El Jardín de las Delicias era un lugar clandestino y decadente regentado por Sor Teresa, una respetable meretriz que se instaló en Yecla durante varios años
Concha Ortega rememora cómo era el San Isidro de su infancia, una fiesta que si bien a ella no le hacía especial ilusión, su madre vivía con intensidad
En la víspera de la primera comunión, hacían a las niñas trencillas en el pelo, muy prietas y mojadas con limón, para que el pelo les quedara fijo y rizado al día siguiente