Sigo con mi interés en escribir historias de la gente, y en esta ocasión les quiero presentar a Lucía.
Desde algún lugar de La Mancha, en concreto desde Santa Cruz de los Cáñamos, en la provincia de Ciudad Real, llegó a Yecla hace muchos años. El motivo de aquel traslado fue, como el de muchas otras personas, por razones laborales. En su tierra no había trabajo y aquí lo encontró. Ese hecho conllevó que, al poco tiempo y por las mismas razones, vinieran sus padres y hermanos.
Una vez situados todos y cada cual en sus ocupaciones, fueron pasando los años y, dentro del tiempo libre y aficiones de cada uno, un día, impulsada por su hermano Julián, que estaba haciendo un curso en la Universidad Popular de Yecla, se animó a apuntarse a los talleres de teatro para aficionados, cosa que hizo. Bajo la “batuta” de Patricia Soriano durante largas temporadas, empezó a interpretar pequeños papeles de diferentes obras como Usted tiene ojos de mujer fatal o Cianuro solo o con leche, donde hacía el papel de la persona inocente.
Con diversidad de géneros y obras, aquellos ensayos dieron su fruto y, después de un tiempo, Patricia dejó el grupo (nunca el teatro) tras su incorporación a la política local. En aquel ramillete de actores aficionados, y algunos además noveles, todos hacían un poco de casi todo para desempeñar el “tinglao” en que se habían metido en la Universidad Popular: vestuario, maquillaje, atrezo, apuntadores, montaje, técnicos, transporte, etcétera. Para salir de Yecla, tenían que recurrir a algún alma caritativa que les dejara una furgoneta.
El nacimiento de “Tras el Telón”
Llegados a este punto, y tras muchas pensadas y buen rollo, en noviembre de 2017 formaron el grupo de teatro Tras el Telón, con su junta directiva y todos sus menesteres, y que bajo la dirección de Daniel Jiménez comenzó su andadura en el mundo de la escena.
La primera obra que llevaron a cabo fue Crisis celestial, cuyo argumento, básicamente, transcurre en el cielo. Después estrenaron Los Pelópidas, obra que llevaron hasta Ávila, donde se representó en varios concursos. Hasta allí se trasladaron, además del elenco de actores, un nutrido grupo de familiares y amigos.
Todo marchaba viento en popa… y llegó la pandemia, con lo cual el equipo de Tras el Telón, del que forma parte mi protagonista, quedó en barbecho esperando nuevos tiempos.
La pandemia hizo “mutis por el foro” y, como no podía ser de otra manera, volvieron con ganas renovadas al mundo del escenario en 2021, casi como toque de diana, con La llamada de los patos.
La obra Los Pelópidas, que han venido representando con muchos éxitos, tal vez sea hasta la fecha su buque insignia, una marca de la casa. Han intervenido en diversos certámenes y festivales, con varios premios, menciones especiales y nominaciones, tanto colectivas como individuales.
El grupo tiene un local donde ensayan, que a su vez utilizan como sede, y como son 23 podríamos decir “23 en San Francisco”, que incluso se me ocurre para titular alguna obra.
Lucía y su lucha
Hacemos un breve receso y pasamos a la segunda parte.
Lucía, que es un encanto de persona y disfruta como abuela cuando puede del embrujo de sus dos nietos, está algo malita, ya que desde hace un tiempo tiene cáncer, circunstancia que le ha impedido estar al cien por cien en la última obra puesta en escena, Mamá, quiero ser mayordomo, de Antonio Martínez-Quintanilla. En la obra, representada recientemente en dos sesiones, con un “cúmulo de sensaciones y emociones que hacen teatro disfrutando y haciendo feliz al público”, como ellos lo definen, ella actuó en su papel de abuela en la primera sesión, pero no en la segunda, ya que los papeles estaban doblados.
Con toda la locuacidad y, en ocasiones, nerviosa, con reglas sencillas y corazones sencillos, Lucía dice tener un amor infinito por el teatro, que es una especie de ensueño. Y así, en ese concepto tan humano, quienes la conocemos, la creemos.
Como el misterio de todos los días, a veces los problemas de salud presentan complicaciones. Por aceptaciones del destino, cuya comprensión plena se alcanza mediante su experiencia vivida, ahora está peleando para desbrozar la senda de la vida. Con esa sensación de calma, se acuerda mucho de su madre, a la que siempre estuvo muy unida, así como de su hermano Andrés.
Lucía sigue estando ahí, recuperándose e interpretándose a sí misma como en una versión de la vida o en una comedia en el despertar de cada día. El teatro es una molécula que le infunde fuerza y, en cierta manera, un reflejo claro que le permite mantenerse en su mundo.
En este arte, los amigos de Tras el Telón se embarcan en un nuevo proyecto, con la particularidad de una obra que rescatan de la trastienda, cuyo título y reparto de personajes está por definir. Siendo testigos de ello, y antes de que nos demos cuenta, los veremos otra vez, y la representación podremos disfrutarla.