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🍁 viernes 13 diciembre 2024
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El aleteo de la mariposa murciana

Demasiado ruido hacen los humanos para tan poca cosa que son. Nosotros, los perros, hemos demostrado ser mucho más fuertes y más silenciosos, sin embargo nos dejamos llevar por ellos, porque a veces son tiernos, sufren en silencio y conocemos mejor que nadie sus secretos. Los perros somos agradecidos con nuestros amigos.

Estos humanos que me han tocado en suerte como compañeros son unos fantasiosos, y así les luce el pelo. Ni la luna, ni la expedición a Marte, ni las apariciones extravagantes les salvan: están condenados al desastre, son dispersos, no saben lo que hacer con su tiempo y se refugian en historias imposibles. Que conste que a mí me gustan las historias imposibles, pero sé que no son la realidad.

La capacidad que tienen los bípedos de vivir otras vidas que no son las suyas me enternece. La música es su mejor invento, mejor incluso que el lenguaje y solo por eso merecerían salvarse. Pienso que el lugar hacia donde se encaminan es un lugar oscuro y peligroso, un lugar sin retorno posible y lo peor es que la mayoría cree que avanza hacia la liberación. A los humanos, a la mayoría de ellos, les deslumbra el brillo de los sueños, como a las urracas el brillo de la bisutería.

Dice mi dueño que ahora están saliendo de la era prehistórica y están entrando en la era cósmica o virtual. Sea como fuere, estos pobres locos son geniales, y se perderán buscando habitar otras estrellas; muy épico y grandilocuente, pero delirante al fin y al cabo.

La vida de estos brutos me parece sencillamente absurda, no están aquí para cumplir una misión heroica, no son el pueblo elegido de un Dios psicópata y vengativo, son una especie condenada a la extinción. La vida apareció en este planeta por accidente y desaparecerá cuando les toque, y unas décadas después no quedará ni rastro de lo que han sido. Lo grave es que desapareceremos con ellos; somos compañeros en lo bueno y en lo malo. La grandeza como especie de estos estúpidos de dos patas, es lo insignificante que son en contraste con sus ambiciosas aspiraciones.

Con Alba, la gata de Ana, hablo de estas cosas a menudo, le susurro al oído estas reflexiones y ella ronronea agradecida; me dice que empiezo a parecerme a los hombres, que razono como ellos y por eso me estoy volviendo un perro neurótico y obsesivo. Ella vive al margen de las reglas de los humanos, la envidio, pero no puedo remediarlo. Llevo una semana durmiendo mal, estoy obsesionado desde que estos gandules inventaron las historias de los viajes interplanetarios y me ha dado por pensar en la infinitud del universo.

Para compensar, he salido a la calle para dar unas carreras por la parcela y he pillado a Turko, el perro del vecino, meando en los geranios de Teo. Hemos montando tal escándalo que han tenido que salir nuestros dueños a separarnos. No es por presumir, pero este chulo se ha llevado un buen mordisco en las orejas y ladraba quejumbroso como una perrita caniche el muy cobarde.

Para arreglar la tarde han venido los amigos de Teo y han montado una tertulia de la que no he perdido detalle: Pedrito decía que esto es un desastre, que con la que tenemos encima, los políticos convocan mociones de censura, compran voluntades o convocan elecciones, nunca lo había visto tan enfadado.

El Panocha utiliza palabras grandilocuentes para hablar de manipulación, de corruptelas, de vicepresidencia y de machismo, pero lo decía todo tan deprisa que me ha costado saber de quién hablaba, si bien lo he descubierto cuando Teo ha soltado una de sus frases sentenciosas:

—A ver si a partir de ahora valoran a los murcianos como es debido, porque ha quedado claro que si en Murcia aletea una mariposa, en Madrid  se desata un tsunami.

Todos le han reído la gracia y yo he empezado a entender por qué habían ocupado Teo y Ana toda la tarde viendo noticias sobre candidatos y elecciones en Madrid. Me divierte muchísimo ver las triquiñuelas de algunos humanos y sus disputas por conseguir gobernar.

Ana se ha dado cuenta de mi interés por la política y me ha soltado un discurso para que entienda los tejemanejes de los dirigentes políticos. Intentaba ser objetiva, pero se le nota demasiado de qué lado está. A mí me pasa como a mi dueño, somos almas libres y aunque escuchamos a todos, preferimos a los librepensadores.

Ana sospecha que yo soy capaz de reflexionar como ellos y me observa recelosa, pero yo soy más astuto, me tumbo junto a mi dueño y me hago el dormido. Lo peor es que en cuanto cierro los ojos veo estrellas, el universo aparece como un laberinto tortuoso y me surgen varias preguntas: Cuando estos animales abandonen el planeta para viajar surcando estrellas, ¿harán como Noé y nos llevaran con ellos o nos abandonaran en un planeta caduco y putrefacto a nuestra suerte?

Escucho la ruidosa motocicleta de Salvador, abro los ojos y salto de alegría: por fin viene el hombre de la mente preclara. Viene además con una botella de su vino preferido de una bodega de la Fuente del Pino, se ríe con ganas al ver los gestos compungidos de los tertulianos y lanza una sentencia: «Os tomáis demasiado en serio las patochadas de estos energúmenos». Y remata con un refrán: “Dijo el viejo Salomón, que el buen vino alegra el corazón”. A nuestro amigo Salvador le encantan los refranes, dice que la mayoría de las veces aciertan, así que con el primer trago suelta: “En marzo, si cortas un cardo, te nacen cuatro”. Y continuó, eso sí, ahora directo al asunto en cuestión:

—El virus a sus anchas, el FMI dando sablazos, los grandes monopolios a lo suyo, estos inútiles peleándose y la pobre gente en las colas de los bancos de alimentos.

Incontestable.

Por eso es mi ídolo y por eso en cuanto aparece me pongo a sus pies. Bueno, y también porque siempre tiene a mano algo que brindar a mi estómago agradecido.


Blog de Teo Carpena

Teo Carpena
Teo Carpena
Historias y leyendas de un hombre y su perro, que busca en los recuerdos su identidad. Teo Carpena emigró con su familia a Francia, después de la jubilación vuelve a Yecla y junto a varios amigos recompone su historia. Contacta conmigo en teocarpena@yahoo.es

Demasiado ruido hacen los humanos para tan poca cosa que son. Nosotros, los perros, hemos demostrado ser mucho más fuertes y más silenciosos, sin embargo nos dejamos llevar por ellos, porque a veces son tiernos, sufren en silencio y conocemos mejor que nadie sus secretos. Los perros somos agradecidos con nuestros amigos.

Estos humanos que me han tocado en suerte como compañeros son unos fantasiosos, y así les luce el pelo. Ni la luna, ni la expedición a Marte, ni las apariciones extravagantes les salvan: están condenados al desastre, son dispersos, no saben lo que hacer con su tiempo y se refugian en historias imposibles. Que conste que a mí me gustan las historias imposibles, pero sé que no son la realidad.

La capacidad que tienen los bípedos de vivir otras vidas que no son las suyas me enternece. La música es su mejor invento, mejor incluso que el lenguaje y solo por eso merecerían salvarse. Pienso que el lugar hacia donde se encaminan es un lugar oscuro y peligroso, un lugar sin retorno posible y lo peor es que la mayoría cree que avanza hacia la liberación. A los humanos, a la mayoría de ellos, les deslumbra el brillo de los sueños, como a las urracas el brillo de la bisutería.

Dice mi dueño que ahora están saliendo de la era prehistórica y están entrando en la era cósmica o virtual. Sea como fuere, estos pobres locos son geniales, y se perderán buscando habitar otras estrellas; muy épico y grandilocuente, pero delirante al fin y al cabo.

La vida de estos brutos me parece sencillamente absurda, no están aquí para cumplir una misión heroica, no son el pueblo elegido de un Dios psicópata y vengativo, son una especie condenada a la extinción. La vida apareció en este planeta por accidente y desaparecerá cuando les toque, y unas décadas después no quedará ni rastro de lo que han sido. Lo grave es que desapareceremos con ellos; somos compañeros en lo bueno y en lo malo. La grandeza como especie de estos estúpidos de dos patas, es lo insignificante que son en contraste con sus ambiciosas aspiraciones.

Con Alba, la gata de Ana, hablo de estas cosas a menudo, le susurro al oído estas reflexiones y ella ronronea agradecida; me dice que empiezo a parecerme a los hombres, que razono como ellos y por eso me estoy volviendo un perro neurótico y obsesivo. Ella vive al margen de las reglas de los humanos, la envidio, pero no puedo remediarlo. Llevo una semana durmiendo mal, estoy obsesionado desde que estos gandules inventaron las historias de los viajes interplanetarios y me ha dado por pensar en la infinitud del universo.

Para compensar, he salido a la calle para dar unas carreras por la parcela y he pillado a Turko, el perro del vecino, meando en los geranios de Teo. Hemos montando tal escándalo que han tenido que salir nuestros dueños a separarnos. No es por presumir, pero este chulo se ha llevado un buen mordisco en las orejas y ladraba quejumbroso como una perrita caniche el muy cobarde.

Para arreglar la tarde han venido los amigos de Teo y han montado una tertulia de la que no he perdido detalle: Pedrito decía que esto es un desastre, que con la que tenemos encima, los políticos convocan mociones de censura, compran voluntades o convocan elecciones, nunca lo había visto tan enfadado.

El Panocha utiliza palabras grandilocuentes para hablar de manipulación, de corruptelas, de vicepresidencia y de machismo, pero lo decía todo tan deprisa que me ha costado saber de quién hablaba, si bien lo he descubierto cuando Teo ha soltado una de sus frases sentenciosas:

—A ver si a partir de ahora valoran a los murcianos como es debido, porque ha quedado claro que si en Murcia aletea una mariposa, en Madrid  se desata un tsunami.

Todos le han reído la gracia y yo he empezado a entender por qué habían ocupado Teo y Ana toda la tarde viendo noticias sobre candidatos y elecciones en Madrid. Me divierte muchísimo ver las triquiñuelas de algunos humanos y sus disputas por conseguir gobernar.

Ana se ha dado cuenta de mi interés por la política y me ha soltado un discurso para que entienda los tejemanejes de los dirigentes políticos. Intentaba ser objetiva, pero se le nota demasiado de qué lado está. A mí me pasa como a mi dueño, somos almas libres y aunque escuchamos a todos, preferimos a los librepensadores.

Ana sospecha que yo soy capaz de reflexionar como ellos y me observa recelosa, pero yo soy más astuto, me tumbo junto a mi dueño y me hago el dormido. Lo peor es que en cuanto cierro los ojos veo estrellas, el universo aparece como un laberinto tortuoso y me surgen varias preguntas: Cuando estos animales abandonen el planeta para viajar surcando estrellas, ¿harán como Noé y nos llevaran con ellos o nos abandonaran en un planeta caduco y putrefacto a nuestra suerte?

Escucho la ruidosa motocicleta de Salvador, abro los ojos y salto de alegría: por fin viene el hombre de la mente preclara. Viene además con una botella de su vino preferido de una bodega de la Fuente del Pino, se ríe con ganas al ver los gestos compungidos de los tertulianos y lanza una sentencia: «Os tomáis demasiado en serio las patochadas de estos energúmenos». Y remata con un refrán: “Dijo el viejo Salomón, que el buen vino alegra el corazón”. A nuestro amigo Salvador le encantan los refranes, dice que la mayoría de las veces aciertan, así que con el primer trago suelta: “En marzo, si cortas un cardo, te nacen cuatro”. Y continuó, eso sí, ahora directo al asunto en cuestión:

—El virus a sus anchas, el FMI dando sablazos, los grandes monopolios a lo suyo, estos inútiles peleándose y la pobre gente en las colas de los bancos de alimentos.

Incontestable.

Por eso es mi ídolo y por eso en cuanto aparece me pongo a sus pies. Bueno, y también porque siempre tiene a mano algo que brindar a mi estómago agradecido.


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Historias y leyendas de un hombre y su perro, que busca en los recuerdos su identidad. Teo Carpena emigró con su familia a Francia, después de la jubilación vuelve a Yecla y junto a varios amigos recompone su historia. Contacta conmigo en teocarpena@yahoo.es
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2 COMENTARIOS

  1. Teo, observo que tus comentarios «ácidos» han desaparecido en cuánto a las críticas que, en algunas ocasiones, comentabas con respeto a los «raros» que somos los yeclanos. Es verdad que esto ya lo habían apuntado Castillo Puche y, algo también dijo Azorín. Tampoco tienes obligación, uno escribe lo que estima, digo yo, pero si se notaba esa «frescura» de quién acaba de llegar.

    No decías nada nuevo, ni nada escándaloso, pero si es lo propio que hacen los recién llegados. Me gusta hablar con ellos porque son los primeros que captan las cosas que este buen pueblo debe de mejorar.
    Recuerdo que decías no comprender porqué las gentes de Yecla era tan «chovinistas» si no habían motivos para serlo.
    También advertí, estos comentarios no son bien visto, pronto te dirían que no eres un buen yeclano. El ser transgresor es algo que no se lleva mucho por estas tierras. Mejor uniformados todos disciplinados nadie se salga del tiesto. ¡La clase dominante es feliz así!
    No es menos cierto que Yecla tiene la cualidad de que al poco tiempo de llevar viviendo en esta Ciudad, si vienes de fuera, no tardan en ser «asimilados». Si hablas nuevamente con quién te advirtió algún defectillo, ya se esfumó, es más, hasta reniega de aquellas observaciones.

    Sobre tu relato de hoy me gustan los perros, algunos amos no tanto por dejar que se meen en las esquinas. Y si en Murcia aletea un ala de mariposa en Madrid se desata un tsunami, es relativo, solo se ocupan para no perder el poder. En Madrid poco se ocupan de salvar el Mar Menor, en Murcia tampoco.
    Teo estoy de acuerdo en muchas cosas, coincido con que el FMI (Fondo Monetario Internacional) sigue dando sablazos.
    Teo un saludo, te sigo leyendo.

Teo Carpena
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