina pequeña canta con una dulzura que me recuerda a mi madre, y otro de mis sobrinos, Pierre, que es el mayor, formó un grupo de rock y viene con su novia, varias guitarras y aparatos que desconozco; todos cantamos y pasamos una semana estupenda.

Uno de mis cuñados hace de pinchadiscos (que palabra tan en desuso, pero a mí me gusta) y atiende nuestras peticiones; más bien conoce nuestras preferencias.

Mi hermana Sophie sigue siendo fan de Les Rita Mitsouko, y le encanta bailar como la chica del dúo; a mí siempre me da la impresión de que se le van a romper las piernas.

Juliette quedó deslumbrada la primera vez que me acompañó al pueblo por Navidad y mis hermanas la acogieron y la pusieron a cantar con ellas como si se conocieran de toda la vida.

Tenemos por costumbre no faltar ninguno a estas celebraciones. En verdad, lo pasamos muy bien, pero yo prefiero la soledad. Cuando acaban las Navidades doy gracias al cielo y vuelvo a mis sesiones de música íntima en mi casa. Siempre prefiero la música sinfónica, aunque la música rock me dejó una huella de diversión en la memoria. Viviendo en Montpellier formé parte de una banda que hacía versiones de grupos famosos; yo aporreaba la batería.

En la próxima Navidad están pensando en venir a Yecla; en mi casa no caben todos, pero dicen de alquilar una casa de campo grande y alejada del pueblo para poder organizar una fiesta.

Estoy practicando lo del fandanguillo de Yecla para sorprender a mis hermanas, pero con la letra de mi abuelo; la original me parece más aburrida y cansina.


Lee todos los artículos de Teo Carpena

Teo Carpena
Teo Carpena
Historias y leyendas de un hombre y su perro, que busca en los recuerdos su identidad. Teo Carpena emigró con su familia a Francia, después de la jubilación vuelve a Yecla y junto a varios amigos recompone su historia. Contacta conmigo en teocarpena@yahoo.es

Vengo de una familia de melómanos. Mi abuelo decía que media España era judía y aragonesa, y la otra mitad, gitana y mora. En las reuniones familiares, se encargaba de abrir las sesiones cantando unas jotas muy divertidas e irreverentes. Decía mi abuelo que el flamenco era de la España mora y gitana; no le gustaba nada ni esa España ni ese cantar. Cada vez que decía esas cosas nos echábamos las manos a la cabeza. Mi padre, con ironía, porque sabía la respuesta, le preguntaba:

— ¿Y la España católica?

—Esa canta el ángelus en las iglesias y las avemarías en los conventos.

—¡Abuelo! —le recriminaba mi madre, que con solo una mirada severa hacía encogerse al viejo Teodoro.

—Hija, a cada uno le gusta lo que le gusta, y a mí el flamenco me pone de mala leche, con esos quejíos y esos ay tan largos.

—Bueno, pero deje usted en paz a los católicos. —Y así cerraba el debate la jefa, como la llamábamos cuando estábamos de broma.

—Las jotas son alegres  —insistía mi abuelo—. ¿Os canto el fandanguillo de Yecla?

—Nooooo!!! —contestábamos todos a coro. Pero él lo cantaba, y con letra picante. Se divertía provocándonos.

A mi madre le gustaba la copla. Se ponía de pie y con una mano en el pecho y la otra en la cintura como si estuviese ante numeroso publico, cantaba cosas de la Piquer; su preferida era aquella de “Ojos verdes”. Ahora mismo, si cierro los ojos la puedo ver cantando en la cocina de nuestra casa. A veces, escucho esta canción solo por emularla. Hay canciones que están unidas a algunas personas, y esta canción siempre la trae a mi memoria.

Mi padre y yo éramos los más sosos; él se arrancaba de vez en cuando con alguna coplilla zarzuelera breve, no más de tres frases y le gustaban mucho los tangos. “Ahí sí hay chicha”, decía.

A mis hermanas les gustaba la música francesa. Podían pasar horas cantando y saltando.

Yo soy más de escuchar; como ya os dije, me gustaba mucho Françoise Hardy y soñaba con sus ojos y sus labios. Los besos soñados siempre han sido más dulces y más húmedos que los reales.

Un amigo mío, también hijo de españoles, me hablaba de Marisol. A mí no me interesaba la española, me parecía simpática y graciosa; la francesa, sin embargo, me resultaba sensual y erótica. Fue mi primer amor platónico.

Pero volvamos a la música.    

Mi hermana mayor siempre ha tenido la cualidad de persuadirme y la he acompañado en casi todos sus proyectos. Cantaba en un coro de gente joven en Carcassonne y me convenció para acompañarla. Jeanne ha cantado siempre bien; yo, sin embargo, era torpe, con voz quebrada y poco interés por el canto. A las pocas semanas abandoné.

Mi hermana pequeña, por su parte, estudió en el conservatorio de Montpellier y ahora es profesional, toca el violonchelo en la Orchestre National de France.

Cuando nos juntamos para las Navidades, el encuentro en Pepieux se convierte en una fiesta musical. Mi sobrina pequeña canta con una dulzura que me recuerda a mi madre, y otro de mis sobrinos, Pierre, que es el mayor, formó un grupo de rock y viene con su novia, varias guitarras y aparatos que desconozco; todos cantamos y pasamos una semana estupenda.

Uno de mis cuñados hace de pinchadiscos (que palabra tan en desuso, pero a mí me gusta) y atiende nuestras peticiones; más bien conoce nuestras preferencias.

Mi hermana Sophie sigue siendo fan de Les Rita Mitsouko, y le encanta bailar como la chica del dúo; a mí siempre me da la impresión de que se le van a romper las piernas.

Juliette quedó deslumbrada la primera vez que me acompañó al pueblo por Navidad y mis hermanas la acogieron y la pusieron a cantar con ellas como si se conocieran de toda la vida.

Tenemos por costumbre no faltar ninguno a estas celebraciones. En verdad, lo pasamos muy bien, pero yo prefiero la soledad. Cuando acaban las Navidades doy gracias al cielo y vuelvo a mis sesiones de música íntima en mi casa. Siempre prefiero la música sinfónica, aunque la música rock me dejó una huella de diversión en la memoria. Viviendo en Montpellier formé parte de una banda que hacía versiones de grupos famosos; yo aporreaba la batería.

En la próxima Navidad están pensando en venir a Yecla; en mi casa no caben todos, pero dicen de alquilar una casa de campo grande y alejada del pueblo para poder organizar una fiesta.

Estoy practicando lo del fandanguillo de Yecla para sorprender a mis hermanas, pero con la letra de mi abuelo; la original me parece más aburrida y cansina.


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Historias y leyendas de un hombre y su perro, que busca en los recuerdos su identidad. Teo Carpena emigró con su familia a Francia, después de la jubilación vuelve a Yecla y junto a varios amigos recompone su historia. Contacta conmigo en teocarpena@yahoo.es
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5 COMENTARIOS

  1. Me estoy imaginando a todos los habitantes de Yecla contando nuestra vida, cada día de la semana lo vamos hacer uno, a qué seria divertido?, !!!Que ilusión nos haría!!!, que cada uno contásemos nuestra triste vida. Contar si mi hermana es guapa, como lo pasé el día de mi primera comunión, cuando hice el amor por primera vez, que tengo un amigo que canta muy bien, etc. etc. A que sería fantástico?. Vamos a ir cogiendo turno y que cada uno tengamos nuestrodía

Teo Carpena
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Historias y leyendas de un hombre y su perro, que busca en los recuerdos su identidad. Teo Carpena emigró con su familia a Francia, después de la jubilación vuelve a Yecla y junto a varios amigos recompone su historia. Contacta conmigo en teocarpena@yahoo.es
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