Hace casi 50 años. Verano y en vacaciones. Las escuelas nacionales están cerradas. Los días se hacen interminablemente aburridos en el piso.– “Anda, coge el carro”. Dice mi madre.Salimos los dos, bien temprano para que el calor no nos socarre, calle San Francisco arriba, al mercado municipal. Es miércoles. Es el día del mercado.Siempre hacíamos la misma ruta: En el puesto de Basilio, la carne. Justo enfrente, creo que se llamaba Juan, la fruta. Después, a la planta inferior, a comprar el pescado en Gil. Era un verdadero ritual: entrábamos por la puerta lateral, la de las dobles escaleras de piedra, esa con la celosía artística de hierro pintado en verde. Salíamos por la puerta inferior, la que da al zaguán de piedra donde se encuentran las jardineras y hay más escaleras.Dentro había bullicio, colas. Yo le guardaba “la vez” en la carne, era donde más tiempo pasábamos. Mientras, mi madre iba adelantando en los otros puestos. Con el rabillo del ojo la tenía siempre vigilada, cada vez más nervioso a medida que “la vez” se aproximaba.Terminada la compra de dentro, salíamos al mercado de afuera. A esa hora el sol pesaba, te aplastaba contra el suelo, y todavía más con el carro lleno de kilos de comida.De vuelta y cuesta abajo, llegaba la hora del premio: raíz de regaliz, un buen montón, con tierra y todo.Hoy en día, podría volver a repetir la ruta con mi madre: existe el mercado municipal, existe el mercadillo de los miércoles, hasta todavía podríamos subir la calle empinada, eso sí, en cuanto recupere la forma y las fuerzas, que ha estado algo pachucha (un beso). Sin embargo, no creo que le resultara muy gratificante. A mí tampoco. Les aseguro que no sería por falta de buenos recuerdos. Y tampoco por falta de yeclanía.Y es que los tiempos cambian cuando los años pasan. El entorno socioeconómico se parece bien poco a aquel que yo disfruté, tampoco se parece mucho la sociedad de entonces a la actual, y menos todavía a la de los últimos años o semanas, donde la pandemia nos recoge y recluye en casa, y la venta on-line campa por sus anchas.Antes de seguir, y para evitar suspicacias, me gustaría aclarar que en ningún caso mis escritos pretenden ser una crítica destructiva, al revés, quieren ser una simple exposición de ideas, con la única intención de provocar debates.Volviendo al asunto, vengo advirtiendo en radios locales, y en las redes sociales, la campaña de “Compra en Yecla” promovida por el ayuntamiento. Está bien, no creo que sobre recordar que tenemos un tejido comercial cercano al que prestar atención. Sin embargo, me surgen unas dudas:
- ¿Qué debemos entender por “El comercio de Yecla” o por “Compra en Yecla? No parece igual de promocionable comprar en Mercadona, Vodafone, Kiddys Class que en Tejidos Selectos, por ejemplo, o si queremos promocionar también la compra en DongKing y las tiendas de 24 horas, o no.
El comercio es muy variopinto. Poner las guías, definirlo, sería el primer punto estratégico: dimensión, domicilio social, independiente, pintoresco, diferencial, único, etc.
- Parece que cuando ningún yeclano puede salir a comprar a ninguna tienda física fuera de Yecla, incluso, sin los mercados ambulantes, y que va a seguir así hasta, por lo menos, final de junio, hacer una promoción de este tipo puede parecer inoportuna.
- Los mercados semanales, los dos mercados del miércoles, y el mercaico de los domingos. ¿Son realmente convenientes, adecuados y coherentes con el objetivo de desarrollo del comercio local?
Parecen ofertas que aportan poco, productos normales y corrientes, indiferenciados, me da a mí que hasta más inseguros.Otro día podríamos hablar de los espacios que ocupan: en el centro histórico de Yecla, a las puertas del ayuntamiento, al caer de la Iglesia Vieja y de la torre del reloj.Un muy buen amigo mío dice: “En unos años declaran ese monstruoso edificio que es el Mercado Central en Patrimonio Histórico y nos…fastidian, no hay quien lo tire”. Todavía recuerdo un miércoles de Beneplácito de hace unos años: cohetes, entrevistas, banda de música, y de fondo, …los puestos con ropa interior.
- Por último, el estado de las principales instalaciones que el municipio tiene para desarrollar el querido comercio local: los edificios, los mercados físicos.
Ni el central, ni el de San Cayetano (pequeño, estrecho, sin apenas aforo, que cabría en la mitad de cualquiera de los Mercadona…) son suficientemente dignos de un comercio de Yecla al que se quiere promocionar y mantener vivo.El único cambio que yo he vivido en los últimos 50 años en estas zonas comerciales municipales es la aparición de nuevas marcas en la oferta como la que promocionaba aquel señor el otro día: “Llévate estos Kelvin Clain y verás”
Un ejemplo, esta semana en una ferretería local una desbrozadora al precio de 160 euros, por curiosidad miro por internet ,la misma marca y mismo modelo a 99,99 o sea 100 euros.
Conclusión: Adiós ferretería y hola internet
No soy partidario de comprar por internet, prefiero ver en directo la mercancía.
Pero son pocas las tiendas pertenecientes al comercio tradicional de Yecla (excluyendo las de alimentación ) que han «avanzado» con los tiempos.
Para empezar, si te equivocas de talla en una prenda/zapato, etc…o en casa no te convence lo comprado, no te devuelven el dinero, si acaso te dan un vale. Otro ejemplo: no puedes llevarte varias prendas para que tu madre, mayor que no puede ir contigo a la tienda, elija o se pruebe ( a no ser que te «conozcan»). En muchos escaparates, no exponen los precios de los artículos, a pesar de estar obligados . Para terminar, casi ninguna tienda te da el ticket de compra (en joyerías, ópticas, y farmacias me ha ocurrido, incluso se molestan porque se lo exija). Ni pensar en que una peluquería tenga expuestas sus tarifas y menos te dé tickets por el servicio prestado ( si pagas con tarjeta, algún comprobante te quedas). Y en cafeterías y restaurantes, ídem.
Conclusión: salvo excepciones, lo normal es no dar tickets, o ese ticket no lleva CIF ni especificaciones de los artículos, vamos, que es una pantomima. Todo esto conduce a la gente a ir a una franquicia, aquí o fuera de Yecla , donde el cliente tiene más garantías por los mismos productos (no olvidemos la globalización,queda poco made in Spain), y al comercio online, que está arrasando.
Si no hay un cambio de marketing o como se llame, las tiendas locales quedarán para un sector de población mínimo: mayores; no conocedores o usuarios del mundo digital; etc…
Y es que ya no hay nada que no pueda adquirirse a través de internet…
Creo más en el libre mercado. Respeto el punto de vista del autor del relato pero no lo comparto, y aunque ahora su punto de vista está en la línea del gobierno que tenemos en Madrid, espero que se pongan artículos de personas con visión abierta de libertad comercial.