Final de la primera parte de las Fiestas Patronales. Esta noche han concluido unos intensos días de celebración en honor a la Virgen del Castillo que son una recreación de lo vivido en el año 1642, durante la Guerra de Cataluña.
La jornada terminó con la siempre singular imagen de decenas de arcabuceros disparando pólvora sin cesar en el atrio de la Basílica mientras el Mayordomo de la Bandera, Juan Carlos Valero, jugó la bandera en una noche de mucho frío, viento y una invitada de última hora: la lluvia.
Cuando los Mayordomos se preparaban en la intersección de la calle San Francisco y San José, con la imagen de la Virgen todavía en San Cayetano, empezó a llover con cierta insistencia. Eso provocó que se precipitara todo. La decisión tomada por la Asociación de Mayordomos fue la de arrancar a la carroza de la imagen hacia la Basílica con una aceleración mucho mayor de lo normal y que los mayordomos pudieran subir la calle San Francisco cumpliendo el ritual aunque fuera de una forma más rápida de lo normal.
En apenas 10 minutos entró la imagen de la Virgen por la puerta de la Basílica, de espaldas al público, pero el objetivo era proteger a la imagen y que se pudiera cumplir de alguna manera el sueño de los Mayordomos. Objetivo cumplido aunque la comitiva se mojó bastante en una noche muy complicada en lo meteorológico en la parte final del acto que concluyó a las 9.45.
Fue el día de la procesión de la Virgen del Castillo que comenzó a primera hora con la misa y posterior proclamación de Calvarios. A los pies de la Iglesia Vieja, la comitiva oficial encabezada por los Mayordomos llegó al lugar tradicional en el que los clavarios pasan de ser electos a proclamados.Todas las escuadras desfilaron por el lugar para envolver un acto que significa mucho ya que supone el relevo de las mayordomías para que el próximo año haya fiestas.
Desde la plaza Mayor comenzaron su trayectoria los dos clavarios disparando sus arcabuces de forma regular hasta llegar al lado de los mayordomos. Empezó el del Bastón, José Antonio Marín, quien se desprendió de sus guantes, sombrero y mecha para recibir la medalla de clavario. Las lágrimas asomaron en su rostro de la enorme emoción que sintió en ese momento siempre especial.
Acto seguido llegó el turno para el Clavario de la Bandera, Juan Puche Forte. Su vinculación familiar con el presidente de la Asociación de Mayordomos, son hermanos, le dio un sentido especial al momento en el que recibió la medalla de Clavario de las fiestas. Allí se le escuchó al presidente de la entidad organizadora de las celebraciones recordar a la madre de ambos, recientemente fallecida, y se fundieron en un abrazo cargado de sentimientos.
De esa manera terminó la mañana, aunque las celebraciones vivieron por la tarde una procesión siempre multitudinaria cuando la imagen de la Virgen del Castillo asoma por las calles del municipio.
Después de que todos los “tiraores” de la compañía Martín Soriano Zaplana empezarán su recorrido urbano disparando pólvora, salió la imagen de la Virgen por la puerta de la Basílica con muchas personas cerca, pero intentando mantener las distancias de seguridad y sin que nadie estuviera sin la oportuna mascarilla.
La noche era desapacible en lo meteorológico, pero no restó afluencia de gente, sobre todo en las proximidades del Mercado de San Cayetano donde se vivió uno de los juegos de la bandera más esperados y a continuación los famosos “castillicos” que llenaron de luz y color la fría noche yeclana.
Para el próximo día 19 está previsto que se desarrolle el último día de las Fiestas con la subida de la Patrona al santuario.
