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🌼 miércoles 24 abril 2024
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Las fases de la enfermedad de alzheimer


 

Un futuro de esperanza. El alzheimer sigue siendo una enfermedad que a día de hoy no tiene cura. La investigación camina lentamente hacia la obtención de fármacos que retrasen la aparición de los síntomas del alzheimer que esta enfermedad causa en los seres humanos.

Cualquiera puede padecer esta patología por lo que deberíamos observar nuestro comportamiento y el de nuestros seres queridos para detectar algunos de los síntomas de la aparición de la enfermedad. Entre ellos se encuentran los cambios significativos en la personalidad, problemas en la orientación, reducción de la capacidad de movimiento, dificultades para memorizar, disminución de la energía, dificultades para comunicarse con los demás…Esos pueden ser algunos síntomas más evidentes que nos deberían alertar de que algo puede estar pasando en nuestra salud cerebral y marcar el momento de acudir a nuestro médico de cabecera para comenzar las pruebas que diagnostiquen o descarten la aparición del alzheimer.

Hay que tener en cuenta que, con el paso de los años, las personas tienen una pérdida normal de memoria relacionada. No hay que confundirlo con el  deterioro cognitivo leve. Este último suele conducir a la aparición del alzheimer, aunque no siempre es así.

Los científicos diferencian tres etapas en el desarrollo de la enfermedad. Dependiendo de la afectación los pacientes tienen una sintomatología clara.

En una fase inicial, las personas se encuentran con dificultades para realizar labores complicadas, para aprender materias novedosas…y su memoria empieza a resentirse. Con todo, también la parte física de los pacientes se resiente con menos capacidad para la actividad diaria por una falta inexplicable de energía.

Esos son síntomas del alzheimer en una fase inicial que, pese a que los fármacos ralentizan su desarrollo, suelen desembocar en la fase dos que se denomina moderada.

En ese estado, el alzheimer ya imposibilita al enfermo que necesita la asistencia de familiares o personal profesional. Es una etapa en la que la enfermedad se agudiza y son evidentes síntomas como que la persona no reconoce a algunos de sus familiares. Además, no suelen saber ni el día, ni la hora ni el lugar donde viven. Van perdiendo la capacidad para comunicarse verbalmente y su memoria está muy limitada.

Aún queda un tercer estadio de la enfermedad que es el último y de mayor gravedad. Aquí ya el deterioro del enfermo le provoca la imposibilidad de comer por sus propios medios, necesitan asistencia permanente, no tienen capacidad motora, sin posibilidad de comunicarse ni recordar a nada ni a nadie.  

Es la fase terminal que desemboca en la muerte asociada generalmente a otras patologías como la neumonía.

Es el final de un proceso degenerativo de la persona que padece una enfermedad que hoy en día es incurable.

A la espera del desarrollo de las investigaciones científicas, nuestros hábitos de vida pueden ayudarnos a prevenir la aparición de esta enfermedad. Son fundamentales aspectos como una alimentación sana con la inclusión de ácidos grasos en nuestra dieta. Debemos evitar la obesidad con una correcta alimentación y la práctica de actividad deportiva regular.

Sin olvidar la realización de ejercicios mentales que hagan que nuestro cerebro no pierda agilidad..


 

Un futuro de esperanza. El alzheimer sigue siendo una enfermedad que a día de hoy no tiene cura. La investigación camina lentamente hacia la obtención de fármacos que retrasen la aparición de los síntomas del alzheimer que esta enfermedad causa en los seres humanos.

Cualquiera puede padecer esta patología por lo que deberíamos observar nuestro comportamiento y el de nuestros seres queridos para detectar algunos de los síntomas de la aparición de la enfermedad. Entre ellos se encuentran los cambios significativos en la personalidad, problemas en la orientación, reducción de la capacidad de movimiento, dificultades para memorizar, disminución de la energía, dificultades para comunicarse con los demás…Esos pueden ser algunos síntomas más evidentes que nos deberían alertar de que algo puede estar pasando en nuestra salud cerebral y marcar el momento de acudir a nuestro médico de cabecera para comenzar las pruebas que diagnostiquen o descarten la aparición del alzheimer.

Hay que tener en cuenta que, con el paso de los años, las personas tienen una pérdida normal de memoria relacionada. No hay que confundirlo con el  deterioro cognitivo leve. Este último suele conducir a la aparición del alzheimer, aunque no siempre es así.

Los científicos diferencian tres etapas en el desarrollo de la enfermedad. Dependiendo de la afectación los pacientes tienen una sintomatología clara.

En una fase inicial, las personas se encuentran con dificultades para realizar labores complicadas, para aprender materias novedosas…y su memoria empieza a resentirse. Con todo, también la parte física de los pacientes se resiente con menos capacidad para la actividad diaria por una falta inexplicable de energía.

Esos son síntomas del alzheimer en una fase inicial que, pese a que los fármacos ralentizan su desarrollo, suelen desembocar en la fase dos que se denomina moderada.

En ese estado, el alzheimer ya imposibilita al enfermo que necesita la asistencia de familiares o personal profesional. Es una etapa en la que la enfermedad se agudiza y son evidentes síntomas como que la persona no reconoce a algunos de sus familiares. Además, no suelen saber ni el día, ni la hora ni el lugar donde viven. Van perdiendo la capacidad para comunicarse verbalmente y su memoria está muy limitada.

Aún queda un tercer estadio de la enfermedad que es el último y de mayor gravedad. Aquí ya el deterioro del enfermo le provoca la imposibilidad de comer por sus propios medios, necesitan asistencia permanente, no tienen capacidad motora, sin posibilidad de comunicarse ni recordar a nada ni a nadie.  

Es la fase terminal que desemboca en la muerte asociada generalmente a otras patologías como la neumonía.

Es el final de un proceso degenerativo de la persona que padece una enfermedad que hoy en día es incurable.

A la espera del desarrollo de las investigaciones científicas, nuestros hábitos de vida pueden ayudarnos a prevenir la aparición de esta enfermedad. Son fundamentales aspectos como una alimentación sana con la inclusión de ácidos grasos en nuestra dieta. Debemos evitar la obesidad con una correcta alimentación y la práctica de actividad deportiva regular.

Sin olvidar la realización de ejercicios mentales que hagan que nuestro cerebro no pierda agilidad..

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