El otoño y la nostalgia se me han agarrado a la garganta; echo de menos los gatos callejeros, el griterío de niños jugando en las calles y el olor a virutas de las carpinterías
¿Y mi madre? ¿Sería todavía capaz de asimilar la muerte de su hermana Rosalía, sentirla, apenarse, o por el contrario su demencia la mantendría al margen de esa pérdida?
¿Y si nos dijeran ahora que todo lo que hemos visto en nuestra vida como real a través de las pantallas solo fue la creación de un cineasta caprichoso por encargo de algún poder extraterrenal?
Rosalía era la hermana mayor de mi madre y desde muy joven trabajó para una familia de Yecla que vivía en la capital y que venía a pasar los veranos en su casa solariega del campo