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🌼 miércoles 24 abril 2024
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El lenguaje inclusivo

El castellano es una lengua tan rica como extensa hablada y escrita casi por 600 millones de personas en todo el mundo.

Nuestra lengua como todas también cuenta con una amplísima variedad de acentos propios de cada zona, región o países que la practican o estudian.

Para no destacar por encima de otro ningún acento, hay que ver la diferencia sustancial entre el acento de Yecla y el de Villena, y miren que estamos cerca, con la peculiaridad de cada uno de ellos.

Cada pueblo tiene su propio “idioma” con expresiones propiamente curiosas, lo cual ayuda a entender las costumbres de cada zona y que a una misma cosa se le llame de forma distinta.

Dicho esto, “no me gusta” el lenguaje inclusivo o lenguaje no sexista. No me gusta esta “novedosa” forma de hablar de trabajadores y trabajadoras; españoles y españolas; vecinos y vecinas; conductores y conductoras; niños y niñas; yeclanos y yeclanas, corredores y corredoras, y así hasta un larguísimo etcétera.

Considero que el propio lenguaje se las arregla bien solo, cuando dices por ejemplo jóvenes, engloba perfectamente a las chicas y a los chicos.

La palabra debe suponer un impulso y un estímulo para lograr el objetivo de lo que se pretende decir con ella, tanto de forma individual como en cualquier declaración, comunicado o manifiesto.

Soy tan reivindicativo como el que más, y probablemente esté equivocado, digo que no me gusta, no que esté en contra, para eso están los académicos, pero creo que nuestra lengua define claramente profesiones, colectivos y gentilicios de una forma bastante genérica desde siempre, y no por ello discrimina.

Lo importante es la comunicación para que lo que se pretende decir sea entendido por el receptor. Si el contenido de lo que queremos expresar no se dice de forma clara, con toda seguridad se producirán malos entendidos.

Escuchar a los demás permite conocer de lo que hablan y cuánto o qué sabemos o ignoramos de lo que dicen con independencia del género femenino o masculino, eso es lo importante.

Que cada cual haga lo que considere, pero está claro que demasiadas situaciones y momentos en los que no mantenemos la congruencia de las palabras.

Para rizar el rizo, el otro día oía una noticia que cuya síntesis decía, individuos e individuas, y me preguntaba a mí mismo, habré escuchado bien, porque como alguna que otra expresión, suena fatal.

El lenguaje debe ser razonable y sensato. Este vocabulario inclusivo creo que no se practica en las conversaciones entre particulares.

Hay quienes insisten en remarcar una diferencia para mí inexistente y con su ansia por la forma como si fuese un experimento podrían quedar en evidencia cuando algunas expresiones se convierten en verdaderos patinazos. Conscientes de la oportunidad que supone precisamente por el momento en que se vive y tal vez ante la ausencia de proyectos de largo alcance.

Pienso que la nueva dialéctica puede ser confusa por la manera en que se incide sobre ella. Lo ideal es que la dinámica de lengua de Cervantes, nuestro gran tesoro, siga alimentando las mentes y engrandeciendo nuestra cultura, y no posiblemente ante ciertas improntas, lo contrario.

Así pues, como afortunadamente nuestra gramática encierra mucha riqueza, no hay que pasar por alto que el asunto tendrá diversidad de opiniones.


Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

El castellano es una lengua tan rica como extensa hablada y escrita casi por 600 millones de personas en todo el mundo.

Nuestra lengua como todas también cuenta con una amplísima variedad de acentos propios de cada zona, región o países que la practican o estudian.

Para no destacar por encima de otro ningún acento, hay que ver la diferencia sustancial entre el acento de Yecla y el de Villena, y miren que estamos cerca, con la peculiaridad de cada uno de ellos.

Cada pueblo tiene su propio “idioma” con expresiones propiamente curiosas, lo cual ayuda a entender las costumbres de cada zona y que a una misma cosa se le llame de forma distinta.

Dicho esto, “no me gusta” el lenguaje inclusivo o lenguaje no sexista. No me gusta esta “novedosa” forma de hablar de trabajadores y trabajadoras; españoles y españolas; vecinos y vecinas; conductores y conductoras; niños y niñas; yeclanos y yeclanas, corredores y corredoras, y así hasta un larguísimo etcétera.

Considero que el propio lenguaje se las arregla bien solo, cuando dices por ejemplo jóvenes, engloba perfectamente a las chicas y a los chicos.

La palabra debe suponer un impulso y un estímulo para lograr el objetivo de lo que se pretende decir con ella, tanto de forma individual como en cualquier declaración, comunicado o manifiesto.

Soy tan reivindicativo como el que más, y probablemente esté equivocado, digo que no me gusta, no que esté en contra, para eso están los académicos, pero creo que nuestra lengua define claramente profesiones, colectivos y gentilicios de una forma bastante genérica desde siempre, y no por ello discrimina.

Lo importante es la comunicación para que lo que se pretende decir sea entendido por el receptor. Si el contenido de lo que queremos expresar no se dice de forma clara, con toda seguridad se producirán malos entendidos.

Escuchar a los demás permite conocer de lo que hablan y cuánto o qué sabemos o ignoramos de lo que dicen con independencia del género femenino o masculino, eso es lo importante.

Que cada cual haga lo que considere, pero está claro que demasiadas situaciones y momentos en los que no mantenemos la congruencia de las palabras.

Para rizar el rizo, el otro día oía una noticia que cuya síntesis decía, individuos e individuas, y me preguntaba a mí mismo, habré escuchado bien, porque como alguna que otra expresión, suena fatal.

El lenguaje debe ser razonable y sensato. Este vocabulario inclusivo creo que no se practica en las conversaciones entre particulares.

Hay quienes insisten en remarcar una diferencia para mí inexistente y con su ansia por la forma como si fuese un experimento podrían quedar en evidencia cuando algunas expresiones se convierten en verdaderos patinazos. Conscientes de la oportunidad que supone precisamente por el momento en que se vive y tal vez ante la ausencia de proyectos de largo alcance.

Pienso que la nueva dialéctica puede ser confusa por la manera en que se incide sobre ella. Lo ideal es que la dinámica de lengua de Cervantes, nuestro gran tesoro, siga alimentando las mentes y engrandeciendo nuestra cultura, y no posiblemente ante ciertas improntas, lo contrario.

Así pues, como afortunadamente nuestra gramática encierra mucha riqueza, no hay que pasar por alto que el asunto tendrá diversidad de opiniones.


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