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martes, diciembre 30, 2025 🎄
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El paje de la Virgen que murió en Mauthausen

Salvador Santa Puche

Cuando empecé a investigar el tema de la Guerra Civil, a bucear en los archivos y, sobre todo, a entrevistar a personas muy mayores ya y que vivieron la época, encontré una serie de personajes que realmente me sorprendieron. Personajes que involuntariamente se convirtieron en protagonistas del más trágico episodio de la historia local. 

Sería muy difícil señalar cual es el más destacable. Sería imposible. Algunos protagonizaron auténticas epopeyas personales, como aquel yeclano republicano que hacía la mili cuando se produce el alzamiento del 18 de julio en un regimiento que quedaría encuadrado en zona nacional y una noche fría del otoño del 36 se la jugó saltando una alambrada para empezar a correr campo a través para desertar a “zona roja”. Casi cinco días anduvo perdido los montes de Madrid. O, a la inversa, otro yeclano que desertó de la compañía en la que fue alistado por su quinta para cruzar hacia las trincheras nacionales donde estaban “los suyos” y que sufrió mil peripecias dignas de la mejor novela de aventuras.

Otro de los personajes que más me llamaron la atención fue José Juan Martí. Este joven yeclano fue uno de tantos movilizados, luchó en la guerra con el ejército republicano desde noviembre de 1937 y alcanzó el grado de capitán. Además fue condecorado con una medalla al valor, unos dicen que en la batalla de Teruel, otros que en la del Ebro. El caso es que la recibió. Sus vivencias y andanzas no serían muy diferentes de las de otros yeclanos si no fuera por dos detalles que me llamaron la atención: primero, fue paje de la Virgen en nuestras Fiestas Patronales; segundo, murió en el campo de exterminio de Mauthausen. ¿Cómo pudo una persona que fue paje terminar allí?

José Juan Martí nace en Yecla el 23 de diciembre de 1917, siendo hijo de Pedro Juan Gras y Ana María Martí, maestra y valenciana de origen. La casa familiar estaba en la calle Hospital, 52. El padre, Pedro Juan, fue mayordomo del Bastón durante dos años consecutivos, 1922 y 1923. Y, efectivamente, el niño José Juan Martí, fue paje durante esos dos años. No sólo él, le acompañaron sus hermanos, Pedro y Pilar. El pequeño Pedro Juan Martí murió en enero de 1924, apenas un mes después de las Fiestas Patronales. Otras fuentes indican que murió cuatro meses después. La única persona de las que entrevisté y que aún lo recordaba añadió un comentario que, incluso cien años después, despierta un sentimiento de ternura muy entrañable y muy yeclano: “era una criatura tan dulce, que la Virgen se lo llevó al cielo con ella para siempre.”

Pero algo que no he conseguido desentrañar ni creo que lo consiga debió pasar en esta familia pues tras la proclamación de la República tanto el padre como la madre aparecen muy vinculados con organizaciones del Frente Popular. De hecho, tras la guerra, el padre es detenido y fusilado en 1940. Y la madre, es encarcelada hasta 1943. Al quedar en libertad es depurada como maestra y se le prohíbe dedicarse a la enseñanza. Por entonces no sabe que su otro hijo José Juan ya ha fallecido en Mauthausen. Con la familia destrozada por la guerra, la madre y la única hermana de José Juan Martí abandonan Yecla y se establecen en Valencia.

La última noticia que tenemos de esta familia es que en 1967, cuando Alemania accedió a indemnizar a las familias por el trabajo esclavo y la muerte de sus familiares en los campos de exterminio, la madre solicitó la indemnización por la muerte de su hijo. Ignoramos si finalmente la recibió o no.

José Juan Martí comienza sus estudios de bachillerato hacia 1935 en el Instituto de Segunda Enseñanza, el antiguo Colegio de los Escolapios reconvertido ahora en un centro de enseñanza secundaria laico. De esta etapa sí conservamos documentación a través de la prensa de la época que lo muestran como un estudiante muy activo que toma la palabra en los actos de apoyo al ejército republicano y que participa en las obras de teatro que los estudiantes llevan a cabo en el Concha Segura para recaudar fondos para el frente.

En noviembre de 1937 marcha él mismo para la guerra donde participa en primera línea de combate en las principales batallas, principalmente la del Ebro. Tras la derrota republicana abandona España por la frontera con Francia y el 5 de agosto de 1941 es detenido por los alemanes y deportado al campo de Mauthausen. Allí, como todos los deportados, es obligado a trabajos forzados y su identidad es sustituida por un número, el 46.679. Apenas estaría unos meses allí, pues consta su muerte en febrero de 1942 en el subcampo de Gusen.

Recordemos que los nazis deportaban a Gusen, principalmente, a tres grupos de prisioneros que coincidían en un perfil específico: eran varones adultos considerados aptos para trabajos forzados físicamente extremos, estaban entre los grupos más perseguidos por la ideología nazi y muchos tenían experiencia política o militar en contra del régimen por lo que no descarto que José Juan Martí hubiera pertenecido también a la Resistencia francesa antinazi como muchísimos otros españoles. El propósito de Gusen era, precisamente, exterminar a estos prisioneros a través del trabajo en condiciones brutales. 

Afortunadamente, el nombre de José Juan Martí es recordado en Yecla al ser uno de los que figuran en el monolito a los yeclanos asesinados en los campos nazis situado en la Plaza del Recuerdo que inauguró el Ayuntamiento de Yecla en 2007. Y no, su nombre no figura entre quienes cometieron excesos o crímenes execrables, ni tampoco en los listados de los que el 16 de marzo convirtieron la figura de la Virgen en pasto de las llamas. Al contrario, el recuerdo general era el de un joven que siempre andaba con libros y pensando en sus cosas. No sé por qué, pero tengo la impresión de que aquel día fue muy amargo para él. “Dónde ha habido, siempre queda” dice el refrán.

Salvador Santa Puche

Cuando empecé a investigar el tema de la Guerra Civil, a bucear en los archivos y, sobre todo, a entrevistar a personas muy mayores ya y que vivieron la época, encontré una serie de personajes que realmente me sorprendieron. Personajes que involuntariamente se convirtieron en protagonistas del más trágico episodio de la historia local. 

Sería muy difícil señalar cual es el más destacable. Sería imposible. Algunos protagonizaron auténticas epopeyas personales, como aquel yeclano republicano que hacía la mili cuando se produce el alzamiento del 18 de julio en un regimiento que quedaría encuadrado en zona nacional y una noche fría del otoño del 36 se la jugó saltando una alambrada para empezar a correr campo a través para desertar a “zona roja”. Casi cinco días anduvo perdido los montes de Madrid. O, a la inversa, otro yeclano que desertó de la compañía en la que fue alistado por su quinta para cruzar hacia las trincheras nacionales donde estaban “los suyos” y que sufrió mil peripecias dignas de la mejor novela de aventuras.

Otro de los personajes que más me llamaron la atención fue José Juan Martí. Este joven yeclano fue uno de tantos movilizados, luchó en la guerra con el ejército republicano desde noviembre de 1937 y alcanzó el grado de capitán. Además fue condecorado con una medalla al valor, unos dicen que en la batalla de Teruel, otros que en la del Ebro. El caso es que la recibió. Sus vivencias y andanzas no serían muy diferentes de las de otros yeclanos si no fuera por dos detalles que me llamaron la atención: primero, fue paje de la Virgen en nuestras Fiestas Patronales; segundo, murió en el campo de exterminio de Mauthausen. ¿Cómo pudo una persona que fue paje terminar allí?

José Juan Martí nace en Yecla el 23 de diciembre de 1917, siendo hijo de Pedro Juan Gras y Ana María Martí, maestra y valenciana de origen. La casa familiar estaba en la calle Hospital, 52. El padre, Pedro Juan, fue mayordomo del Bastón durante dos años consecutivos, 1922 y 1923. Y, efectivamente, el niño José Juan Martí, fue paje durante esos dos años. No sólo él, le acompañaron sus hermanos, Pedro y Pilar. El pequeño Pedro Juan Martí murió en enero de 1924, apenas un mes después de las Fiestas Patronales. Otras fuentes indican que murió cuatro meses después. La única persona de las que entrevisté y que aún lo recordaba añadió un comentario que, incluso cien años después, despierta un sentimiento de ternura muy entrañable y muy yeclano: “era una criatura tan dulce, que la Virgen se lo llevó al cielo con ella para siempre.”

Pero algo que no he conseguido desentrañar ni creo que lo consiga debió pasar en esta familia pues tras la proclamación de la República tanto el padre como la madre aparecen muy vinculados con organizaciones del Frente Popular. De hecho, tras la guerra, el padre es detenido y fusilado en 1940. Y la madre, es encarcelada hasta 1943. Al quedar en libertad es depurada como maestra y se le prohíbe dedicarse a la enseñanza. Por entonces no sabe que su otro hijo José Juan ya ha fallecido en Mauthausen. Con la familia destrozada por la guerra, la madre y la única hermana de José Juan Martí abandonan Yecla y se establecen en Valencia.

La última noticia que tenemos de esta familia es que en 1967, cuando Alemania accedió a indemnizar a las familias por el trabajo esclavo y la muerte de sus familiares en los campos de exterminio, la madre solicitó la indemnización por la muerte de su hijo. Ignoramos si finalmente la recibió o no.

José Juan Martí comienza sus estudios de bachillerato hacia 1935 en el Instituto de Segunda Enseñanza, el antiguo Colegio de los Escolapios reconvertido ahora en un centro de enseñanza secundaria laico. De esta etapa sí conservamos documentación a través de la prensa de la época que lo muestran como un estudiante muy activo que toma la palabra en los actos de apoyo al ejército republicano y que participa en las obras de teatro que los estudiantes llevan a cabo en el Concha Segura para recaudar fondos para el frente.

En noviembre de 1937 marcha él mismo para la guerra donde participa en primera línea de combate en las principales batallas, principalmente la del Ebro. Tras la derrota republicana abandona España por la frontera con Francia y el 5 de agosto de 1941 es detenido por los alemanes y deportado al campo de Mauthausen. Allí, como todos los deportados, es obligado a trabajos forzados y su identidad es sustituida por un número, el 46.679. Apenas estaría unos meses allí, pues consta su muerte en febrero de 1942 en el subcampo de Gusen.

Recordemos que los nazis deportaban a Gusen, principalmente, a tres grupos de prisioneros que coincidían en un perfil específico: eran varones adultos considerados aptos para trabajos forzados físicamente extremos, estaban entre los grupos más perseguidos por la ideología nazi y muchos tenían experiencia política o militar en contra del régimen por lo que no descarto que José Juan Martí hubiera pertenecido también a la Resistencia francesa antinazi como muchísimos otros españoles. El propósito de Gusen era, precisamente, exterminar a estos prisioneros a través del trabajo en condiciones brutales. 

Afortunadamente, el nombre de José Juan Martí es recordado en Yecla al ser uno de los que figuran en el monolito a los yeclanos asesinados en los campos nazis situado en la Plaza del Recuerdo que inauguró el Ayuntamiento de Yecla en 2007. Y no, su nombre no figura entre quienes cometieron excesos o crímenes execrables, ni tampoco en los listados de los que el 16 de marzo convirtieron la figura de la Virgen en pasto de las llamas. Al contrario, el recuerdo general era el de un joven que siempre andaba con libros y pensando en sus cosas. No sé por qué, pero tengo la impresión de que aquel día fue muy amargo para él. “Dónde ha habido, siempre queda” dice el refrán.

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