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domingo, octubre 26, 2025 🍂 💐
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Viaje espacial

Fui a por manzanas y acabé comprando riñones y mollejas.

Vuelvo a estar cansado. Arrastro los pies cada día un poco más y me sigue doliendo la cabeza. ¿O es el alma? Es una duda mística que no consigo resolver.

Creo que la dieta de las tres manzanas diarias me produce flojera.

Voy cada día al mercado; me gusta su ajetreo y los chascarrillos de las vendedoras.

Esta mañana, María la pescadera acariciaba el lomo de una merluza agonizante cantándole un bolero. Qué agonía tan dulce la del pescado.

Consuelo, la charcutera, gritaba: «¡Nenas, tengo chistorras navarras y morcillones murcianos!».

—¡Lechuguicas frescas! —gritaba una frutera nueva, de la que no conozco su nombre—.

Como una brisa marina refrescando el aire del mercado, entró Laura vestida con una túnica azul —parecía una aparición de la mismísima Virgen María—, y algunas clientas de Basilio el carnicero se arrodillaron cuando la vieron caminar entre los puestos, saludando como hacen las princesas.

Dicen que se ha prometido con un vasco que está de viaje espacial, en una misión interplanetaria, investigando el origen del universo.

Un catedrático de la Universidad de Deusto ha lanzado la tesis de que el euskera es un idioma de algún lugar más allá de nuestra galaxia.

Desde Fresnedillas de la Oliva decidieron mandar una expedición a Saturno y nombraron comandante de la expedición al alguacil de una pedanía guipuzcoana. Se llama Iñaki Garmendia; hace dos semanas que despegó y no responde. Dicen desde la NASA que anda deslumbrado por una estrella rutilante y que la nave viaja sin control.

Laura está segura de que Iñaki volverá tomando un atajo misterioso (ya se sabe que los vascos son muy persistentes).

Después de su trabajo en el puesto de salazones del mercado central, en cuanto anochece, Laura sube a la terraza del edificio donde vive con una linterna muy potente de rayos láser y escribe en el cielo el nombre de su amado durante horas.

El alguacil exigió que la despensa de la nave estuviera abastecida de sidra, de chuletones de vaca vieja y de bacalao. Le hicieron caso, pero todo son cápsulas rellenas de glutamato y esencias edulcorantes coloreadas: en azul, las de sabor a bacalao al pilpil; en rojo, las de bacalao a la guipuzcoana; y en amarillo, las de bacalao al ajoarriero. La sidra va en biberones y le dijeron que había sido escanciada por un casero de Zizurkil. Unas tabletas masticables, parecidas a chicles, tienen sabor a chuletones.

El comodoro sestea a pierna suelta, mecido por la ingravidez.

La nave avanza como una pluma movida por el viento, a pesar de sus cien toneladas de peso. La luz roja del piloto automático se ha encendido y el aparato se dirige hacia un agujero de gusano.

En el mercado resuena, como una trompeta, la voz metálica y entusiasta de la vendedora de lotería: «¡Señoras y señores, llevo el gordo!».
Por megafonía se escuchan ofertas en pescaderías: «¡Nenas, tengo la merluza fresca, cocochas del Cantábrico, pulpo gallego y gambas de Huelva!».
Laura suspira pensando en su alguacil.

Felipe el betunero se quedó dormido sacando lustre a unos botines negros que le trajo un taxista con turbante.

Damián, con una carretilla enorme, traía manzanas y gritaba:

—¡Animaos, pecadoras, ha llegado la fruta del paraíso!

Vicente Chumilla
Vicente Chumilla
Pintor y grabador yeclano. Colaborador de elperiodicodeyecla.com con artículos sobre Yecla o temas relacionados con el arte y su localidad natal.

Fui a por manzanas y acabé comprando riñones y mollejas.

Vuelvo a estar cansado. Arrastro los pies cada día un poco más y me sigue doliendo la cabeza. ¿O es el alma? Es una duda mística que no consigo resolver.

Creo que la dieta de las tres manzanas diarias me produce flojera.

Voy cada día al mercado; me gusta su ajetreo y los chascarrillos de las vendedoras.

Esta mañana, María la pescadera acariciaba el lomo de una merluza agonizante cantándole un bolero. Qué agonía tan dulce la del pescado.

Consuelo, la charcutera, gritaba: «¡Nenas, tengo chistorras navarras y morcillones murcianos!».

—¡Lechuguicas frescas! —gritaba una frutera nueva, de la que no conozco su nombre—.

Como una brisa marina refrescando el aire del mercado, entró Laura vestida con una túnica azul —parecía una aparición de la mismísima Virgen María—, y algunas clientas de Basilio el carnicero se arrodillaron cuando la vieron caminar entre los puestos, saludando como hacen las princesas.

Dicen que se ha prometido con un vasco que está de viaje espacial, en una misión interplanetaria, investigando el origen del universo.

Un catedrático de la Universidad de Deusto ha lanzado la tesis de que el euskera es un idioma de algún lugar más allá de nuestra galaxia.

Desde Fresnedillas de la Oliva decidieron mandar una expedición a Saturno y nombraron comandante de la expedición al alguacil de una pedanía guipuzcoana. Se llama Iñaki Garmendia; hace dos semanas que despegó y no responde. Dicen desde la NASA que anda deslumbrado por una estrella rutilante y que la nave viaja sin control.

Laura está segura de que Iñaki volverá tomando un atajo misterioso (ya se sabe que los vascos son muy persistentes).

Después de su trabajo en el puesto de salazones del mercado central, en cuanto anochece, Laura sube a la terraza del edificio donde vive con una linterna muy potente de rayos láser y escribe en el cielo el nombre de su amado durante horas.

El alguacil exigió que la despensa de la nave estuviera abastecida de sidra, de chuletones de vaca vieja y de bacalao. Le hicieron caso, pero todo son cápsulas rellenas de glutamato y esencias edulcorantes coloreadas: en azul, las de sabor a bacalao al pilpil; en rojo, las de bacalao a la guipuzcoana; y en amarillo, las de bacalao al ajoarriero. La sidra va en biberones y le dijeron que había sido escanciada por un casero de Zizurkil. Unas tabletas masticables, parecidas a chicles, tienen sabor a chuletones.

El comodoro sestea a pierna suelta, mecido por la ingravidez.

La nave avanza como una pluma movida por el viento, a pesar de sus cien toneladas de peso. La luz roja del piloto automático se ha encendido y el aparato se dirige hacia un agujero de gusano.

En el mercado resuena, como una trompeta, la voz metálica y entusiasta de la vendedora de lotería: «¡Señoras y señores, llevo el gordo!».
Por megafonía se escuchan ofertas en pescaderías: «¡Nenas, tengo la merluza fresca, cocochas del Cantábrico, pulpo gallego y gambas de Huelva!».
Laura suspira pensando en su alguacil.

Felipe el betunero se quedó dormido sacando lustre a unos botines negros que le trajo un taxista con turbante.

Damián, con una carretilla enorme, traía manzanas y gritaba:

—¡Animaos, pecadoras, ha llegado la fruta del paraíso!

Vicente Chumilla
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Pintor y grabador yeclano. Colaborador de elperiodicodeyecla.com con artículos sobre Yecla o temas relacionados con el arte y su localidad natal.
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Pintor y grabador yeclano. Colaborador de elperiodicodeyecla.com con artículos sobre Yecla o temas relacionados con el arte y su localidad natal.
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