A sus 30 años, la judoka yeclana María Isabel Puche participaba esta semana, nada más y nada menos, que en su cuarto Mundial de Judo. La que es junto a María José Martínez la mejor deportista que ha dado Yecla en los últimos años, llegaba a Budapest (Hungría) con ilusión y muchas ganas. Unos días antes de llegar, respondía en una entrevista en proyectofer.es que era consciente de que iba a encontrarse con una competición durísima, al máximo nivel, «pero no hay nada más estimulante que un Mundial», reconocía la yeclana.
En la categoría de -63 kilos llegaba a la capital húngara como la segunda mejor judoka española tras Cristina Cabañas, que cayó en segunda ronda, y como la 61 clasificada en el ránking mundial. Sin duda, sus rivales no iban a ser fáciles. Y así fue. Exenta de la primera ronda, Puche salió victoriosa de su primer combate frente a la kazaja Marian Urdabayeva, clasificada en el puesto 19 del mundo y, por tanto, con mejor ránking que la yeclana. Salió María Isabel Puche a por todas y consiguió un ippon cuando apenas habían transcurrido dos minutos y 57 segundos del combate. Una gran victoria que llenaba de confianza a la judoka yeclana.
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En tercera ronda, un hueso todavía más duro de roer, la francesa Clarisse Agbegnenou, ex campeona del mundo, subcampeona olímpica en Río 2016 y una de las grandes favoritas. María Isabel aguantó el tipo, pero finalmente cayó por waza-ari, todo un logro teniendo en cuenta que en el combate anterior y en el siguiente, Agbegnenou solo necesitó siete y 14 segundos, respectivamente, para doblegar a sus rivales.
Sin duda, una nueva hazaña de María Isabel Puche que tendrá que seguir peleando duro y enfrentándose a las mejores del mundo para poder tener opciones de cara a Tokio 2020, las que serían sus primeras olimpiadas, después de haber haberse quedado a las puertas de Río 2016. Pero ilusión y ganas no le faltan. Tumbar con un ippon a la 19 del mundo y poner en apuros a la subcampeona olímpica demuestran su buen estado de forma. Seguro que la judoka yeclana lo peleará hasta el final. Así lo lleva haciendo desde que con solo ocho años se enamoró de este deporte y convenció a su madre para que la llevara dos veces por semana a entrenar a Alicante.
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