El vecino busca más espacio vital, un refugio donde sentirse seguro y poder respirar en medio de una pandemia. Busca terrenos en suelo no urbanizable para construir legalmente sus viviendas. El yeclano ha tenido siempre un especial interés por poseer una segunda vivienda en el término municipal. Lo demuestra la existencia de cerca de 4.000 casas de campo dispersas. Pero la pandemia ha aumentado la demanda por ese tipo de edificaciones hasta el punto que algunas empresas aseguran que están desbordadas por la demanda.Tan solo hay que comprobar las cifras oficiales para corroborar esa “fiebre” por la casa aislada en las zonas rurales. Según datos facilitados por los técnicos municipales, durante el pasado año 2020 aumentó un 42% el número de licencias concedidas por el consistorio para la construcción de chalets en relación a las peticiones que hubo a lo largo de 2019. En los primeros meses de este 2021 la tendencia sigue al alza y ya desde el sector se habla de un “boom inmobiliario” que comparan con los primeros años del presente siglo.Salvador García, del estudio García Guisado, es un arquitecto técnico que ha visto cómo la pandemia le ha provocado un aumento de los encargos para diseñar nuevas construcciones y la rehabilitación de otras. “Se buscan espacios abiertos, viviendas de una sola planta, con zonas multiusos …se buscan viviendas versátiles que se puedan cambiar los usos rápidamente”, comenta respecto a lo que le piden los clientes que se acercan a su despacho de arquitectos.Por su parte, David Ripoll es el gerente de una de las empresas constructoras de Yecla, Bioconstrucciones Ripoll. Asegura que han “doblado los proyectos respecto a lo que teníamos antes de la pandemia. Incluso tenemos problemas para asumir tanta demanda” con unas preferencias claras: “El 80% de los que hacemos son viviendas unifamiliares”. Sus clientes no quieren casas muy lejos del casco urbano y “las quieren construir con todas las comodidades. Antes iban realizando los proyectos poco a poco, ahora lo quieren todo ya terminado cuando entran a vivir”. Cuando se refiere a todo, los clientes quieren la vivienda, una pequeña piscina y una barbacoa. Es el denominado “kit” de la casa de campo que más se demanda. Otro de los sectores que han notado el incremento de información y adquisiciones son las inmobiliarias de la ciudad. Pilar Brotons regenta una inmobiliaria familiar de larga trayectoria en la ciudad, Brotons inmobiliaria, y explica que “tras el confinamiento se buscan espacios amplios, al aire libre, con terrazas y patios. Queremos ir a vivir en los campos”.Asegura que pese al aumento del interés el precio de las casas de campo se han mantenido en general. “Sí que los clientes han subido los límites de gasto ya que quieren que sean sus viviendas habituales e invierten un poco más”, explica. No es que las personas tengan un interés por irse a muchos kilómetros del casco urbano y vivir en medio de las montañas en zonas no urbanizable. “Quieren casas cercanas al casco urbano aunque sea para reformar. Y buscan casas con buenas telecomunicaciones por la necesidad de teletrabajar en casa si lo necesitan”, explica esta conocedora del mercado inmobiliario de la ciudad.Es la gente joven la que busca como primera opción una casa unifamiliar aislada y la gente más mayor, que ya tiene un piso en el casco urbano, se está interesando por tener una segunda residencia en el campo aunque sea más pequeña.Desde todos los sectores que viven del ladrillo en la ciudad se apunta a la necesidad de sacar adelante el nuevo Plan General de Ordenación Urbana que sigue sin ver la luz definitivamente desde hace unos 20 años cuando comenzó a tramitarse.