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🍁 viernes 13 diciembre 2024
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Besos en la ducha

El agua caía en la ducha fría, como lluvia torrencial; por momentos me parecían alfileres golpeando mi columna, me gustaba la sensación, me relajaba y todo el calor y el sudor generado después del paseo mañanero corría por el desagüe. Dejé la radio puesta a todo volumen y cantaba Johnny Cash.

Cerré los ojos para sentir mejor el agua y la música. Me pareció ver atravesar por el cielo caballos que resoplaban fuego y me vino a la memoria Marina, una maestra de la que todos estábamos enamorados. Cuando fantaseaba con ella, la imaginaba corriendo desnuda en playas de arena fina y amarilla.

La memoria tiene extraños senderos y une momentos que aparentemente no tienen nada que ver, pero nos ayudan a viajar por el tiempo. Marina era de procedencia andaluza, pero de cultura francófona y nos fue descubriendo la música y la poesía; lo mismo nos hablaba de Baudelaire que de Machado, de Beethoven o de los Stones y siempre decía que si notabas ahogo o si unas lágrimas incomprensible te asaltaban, tenías que agarrarte con fuerza a la música. Luego matizaba con rotundidad: «¡Y si no te sirve de nada, huye; corre lo más rápido que puedas, pero huye de las sombras!».

Por aquel entonces, me parecían extrañas esas ideas; yo pensaba que por qué iba a sentir ahogos así, sin más, si no estabas bajo el agua ni por qué me iban a invadir unas ganas de llorar sin motivo. ¿De qué sombras habría de huir?

Teníamos por delante una vida prometedora, yo estaba enamorado y no encontraba sentido a los consejos de la maestra. Pero cuando me hice mayor descubrí que la fragilidad puede apoderarse del ánimo en cualquier momento y comprendí la advertencia sobre la huida.

Marina nos hablaba de la fragilidad de las camelias: “Al caer al suelo sus pétalos crean una alfombra delicada como si fuesen lágrimas”. Y esa imagen se me quedó grabada de tal manera que cada vez que veo a alguien triste imagino que se le van a caer de un momento a otro pétalos al suelo.

Al final, cuando estaba a punto de cortar el agua apareció Adela, la de los besos húmedos, y esta también ocupó su espacio imaginario en mi ducha bajo el chorro frío y como por arte de magia recordé el sueño de anoche. Soñé con Juliette: Corríamos por la orilla de un río, ella lucía un vestido azul, acariciaba mis ojos cerrados, pero la podía ver con claridad. Sus labios rojos brillaban y decía mi nombre alargando las sílabas, exhalando un aire delicado. Su beso fue ardiente. Cruzó a la otra orilla y agitando su pañuelo me dijo adiós, se me cayeron unas lágrimas como aquellos pétalos blancos de los que hablaba la maestra y ahora entendía dos cosas: que las lágrimas a veces son curativas y que la despedidas en sueños simbolizan el final de un ciclo.

Tuve hace tiempo sueños de despedidas con mis padres. Ahora le ha tocado el turno a mi querida Juliette.
Recordé un día de lluvia en París empapado de besos…
Escuché un ladrido furioso de Saturno, me reclama, pobre amigo mío. ¿Que sabrá él de recuerdos y qué sabrá él de besos bajo la lluvia?

El agua escurre por mi pecho, por mi sexo, por mis piernas y mis viejos pies cansados sienten alivio con el gotear del agua fría. Hago un repaso de todos los besos de amor que he recibido en mi vida. Los rememoro por orden cronológico mientras me seco y me doy cuenta de que no son demasiados para un hombre adulto del siglo XX; además nunca tuve facilidad para los encuentros amorosos debido a mi carácter introvertido.

Me puse el albornoz y salí del baño. Afuera, la luz se filtraba por la persiana medio cerrada; abrí las ventanas y todo se volvió luminoso. Alba se desperezaba estirando su cuerpo como solo los gatos saben hacerlo. Abrí la puerta para que Saturno saliera a corretear y un aire perfumado invadió la casa, me senté en la mecedora. Espero impaciente a Ana que está a punto de llegar.

Suena “Sympathy For The Devil” en la radio, ha muerto Charlie Watts.

Teo Carpena
Teo Carpena
Historias y leyendas de un hombre y su perro, que busca en los recuerdos su identidad. Teo Carpena emigró con su familia a Francia, después de la jubilación vuelve a Yecla y junto a varios amigos recompone su historia. Contacta conmigo en teocarpena@yahoo.es

El agua caía en la ducha fría, como lluvia torrencial; por momentos me parecían alfileres golpeando mi columna, me gustaba la sensación, me relajaba y todo el calor y el sudor generado después del paseo mañanero corría por el desagüe. Dejé la radio puesta a todo volumen y cantaba Johnny Cash.

Cerré los ojos para sentir mejor el agua y la música. Me pareció ver atravesar por el cielo caballos que resoplaban fuego y me vino a la memoria Marina, una maestra de la que todos estábamos enamorados. Cuando fantaseaba con ella, la imaginaba corriendo desnuda en playas de arena fina y amarilla.

La memoria tiene extraños senderos y une momentos que aparentemente no tienen nada que ver, pero nos ayudan a viajar por el tiempo. Marina era de procedencia andaluza, pero de cultura francófona y nos fue descubriendo la música y la poesía; lo mismo nos hablaba de Baudelaire que de Machado, de Beethoven o de los Stones y siempre decía que si notabas ahogo o si unas lágrimas incomprensible te asaltaban, tenías que agarrarte con fuerza a la música. Luego matizaba con rotundidad: «¡Y si no te sirve de nada, huye; corre lo más rápido que puedas, pero huye de las sombras!».

Por aquel entonces, me parecían extrañas esas ideas; yo pensaba que por qué iba a sentir ahogos así, sin más, si no estabas bajo el agua ni por qué me iban a invadir unas ganas de llorar sin motivo. ¿De qué sombras habría de huir?

Teníamos por delante una vida prometedora, yo estaba enamorado y no encontraba sentido a los consejos de la maestra. Pero cuando me hice mayor descubrí que la fragilidad puede apoderarse del ánimo en cualquier momento y comprendí la advertencia sobre la huida.

Marina nos hablaba de la fragilidad de las camelias: “Al caer al suelo sus pétalos crean una alfombra delicada como si fuesen lágrimas”. Y esa imagen se me quedó grabada de tal manera que cada vez que veo a alguien triste imagino que se le van a caer de un momento a otro pétalos al suelo.

Al final, cuando estaba a punto de cortar el agua apareció Adela, la de los besos húmedos, y esta también ocupó su espacio imaginario en mi ducha bajo el chorro frío y como por arte de magia recordé el sueño de anoche. Soñé con Juliette: Corríamos por la orilla de un río, ella lucía un vestido azul, acariciaba mis ojos cerrados, pero la podía ver con claridad. Sus labios rojos brillaban y decía mi nombre alargando las sílabas, exhalando un aire delicado. Su beso fue ardiente. Cruzó a la otra orilla y agitando su pañuelo me dijo adiós, se me cayeron unas lágrimas como aquellos pétalos blancos de los que hablaba la maestra y ahora entendía dos cosas: que las lágrimas a veces son curativas y que la despedidas en sueños simbolizan el final de un ciclo.

Tuve hace tiempo sueños de despedidas con mis padres. Ahora le ha tocado el turno a mi querida Juliette.
Recordé un día de lluvia en París empapado de besos…
Escuché un ladrido furioso de Saturno, me reclama, pobre amigo mío. ¿Que sabrá él de recuerdos y qué sabrá él de besos bajo la lluvia?

El agua escurre por mi pecho, por mi sexo, por mis piernas y mis viejos pies cansados sienten alivio con el gotear del agua fría. Hago un repaso de todos los besos de amor que he recibido en mi vida. Los rememoro por orden cronológico mientras me seco y me doy cuenta de que no son demasiados para un hombre adulto del siglo XX; además nunca tuve facilidad para los encuentros amorosos debido a mi carácter introvertido.

Me puse el albornoz y salí del baño. Afuera, la luz se filtraba por la persiana medio cerrada; abrí las ventanas y todo se volvió luminoso. Alba se desperezaba estirando su cuerpo como solo los gatos saben hacerlo. Abrí la puerta para que Saturno saliera a corretear y un aire perfumado invadió la casa, me senté en la mecedora. Espero impaciente a Ana que está a punto de llegar.

Suena “Sympathy For The Devil” en la radio, ha muerto Charlie Watts.

Teo Carpena
Teo Carpena
Historias y leyendas de un hombre y su perro, que busca en los recuerdos su identidad. Teo Carpena emigró con su familia a Francia, después de la jubilación vuelve a Yecla y junto a varios amigos recompone su historia. Contacta conmigo en teocarpena@yahoo.es
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Teo Carpena
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Historias y leyendas de un hombre y su perro, que busca en los recuerdos su identidad. Teo Carpena emigró con su familia a Francia, después de la jubilación vuelve a Yecla y junto a varios amigos recompone su historia. Contacta conmigo en teocarpena@yahoo.es
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