Mi nombre es Miguel Ángel Jiménez y soy psicólogo clínico. He sido positivo en Covid-19 y decidí escribir el proceso día a día en este cuaderno de bitácora, tanto para los que no lo han pasado, como para los que lo hemos pasado de forma leve. Mis respetos y condolencias a los familiares de los que ya no están y mucha fuerza para los que están hospitalizados por culpa de este maldito bicho.
Día 1: 13/1/21
Un familiar de primer grado me comunica que es positivo en Covid. Al haber tenido contacto directo con él hace un par de días, pido cita con mi médico para comunicárselo y me prescribe la prueba de antígenos para mañana día 14.
Día 2: 14/1/21
Mi hijo pequeño de 14 años parece que está constipado, tiene tos, escalofríos y algo de febrícula. Empiezo a sospechar y a preocuparme, pero sin darle mayor importancia. Contactamos con su médico y determina hacerle mañana la prueba de antígenos. Yo voy al centro de salud a la hora fijada. En el lateral, por donde entra la ambulancia hay una especie de jaima blanca. Hay dos personas esperando. Obviamente todos con mascarillas y guardando la distancia. Pregunto si están esperando para hacerse la prueba y solo asienten con la cabeza. La tensión del silencio se hace palpable. Enseguida, salen dos personas de la jaima con sus epis –equipos de protección individual-, totalmente de blanco de pies a cabeza, con capucha y mascarilla, pantalla protectora guantes y calzas. A pesar de haberlo visto por la tele muchas veces, impresiona.
Por orden piden el nombre y te buscan en un listado. De forma amable te piden que te apoyes sobre uno de los pilares que sustenta el edificio, que te bajes la mascarilla dejando libre la nariz, pero tapando la boca y que eleves la barbilla, como mirando al techo. Observo el proceso de la persona que me precede. El sanitario saca un hisopo, una especie de bastoncillo como los de los oídos, pero de unos 20 cm de largo y lo introduce, calculo que unos 5-7 cm por una de las fosas nasales haciéndolo rotar con suavidad varias veces, después repite el proceso en la otra fosa nasal.
Ahora me toca a mí y se repite el protocolo con una única diferencia subjetiva: da la sensación que te introducen el hisopo más de 10 cm, como si llegara por detrás del ojo. No es doloroso, pero sí molesto. Instintivamente tensas la nariz a la vez que los segundos se ralentizan. Cuando termina te dicen que tu médico te informará del resultado. Te vas con una ligera molestia en el interior de la nariz, con un picor parecido a cuando quieres estornudar y con los ojos lacrimosos. En pocos minutos desaparecen los síntomas.
Día 3: 15/1/21
Llevo a mi hijo al mismo sitio de ayer para que le hagan la misma prueba de antígenos que a mí. Vuelvo a observar el proceso y realmente introducen el hisopo no más de 4 o 5 cm, pero no es lo mismo verlo que experimentarlo. Mi hijo también lagrimea y nota la molestia. Sonrío cuando me dice que le han metido el palo ese hasta el cerebro. Pocos minutos después me llama mi médico para decirme que el resultado de mi prueba es negativo. Notas como tu cuerpo a la vez que se relaja experimenta una sensación de bienestar, como cuando aprobaba un examen dudoso.
Dura poco esa sensación, ya que me comunica que, aun siendo negativo, al haber estado en contacto directo con un positivo tengo que confinarme durante 10 días. En ese momento todo el cuerpo se bloquea y también la mente. Te preguntas ¿yo? ¿Por qué? El médico me da la baja. Después de 26 años trabajando como autónomo es la primera vez que voy a estar de baja. ¿Y mi trabajo, y las citas con mis clientes? No me pasa nada, esto no tiene sentido… Me despido de mi médico agradeciendo su trabajo, su paciencia y su comprensión.
Pocos minutos después empiezas a aceptar la idea: 10 días confinado, sin trabajar, sin salir a la calle; y a la vez que empiezas a pensar de forma más racional: Estamos viviendo una pandemia. Hay gente que está muriendo por este maldito virus. La salud es lo más importante. Seamos responsables. Poco después piensas, ¿cómo es posible que haya concedido inicialmente más importancia al trabajo que a la salud? Te sientes raro. ¿Ha sido por economía, por filantropía, por costumbre?; ¿por un poco de cada? Da igual. Lo importante, lo que te da tranquilidad es haberte dado cuenta de que estás haciendo lo correcto: mi salud y la de los demás es lo más importante. Así que a anular todas las sesiones y a quedarse en casa 10 días.
Dia 4: 16/1/21
Empiezo a darme cuenta de algunos procesos mentales. Me viene la conversación que tuve con el médico y en la evocación aparecen nuevos datos. Me dijo 10 días y solo me quedé con eso. Pero ahora recuerdo que también dijo que esos 10 días empezaban a contar desde el día que tuve el contacto directo. Fue el día 11. Me faltan solo 5 días para terminar la cuarentena. De nuevo sensación de alegría. Esto se va a pasar más rápido de lo que yo pensaba.
Poco antes de comer suena el teléfono. Es el médico de mi hijo. Nos comunica que es positivo en Covid. Notas como literalmente el cuerpo se queda bloqueado, helado, eso que se dice: como si te cayera un jarro de agua fría por la cabeza. Mi pareja y yo hablamos. Intentamos normalizar y buscar cómo adaptarnos a esta situación. El bicho del que llevamos oyendo hablar casi un año se ha metido en casa. Es normal, la situación en Yecla estos días está desbordada. Creo que somos el municipio español de entre 30 y 50.000 habitantes con más incidencia acumulada.
Lo primero que te preguntas es, ¿cómo ha podido ser? Piensas mil cosas, pero da igual, no lo sabes. Y si lo sabes, ¿qué más da? El caso es que ha pasado, el bicho está en casa. Inmediatamente convoco gabinete familiar de crisis. Se lo comunicamos a él y permanece impasible. Lo comunicamos también a mis otros dos hijos y escuchamos sus opiniones.
Hay consenso: El positivo tiene que confinarse. Comparte habitación con su hermano de 17 años. Sacamos el colchón y el mayor se viene a dormir a nuestra habitación. Entre todos desinfectamos al máximo toda la casa: suelo, pomos, grifos, manivelas, ropa, llaves de luz… Dejamos un cuarto de baño para él solo y el otro para los cuatro. No puede salir de la habitación excepto para ir al baño. Lo acepta estoicamente.
Su médico nos ha dicho que informemos a nuestros médicos de la situación, pero es sábado.
Dia 5: 17/1/21
Se hace extraño despertar y ver el colchón de tu hijo en el suelo junto a tu cama. Se hace extraño hablar con tu hijo desde el pasillo y a través de la puerta cerrada. Está bien. Tiene tos y febrícula, pero poco más. Hago la comida y le dejo una bandeja en el suelo, en la puerta, con el plato de comida, un vaso de agua, algo de ensalada, pan y un plátano. Comemos los cuatro con nostalgia. Después, con guantes, cogemos la bandeja vacía y desinfectamos los utensilios con lejía. Le preguntamos y dice que la comida estaba buena. Repetimos el proceso con merienda y cena.
Pedimos cita médica por internet. El programa distingue entre cita presencial, telefónica o Covid. Pedimos cita Covid.
Día 6: 18/1/21
Lunes. Primer día laboral que no puedo salir. Sensaciones raras. A primera hora suena el móvil. Es el médico. Le comunico que mi hijo es positivo en Covid. Me da cita para hacerme una PCR mañana. Me informa de todo lo que ya estamos haciendo y veo que lo estamos haciendo bien. Mi hijo sigue asintomático y confinado en su habitación.
PCR es el acrónimo de Polymerase Chain Reaction, o Reacción en Cadena de la Polimerasa. Es una prueba diagnóstica que permite detectar un fragmento del material genético de un patógeno, en este caso del SARS-CoV-2. Si eres positivo en la prueba significa que padeces la infección COVID-19. Realizan un exudado nasofaríngeo introduciendo el hisopo hasta la parte de la faringe que cubre el paladar, donde puede haber más carga viral ya que ahí se deposita la mucosa del tracto respiratorio.
Dia 7: 19/1/21
Tengo que ir al hospital para la PCR. Voy con mi hijo de 17 años. Salimos con el coche con la sensación de ser sospechosos de algo, como si estuviéramos haciendo algo mal. Rodeo el hospital siguiendo las flechas de pruebas Covid hasta que llego al parking donde hay dos jaimas blancas y personal sanitario perfectamente equipado con sus epis. Aquí también hay cola, pero de coches.
Nos hacen la prueba de la misma forma que la de antígenos, pero sin bajar del coche. Miro a mi hijo y veo sus ojos humedecidos. Nos miramos y nos reímos, pero es una risa nerviosa. Me hace casi el mismo comentario que mi hijo pequeño: Papá me han sacado un trozo de cerebro. Mi pareja y mi hija también se hacen la prueba.
Día 8: 20/1/21
Me despierta el sonido del móvil. Es mi médico. Me comunica que soy positivo en Covid y que tengo que empezar a contar la cuarentena desde ayer. Al haber ya un positivo aislado es imposible aislarme yo, por lo que me recomienda lo que todos ya sabemos, pero en casa: mascarilla, distancia, gel, ventilación…
Este mismo día damos todos positivo menos mi hija, que da negativo. Se revierte la situación y se vuelve paradójica. Ahora la que tiene que aislarse es ella: su habitación, su aseo, su comida, su mascarilla cuando sale de su habitación. Los demás al ser todos positivos, sin abrazos ni acercamientos podemos estar “más libres”.
Día 9: 21/1/21
El primer pensamiento del día es: Soy positivo en Covid. Me autoobservo. No noto nada raro. No tengo síntomas. Mejor así. Pero aun así notas la incertidumbre y como tu mente se llena de preguntas: ¿qué va a pasar?, ¿qué síntomas tendré?, ¿serán leves? ¿y si son más graves? ¿y si me tienen que ingresar en el hospital a mí o a algún familiar? Alto, para, no sigas por ahí. Aquí y ahora; Hoy!!, lo que pase mañana ya veremos.
Mi hija decide hacerse ella su comida. No se acerca a nosotros. Si sale de la habitación es con mascarilla. Usa su aseo. Usa sus utensilios, los lava y se los lleva a su habitación. Mi pareja y mis hijos tampoco tienen síntomas. Esto va bien, o no va tan mal…de momento.
El día se hace bastante largo. Paso la mañana mirando el móvil y buscando información sobre la Covid-19. Conducta típica hipocondriaca. Lees artículos que te tranquilizan y otros que te asustan. Buscas síntomas habituales, leves y graves… Por la tarde sigo con el móvil. Es como si estuviera bloqueado, absorbido, ¿es el miedo? Creo que sí. No quiero pensar, no quiero hacer nada, solo quiero que pasen los días lo más rápido posible y recuperar la normalidad.
Día 10: 22/1/21
En la comida mi hijo dice que no percibe el sabor de los alimentos. Mi pareja dice que se siente cansada y que le duele la cabeza. Mi otro hijo y yo no notamos nada, tan solo, y de vez en cuando, al comer, una especie de sabor a metálico, como si masticara un trozo de papel de aluminio. Estoy un poco apático y desmotivado, pero lo atribuyo más a estar sin hacer nada que a la infección.
Mañana era el día de compra semanal y no podemos salir. Recurrimos a los medios digitales y pedimos la compra por internet. Obviamente avisamos que somos positivos en Covid.
Además, tenía dos citas en dos entidades que tengo que anular, comunicándoles mi positivo. Les digo que les llamaré cuando tenga el negativo.
Día 11: 23/1/21
Nos traen la compra. El repartidor la deja en la puerta manteniendo la distancia, pero nos trata con normalidad. Digo esto porque llegas a pensar que, ahora mismo, somos una especie de “apestados” a los que, obviamente, nadie quiere acercarse.
Después de comer decidimos ponernos a ver alguna serie. Vale, no hay mucho más que hacer. Vemos dos capítulos de El desorden que dejas. Está bien. Cuando termina me doy cuenta de que casi no puedo levantarme del sillón. Siento las piernas agotadas como si hubiera corrido una maratón. Por la noche vemos otros dos capítulos de la serie y estoy deseando irme a la cama por el cansancio que noto.
Dia 12: 24/1/21
Es domingo. He dormido bien. Pero al despertar… no puedo levantarme. Noto las piernas, pero también el resto del cuerpo, agotado, desganado, cansado, debilitado, fatigado, sin fuerzas. Se llama astenia y parece ser que es bastante común en los infectados por coronavirus. He leído que, producto de la infección, aparece una cadena inflamatoria a nivel muscular que provoca debilidad transitoria en los músculos. No encuentro palabras para describir el malestar físico, que, aunque no es grave, sí es muy molesto e incómodo.
Con gran esfuerzo me levanto casi a la hora de comer. Hago la comida y después solo quiero sentarme y descansar. Da igual estar sentado, en pie, tumbado, con las piernas rectas, dobladas o cruzadas. El cansancio asténico no solo no desaparece, sino que avanza de la mano del día. Entre la tarde y la noche terminamos la serie. Aceptable.
Dia 13: 25/1/21
Al menos puedo dormir bien, pero la sensación de cansancio y agotamiento, sobre todo en las piernas continúa. Es lunes, un lunes normal. Miro por la ventana y apenas pasan algunos coches. Casi no se ve a gente andando por la calle. Llevo ya trece días sin pisar la calle y empiezo a estar un poco harto.
A pesar de todo, realmente no está pasando nada grave, mejor así. Sigo con mis rutinas diarias: No he dejado de ducharme ni un día, los primeros hasta me vestía, pero ahora ya, ¿para qué? Me pongo un chándal o incluso el pijama. Incluso a partir de hoy he decidido hacer algún tipo de ejercicio así que cojo un par de tetrabriks e intento hacer algunas rutinas guiadas por un señor de youtube. Después de 30 min me noto los brazos cansados, pero también noto el corazón más acelerado y pienso que estoy segregando serotonina y eso me ayudará a elevar un poco mi estado anímico. También decido empezar a escribir este cuaderno de bitácora.
Día 14: 26/1/21
Nada más despertar autofocalizo en mi cuerpo, hago como un escáner de pies a cabeza y sigo notando la astenia. Me levanto y hago mis ejercicios con el señor de youtube, me ducho, desayuno, me pongo a leer, me asomo por el balcón, veo la gente pasar, escucho música, me pongo a hacer la comida. Las noticias vuelan y familiares, amigos y algunos allegados, me han llamado estos días para preguntar, interesarse y ofrecerse para cualquier cosa que necesite. Es de agradecer y hace que te sientas bien. Bueno, tengo que decir que mi mejor amigo me llama todos los días. Por la tarde empezamos a ver otra serie: Gambito de Dama. Muy interesante. Por la noche seguimos con la serie.
Estos días Yecla está atravesando por los peores días de la pandemia. Somos más de 1000 contagiados y el hospital está al máximo de pacientes ingresados, incluso parece que han derivado pacientes a otros hospitales de la región. Lo peor de todo es que han perdido la vida varias personas esta semana. Oyes las noticias y cuesta asumirlo, desde casa todo parece un sueño, una mala película que quieres que termine pronto. Te sientes afortunado porque a pesar de ser positivo estás en casa con los tuyos y no tienes síntomas graves.
Dia 15: 27/1/21
Esta mañana parece que noto menos la sensación de cansancio en las piernas, pero pienso por la experiencia que ya avanzará el día. El día avanza y aunque el cansancio no ha desaparecido, al menos no aumenta. Sigo con mis rutinas: ejercicio, ducha, leer, móvil, música, escribir el cuaderno de bitácora, ver la serie, por cierto, cada vez más interesante. Mi hija sigue aislada de nosotros. Me sorprende que voy al aseo y no solo está ocupado, sino que mi hijo está esperando. Tengo que hacer cola para entrar al aseo en mi propia casa !!
Un par de veces intento respirar de forma más profunda y no puedo. Es como si no pudiera coger aire suficiente. Un escalofrío me recorre el cuerpo y el pensamiento vuelve a dispararse: ¿y si acabo en el hospital? ¿y si tienen que intubarme? No voy a responder a esas preguntas. Ahora mismo estoy bien. Punto.
Durante la cena, cuando mi hijo dice que está muy buena, me doy cuenta que no percibo muy bien su sabor, pero no le doy más importancia. Me acuesto cansado, pero no tanto como los días anteriores.
Día 16: 28/1/21
Al despertar me siento mejor. La sensación de cansancio en las piernas apenas es perceptible. Respiro bien, pero si intento coger más aire, noto que me cuesta y esto me provoca sensación de ahogo y de angustia. Prefiero no pensarlo ni darle más importancia. Decido no comprobarlo más. Tras mis ejercicios y mi ducha me preparo un zumo de naranja y media tostada de jamón. Pruebo el zumo y no siento su sabor. Huelo el jamón y no huele a nada. Me como la tostada y porque lo estoy viendo, pero con los ojos cerrados no sabría decir que estoy comiendo. Voy al aseo y me lavo la boca. No percibo el sabor ni el olor de la pasta dentífrica. Me echo colonia en las manos. No huelo nada. Nunca he tenido un gran olfato, -una posible hiposmia-, pero nunca había experimentado la Anosmia: pérdida total del olfato.
El SARS-CoV-2 es un tipo de coronavirus que se caracteriza por problemas respiratorios leves en la mayoría de los casos, y es bastante común que provoque Anosmia e Hipogeusia –disminución de la capacidad gustativa- o Ageusia –pérdida total de la capacidad gustativa-.
Me quedo sorprendido. Durante la comida me fijo más. No huelo nada. Solo noto la textura del pescado y que está caliente, pero no su sabor. Es frustrante. Pero no es grave. Imaginemos que el maldito bicho atacara el nervio óptico…No quiero ni pensarlo. Además, siempre he oído que se come con la vista. Pues a aplicarlo.
Día 17: 29/1/21
En casa hoy les han dado el alta a todos para el próximo lunes. Mi médico me dice que yo no. Este hombre me tiene manía, es lo primero que pienso. Pero no es así. Una vez más, amablemente me explica que al ser psicólogo soy socio sanitario y el protocolo dice que los sanitarios positivos en Covid tienen que tener una PCR negativa. Así que me prescribe otra PCR para el lunes. Me parece bien que tengamos que tener una PCR negativa al ser sanitarios, pero y el resto de los positivos, ¿por qué a ellos no les hacen también una PCR al final de la cuarentena? Por dos razones, supongo yo: la económica y, sobre todo, que la mayoría daría positivo. Entonces, si la mayoría daría positivo, ¿por qué les dan los médicos el alta? Porque parece ser que la mayor carga viral se da durante los primeros cinco días de la infección, y por tanto es cuando más probabilidad hay de ser contagioso. En los siguientes cinco días, la carga viral disminuye y el sistema inmunológico empieza a crear defensas contra el virus, con lo que lo la probabilidad de contagiar disminuye.
Dia 18: 30/1/21
Sigo con mis rutinas. Sigo sin olfato ni gusto. Las piernas ya no me duelen. La astenia ha desaparecido. Me noto algo congestionado y me dicen que tengo “la voz tomada”, una leve disfonía, como cuando estás acatarrado. Terminamos de ver la serie de Gambito de Dama. Totalmente recomendable, de lo mejor que he visto.
Mi hija sigue confinada de nosotros, ya ha hecho la cuarentena siendo negativa, así que, con permiso médico, como está estudiando en la Universidad, se va a Murcia. Al menos ella ya tiene “libertad”.
Día 19: 31/1/21
Hoy me estoy dando cuenta de que ya no puedo más, estoy irascible y harto de estar encerrado en casa. Aunque intento mantener mis rutinas, me aburro. Ya no sé qué hacer, quiero salir a la calle, dar una vuelta a la manzana. Sé que no puedo hacerlo. Sé que mañana mis hijos se van al instituto y mi pareja a su trabajo. Sé que tengo que salir a hacerme la PCR. Sé que voy a dar positivo.
Día 20: 1/2/21
Tras mis ejercicios, ducha, desayuno visual, porque sigo sin olfato ni gusto, me visto después de no sé cuántos días, para salir con el coche a por la PCR. Se repite el proceso al que ya me estoy casi que acostumbrando.
Como no tengo gusto ni olfato por la noche decido hacer un experimento. Voy a taparme los ojos y cenar sin ver. Obviamente no consigo acertar los alimentos que me introduzco en la boca. Tan solo distingo el pan por la textura y que los alimentos están blanditos y calientes, pero poco más. No percibir sabores ni olores es molesto, pero no poder verlo es peor, así que abandono el experimento y me quito la venda de los ojos.
Tenemos cinco sentidos y no le damos importancia a ninguno, como todo, hasta que no lo pierdes, no lo valoras. Algo tan simple como una aceituna o un trozo de jamón: su olor, su sabor… en cuanto recupere estos sentidos voy a estar oliendo y saboreando todo lo que se me ponga por delante.
Día 21: 2/2/21
Mi médico me llama para comunicarme que sigo siendo positivo. Entre resignado y resiliente le digo que ya lo sabía. Me dice que tengo que estar otros diez días confinado. Le digo que no entiendo que mi familia esté “libre” y yo no. Así son los protocolos. Le digo que en diez días volveré a ser positivo. Me dice que si eso sucede me hará el test serológico o de anticuerpos, el cuál detecta si hay proteínas producidas por el sistema inmunológico para atacar al virus, es decir, si mi cuerpo ha producido anticuerpos, lo que significaría que, aun siendo positivo, la probabilidad de contagio se desvanece.
Y digo yo, si esto es así, creo que lo correcto sería hacer la cuarentena de quince días a todos los positivos, luego PCR y si sigue positivo entonces el Test de anticuerpos. ¿Por qué no se hace esto? Creo que tan solo por razones económicas. No solo me refiero al precio de las pruebas, sino al precio que tiene que pagar la Seguridad Social por cada día que un positivo está de baja. Es más fácil y más barato “soltar” a los positivos después de diez días porque teóricamente ya no contagian, y parece que ya hay estudios que confirman esto, pero ¿y si algunos contagian? Bueno, ni soy virólogo, ni ministro, ni médico y por supuesto, es muy fácil que no lleve razón en nada de lo que digo, tan solo es la opinión atrevida de la ignorancia.
Día 22: 3/2/21
Ayer le supliqué tanto a mi médico que al final creo que por ser pesado cedió y en vez de diez días me prescribió la PCR para el lunes día 8; quién no llora no mama…
Tenía previsto incorporarme hoy a mi trabajo porque, aunque estaba convencido que iba a dar positivo había una pequeña probabilidad de haber sido negativo, que obviamente no se dio. Así que de nuevo a anular todas las citas otra semana más. Esto es muy frustrante, piensas en los casos que llevas, piensas en la paciencia que tiene la gente, y te das cuenta que la mayoría, por no decir todos, son comprensibles y empáticos. Gracias a todos por la espera.
Miro la cuenta del banco y aunque llevo sin ingresos desde mitad de enero, los recibos de luz, agua, internet y autónomos se han sido cargados religiosamente.
Día 23: 4/2/21
Sigo sin gusto ni olfato. Al principio era raro, ahora empieza a ser aburrido. Le pregunté al médico y su respuesta fue clara. Hay gente que tarda en recuperarlo 4 o 5 días, otros 4 o 5 semanas y otros 4 o 5 meses. Pues nada, a ver en qué grupo estoy.
Vivo en un edificio de dos plantas con una gran terraza. A media tarde he decidido subir. No me he cruzado con nadie. Ha sido espectacular. Poder respirar, notar el aire en la cara, ver como anochecía, dar un paseo. Al final le he dado unas 20 vueltas a la terraza. He contado los pasos de algunas vueltas, entre cien y ciento diez. Luego he puesto el cronómetro: 52 segundos. Como si fuese Fernando Alonso, intentaba acelerar en las rectas y coger bien las curvas, al final he conseguido un tiempo de 48 segundos. Puede parecer una tontería, pero es lo mejor que me ha pasado hoy. Mañana repito.
Día 24: 5/2/21
Estoy deseando que llegue el lunes para hacerme la cuarta prueba y espero que la última. Al igual que en la anterior estaba convencido que iba a ser positivo, en esta me estoy convenciendo que voy a ser negativo. ¿Realmente influye la actitud, la forma de pensar? ¿Será coincidencia o mentalizarse en el optimismo puede provocar que la mente gane al cuerpo? Siempre he creído en el poder de la mente, en la fuerza del pensamiento; pensar con optimismo, con esperanza, con ilusión puede ayudar a conseguir tus objetivos. ¿Será por eso por lo que soy psicólogo?.
Día 25: 6/2/21
Ayer volví a subir a la terraza igual que hoy. No me he cruzado con nadie, pero sigo teniendo la sensación de estar haciendo algo mal, aunque por otro lado después de más de 20 días confinado, creo que tengo derecho a subir media hora a la terraza. Lo leo y yo mismo me sorprendo de lo que escribo. Aun así, me sigo sintiendo privilegiado en comparación con los positivos que están ingresados en hospitales. Sigo sin olfato ni gusto, tan solo noto algo si la comida tiene picante. Para mí es un éxito volver a notar algo, aunque solo sea lo picante. Sigo con la voz tomada, pero algo menos y tengo algo de tos seca.
Día 26: 7/2/21
Mañana tengo una nueva PCR y cada vez estoy más convencido que voy a dar negativo. O al menos intento convencerme de eso. Estoy deseando salir a la calle, pasear, notar el aire, entrar a un comercio, ir a por el pan, esas cosas tan habituales que por serlo no las valoramos, no nos damos cuenta de la importancia de experimentar lo que tenemos. ¡Ah! Y tomarme una cerveza en un bar, pero eso creo que desgraciadamente voy a tener que seguir esperando.
Dia 27: 8/2/21
Ha llegado el día de la cuarta prueba y espero que, última. Estoy motivado, mentalizado y concienciado. Hoy voy a ser negativo y mañana vuelvo a mi trabajo.
Cojo el coche y voy al hospital. La sanitaria ya me conoce y le aviso que esta es la última vez que vengo. Además de estar convencido llevo casi un mes confinado. Decido darme un paseo en el coche por las calles de mi ciudad.
Día 28: 9/2/21
A primera hora de la mañana suena el teléfono. Veo el número en la pantalla y ya sé que es mi médico. Sonrío y a la vez noto la incertidumbre localizada en el estómago. Contesto y oigo música celestial: “Miguel Ángel, buenos días, la PCR de ayer ha sido NEGATIVA, te voy a dar el alta para que mañana puedas volver al trabajo”. Creo que le di las gracias más de diez veces. Y aprovecho para volver a agradecer a todos los sanitarios el trabajo y el sobreesfuerzo que están haciendo, tanto desde los centros de salud, como desde el hospital.
Sigo sin olfato ni gusto, pero ahora mismo me da igual. Cuelgo el teléfono, me ducho, me visto, desayuno y me voy a la calle a andar, a pasear.
Llamo por teléfono a las dos entidades con las que tenía cosas pendientes por ser positivo y ambas me dicen lo mismo: pásate el jueves de la semana que viene… me da igual.
He pasado la Covid-19 de forma leve. ¡¡Soy un privilegiado!! Ahora ya soy negativo. Este cuaderno de bitácora tiene que servir para ser todavía más responsable, más solidario, más empático y por supuesto sin bajar la guardia: mascarilla, gel, ventilación, distancia social y suerte.
En tu tedioso texto has reflejado todos los días de tu aventura covid, sin llegar a concretar uno de los puntos más significativos, que es el momento del contagio. Como ocurrió ese contacto familiar?
En mi familia tenemos contacto 0, porque de sobra sabemos que también nos podemos contagiar. Hablamos por videoconferencia o nos cruzamos un mal día por la calle, sin contar la parte que no vive en Yecla.
Lo mismo ocurre con todos nuestros amigos.
Creo que es una manera fácil de evitar todo esto, sin estar exentos por supuesto en otros ámbitos, como puede ser el laboral o escolar.
Pero mientras estabas en casa ya pensabas en esa cerveza en el bar.
Parece que no aprendemos.
Pfff tremendo e insoportable tocho. Me espero al libro.