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🌼 sábado 27 abril 2024
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Nuestros gustos están cambiando, ¿qué le pedimos ahora a los videojuegos?

El ocio, desde la edad preescolar hasta la tercera edad, ha cambiado sensiblemente en las últimas décadas. Las nuevas tecnologías convierten en algo sencillo, y sobre todo instantáneo, echar una partida de cualquier género. Desde el bebé que encaja piezas desde la silla de paseo en un smartphone sin tener que esperar a llegar a casa, hasta el anciano que jugaba al tute en el hogar del pensionista y ahora juega una partida de dominó desde el sofá del salón en su tablet. En parte, seguimos adorando ciertas fórmulas que se han convertido al ecosistema digital, pero cada vez más, exigimos una tipología de juego un poco más inmersiva como Fortnite, que consiga abstraernos de todo lo que sucede alrededor. El juego arcade sigue teniendo su público, pero son los que añaden un factor estratégico los que baten récords hasta el punto de convertirse en competiciones a nivel mundial en el terreno eSports.

Juegos como Angry Birds pueden parecer muy simples y rápidos, pero no se trata sólo de lanzar un pájaro con un tirachinas. Detrás de lo que vemos, existe un estudio exhaustivo del comportamiento de las leyes de la física en función de la morfología de cada objeto. Aquellos que  instalaron cada nueva edición (y que ahora estarán viendo numerosos anuncios de Angry Birds 2 como nuevo lanzamiento) saben perfectamente lo complicado que es, y lo que hay que reflexionar antes de soltar la goma. Rovio llevó al extremo la aplicabilidad de la física con su juego Bad Piggies hace unos años, del que también salieron varios clones que hoy siguen vivos.

Los juegos de batallas por turnos, también llamados de rol, son el género más extendido en estos momentos para usuarios de todas las edades. Hace décadas que estrenamos Final Fantasy, una saga que parece inmortal, pero con el salto a los smartphones hemos visto títulos como Marvel Strike Force, que lleva también un par de años en la AppStore y en Google Play y que se actualiza semanalmente con nuevos personajes. Estos juegos son pura estrategia en la que se debe realizar un análisis de cada personaje, tanto propio como ajeno, para escoger qué arma o poder empleamos, en conjunto con el resto del equipo y contra un equipo concreto de oponentes. Se trata de juegos que obligan a tener en cuenta la historia a corto, medio y largo plazo, y que, si bien incluyen gráficos muy llamativos, suelen ser jugados por la sensación de pertenencia a una historia.

Como un subgénero que ha evolucionado hasta convertirse en un género en sí mismo tenemos los juegos de cartas, también considerados de rol y reconvertidos a la era digital. Están cosechando grandes éxitos, algunos de los más famosos son Hearthstone o Crash Royale. Junto con League of Legends están en la cúspide de las competiciones de eSports y tienen en cuenta no sólo los poderes de las cartas sino sus valores numéricos. En parte heredan características de otros juegos con cartas que requieren la estrategia del blackjack online, en los que los cálculos matemáticos son indispensables para controlar no sólo lo que se puede llegar a conseguir con las cartas que se tienen, sino con las que siguen en el mazo y con las que tienen los oponentes.

Las matemáticas, sin embargo, no son sólo cosa de cartas. Los juegos puzzle las emplean en modalidades más aplicadas como la correcta distribución de elementos en un espacio (Tetris y secuelas como 1010) o Candy Crush, en el que se debe llegar al objetivo en un número máximo de movimientos. También, y aunque a simple vista no nos demos cuenta, otros juegos como Helix Tower emplean las matemáticas aplicadas porque exigen que calculemos la velocidad a la que desciende la bola y giremos en consonancia. Lo que nos atrae, de hecho, es esa necesidad de atención plena, que es a su vez lo que nos obliga a desconectar de otros pensamientos.

En definitiva, parece que el juego se ha convertido en una manera de tener la mente ocupada, en un momento en el que nos hemos acostumbrado a ver videos mientras hacemos otras cosas o a mantener conversaciones vía WhatsApp a la par que conducimos incluso. El juego es un momento propio en el que no interviene nada más, y para que así sea, debe demandar que nuestro cerebro no preste atención a nada más. Juegos de pensar, más que de realizar operaciones manuales.

El ocio, desde la edad preescolar hasta la tercera edad, ha cambiado sensiblemente en las últimas décadas. Las nuevas tecnologías convierten en algo sencillo, y sobre todo instantáneo, echar una partida de cualquier género. Desde el bebé que encaja piezas desde la silla de paseo en un smartphone sin tener que esperar a llegar a casa, hasta el anciano que jugaba al tute en el hogar del pensionista y ahora juega una partida de dominó desde el sofá del salón en su tablet. En parte, seguimos adorando ciertas fórmulas que se han convertido al ecosistema digital, pero cada vez más, exigimos una tipología de juego un poco más inmersiva como Fortnite, que consiga abstraernos de todo lo que sucede alrededor. El juego arcade sigue teniendo su público, pero son los que añaden un factor estratégico los que baten récords hasta el punto de convertirse en competiciones a nivel mundial en el terreno eSports.

Juegos como Angry Birds pueden parecer muy simples y rápidos, pero no se trata sólo de lanzar un pájaro con un tirachinas. Detrás de lo que vemos, existe un estudio exhaustivo del comportamiento de las leyes de la física en función de la morfología de cada objeto. Aquellos que  instalaron cada nueva edición (y que ahora estarán viendo numerosos anuncios de Angry Birds 2 como nuevo lanzamiento) saben perfectamente lo complicado que es, y lo que hay que reflexionar antes de soltar la goma. Rovio llevó al extremo la aplicabilidad de la física con su juego Bad Piggies hace unos años, del que también salieron varios clones que hoy siguen vivos.

Los juegos de batallas por turnos, también llamados de rol, son el género más extendido en estos momentos para usuarios de todas las edades. Hace décadas que estrenamos Final Fantasy, una saga que parece inmortal, pero con el salto a los smartphones hemos visto títulos como Marvel Strike Force, que lleva también un par de años en la AppStore y en Google Play y que se actualiza semanalmente con nuevos personajes. Estos juegos son pura estrategia en la que se debe realizar un análisis de cada personaje, tanto propio como ajeno, para escoger qué arma o poder empleamos, en conjunto con el resto del equipo y contra un equipo concreto de oponentes. Se trata de juegos que obligan a tener en cuenta la historia a corto, medio y largo plazo, y que, si bien incluyen gráficos muy llamativos, suelen ser jugados por la sensación de pertenencia a una historia.

Como un subgénero que ha evolucionado hasta convertirse en un género en sí mismo tenemos los juegos de cartas, también considerados de rol y reconvertidos a la era digital. Están cosechando grandes éxitos, algunos de los más famosos son Hearthstone o Crash Royale. Junto con League of Legends están en la cúspide de las competiciones de eSports y tienen en cuenta no sólo los poderes de las cartas sino sus valores numéricos. En parte heredan características de otros juegos con cartas que requieren la estrategia del blackjack online, en los que los cálculos matemáticos son indispensables para controlar no sólo lo que se puede llegar a conseguir con las cartas que se tienen, sino con las que siguen en el mazo y con las que tienen los oponentes.

Las matemáticas, sin embargo, no son sólo cosa de cartas. Los juegos puzzle las emplean en modalidades más aplicadas como la correcta distribución de elementos en un espacio (Tetris y secuelas como 1010) o Candy Crush, en el que se debe llegar al objetivo en un número máximo de movimientos. También, y aunque a simple vista no nos demos cuenta, otros juegos como Helix Tower emplean las matemáticas aplicadas porque exigen que calculemos la velocidad a la que desciende la bola y giremos en consonancia. Lo que nos atrae, de hecho, es esa necesidad de atención plena, que es a su vez lo que nos obliga a desconectar de otros pensamientos.

En definitiva, parece que el juego se ha convertido en una manera de tener la mente ocupada, en un momento en el que nos hemos acostumbrado a ver videos mientras hacemos otras cosas o a mantener conversaciones vía WhatsApp a la par que conducimos incluso. El juego es un momento propio en el que no interviene nada más, y para que así sea, debe demandar que nuestro cerebro no preste atención a nada más. Juegos de pensar, más que de realizar operaciones manuales.

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